ᴜɴ ᴏᴍᴇɢᴀ ᴘᴇʀᴅɪᴅᴏ [ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀsᴇ]

7. Cᴀʙɪɴᴀ Dɪsᴛᴏʀsɪᴏɴᴀᴅᴀ.

ᴅᴇᴅɪᴄᴀᴅᴏ ᴀ:
iERENC4TBOY.
YukiMatsumoto3.

ʟᴇᴠɪ:

Paso a la siguiente mesa —ahora ya sin rastro alguno de los estudiantes anteriores— y abandono el carrito a un lado del librero, fuera del camino para evitar posibles tropiezos. Suelto un suspiro y me apoyo en la mesa, estirando mi cuerpo y alcanzando de forma victoriosa los libros que hay en el centro.

El clima es demasiado diferente que el del sábado pasado.

El cielo está teñido de un grisáceo oscuro y la temperatura es baja, por lo que el viento hace lo suyo para repartir en cada una de las esquinas, fuertes ventiscas heladas —tuve que regresar a casa por una bufanda y un suéter más resistente—. He leído en libros y he visto en noticias, y el clima en otros lugares se mantiene conforme a sus estaciones, pero aquí es normal que sufra de variaciones los últimos días de cada mes.

A tientas y a cálculos incorrectos, dejo los libros sobre el carrito, que a los pocos segundos les escucho deslizarse y finalmente caer al piso. Suspiro cansado y aburrido. Giro tratando de no hacer una mueca y me inclino para levantar los libros que han caído abiertos, con la portada hacia arriba o viceversa.

Ha pasado una semana desde el día de mi chequeo, una semana desde el incidente en la Universidad, y he estado evitando pensar en ello. No he tenido pesadillas —lo que es común cuando la situación me resulta impactante—, pero no significa que fue fácil de sobrellevar... Si Hanji no estaba a mi lado los pasillos desconocidos eran difíciles de cruzar. Pero mis nervios y desconfianza aumentan al caminar por la ciudad. A donde sea que mire, hay una cinta amarilla que evita el paso.

Aguanto la respiración por segundos y después exhalo, sintiendo cómo la presión en mi pecho disminuye.

Los últimos días me resultan tan difusos y complejos, como si los hubiese guardado, pero olvidado dónde.

—Disculpe —Escucho una voz femenina decir—, me gustaría solicitar el préstamo de un libro —Su delgada mano alcanza uno de los libros tirados en el suelo y lo pone encima de la fila desordenada que hice.

Levanto la mirada y me cruzo con una chica rubia y de ojos cafés. Ella me sonríe como respuesta, mostrando el libro que lleva debajo del brazo.

—Está bien —contesto segundos después, levantándome con los libros en mano y dejándolos en el carrito. Miro por los pasillos y noto a Ymir echada en el sillón con un libro cubriendo su rostro, al lado de la puerta que da al otro gran salón. Suelto un suspiro y vuelvo en dirección al inicio del pasillo—. Por favor, sígueme.

La chica asiente y comenzamos nuestro recorrido por los pasillos. Hay grupos de estudiantes en distintas mesas: concentrados en sus deberes, otros pasando de un estante a otro en busca del libro "correcto" y unos cuantos más murmurando maldiciones porque no entienden nada de lo que leen.