9. El laberinto de Loki

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La frivolidad de la noche hizo a Amär estremecer, el viento azotó el cuerpo de Aren mientras se mecían violentamente las hojas de los árboles, pero Freyja, Freyja ni se inmutaba, con su clásica elegancia caminaba con agilidad por el bosque, ajena ...

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La frivolidad de la noche hizo a Amär estremecer, el viento azotó el cuerpo de Aren mientras se mecían violentamente las hojas de los árboles, pero Freyja, Freyja ni se inmutaba, con su clásica elegancia caminaba con agilidad por el bosque, ajena a todos los malestares que sus acompañantes estaban pasando. Caminaron un rato en completo silencio, los únicos sonidos era los del mismo bosque y sus habitantes, Freyja tomó la falda de su vestido blanco, alzandola un poco para que así pudiera pasar más fácilmente un riachuelo, al cruzar aquella línea de agua Freyja alzó la mano indicando que pararán.

Aren se detuvo abruptamente, provocando que Amär chocará contra su espalda, pero todo eso quedó en el olvido a penas presenciaron lo que sucedía, el motivo de la parada tan abrupta de la diosa: una especie de laberinto de roca se alzaba frente a ellos, los grandes muros de piedra estaban cubiertos de símbolos rúnicos referentes al caos y a la travesura; una marca de Loki sin duda.

— Escuchen bien — Freyja se giró quedando frente a frente de sus dos compañeros de viaje —, este laberinto no es lo que parece, es la entrada a la fortaleza de Loki, algunas cosas van a cambiar o desaparecerán, nada en este laberinto tiene sentido, nada, no se dejen engañar — Freyja se giró para caminar al inicio del laberinto, a la entrada y a... quizás, la única salida —. Y por cierto — la mirada de Freyja era divertida, como si estuviera a punto de cometer una travesura — tengan cuidado con los seres que habitan el laberinto, odia las visitas.

Eso fue más que suficiente como para poner a Amär y Aren en alerta. Los muros de roca eran imponentes, fuertes a pesar de tener años o siglos puestos allí, parecían casi eternos, Freyja caminaba con enorme tranquilidad, pero pronto el temor de los mortales empezó a aumentar, pues muchísimas sombras los empezaban a rodear, ni siquiera la luna se atrevía a brillar, todo era tan oscuro que los aterraba. Aunque si miraban al cielo podían ver claramente las estrellas y firmamento, pero si miraban al frente no podían ver nada más que oscuridad, una que otra débil luz alumbraba los muros de piedra, pero era tan débil que apenas sí se podía ver una sombra proyectada. Aren chasqueo los dedos y una llama de fuego azul apareció en el, iluminando mejor su camino, Freyja le sonrió.

— ¡Por fin! Creí que tendría que hacerlo todo yo sola, felicidades Aren, acabas de hacer algo bien.

Aren bajo la cabeza avergonzado, Amär apretó los puños, no entendía cómo Freyja podía ser tan cruel, después de todo la estaban ayudando, no es como si tuvieran alguna opción, sino lo hacían los dioses se enojarían y su irá caería sobre ellos, destruyendo todo a su paso, pero aún así, Amär pensaba que debía ser más agradecida, aunque sea menos arrogante. Tanto se sumergió Amär en sus pensamientos que no vio el muro de piedra que se alzaba frente a ella, chocando contra el.

— ¿Estás bien? — Aren la sujeto del brazo, apartandolá del muro.

— Sí...— Amär se acarició la cabeza, tenía la piel un poco raspada, pues la piedra se había encargado de marcarla — estoy bien.

La Llegada De FreyjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora