1. Min Yoongi

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Llamenlo como quieran.

Amor, cariño, obsesión, demencia... Probablemente acoso callejero sería el término más apropiado.

No era culpa de TaeHyung, después de todo Min Yoongi vivía a tan solo tres casas más adelante de la suya y el colegio no quedaba tan lejos de la zona por la que vivían, así que, quieran o no, volvían caminando "juntos". Claramente no tan juntos como él quisiera, pues TaeHyung se encargaba de pasar desapercibido para su ser amado caminando una prudente cuadrada detrás suyo.

Era bastante fácil, el pelinegro cargaba siempre consigo unos audífonos negros con música bastante alta mientras caminaba solo y parecía bastante distraído cuando no había nadie a su alrededor, pateando piedritas, ramas, niños, una que otra botella de plástico en el suelo. Era realmente adorable a los ojos de cualquier persona enamorada.

– Tae... Dijiste que el trabajo lo haríamos en mi casa, ¿Por qué vas a la tuya?

Ese era Jung Hoseok, su mejor amigo y la única persona que sabía sobre su amor/obsesión por Min Yoongi. Con el cabello rubio, producto de una noche de pijamada, caminaba a su lado cargando los materiales para la maqueta que debían construir para la clase de historia de la próxima semana.

– Debo ver que el sol que ilumina mis días llegue sano y salvo a su hogar.– Respondió el castaño suspirando después, deteniendose abruptamente antes de cruzar la calle, pues sin darse cuenta ya estaban cerca de su casa.

Hoseok dijo algo que Tae no escuchó, o más bien ignoró, porque seguramente era una burla a sus anteriores palabras. Mejor se dedicó a sonreir hermosamente en cuanto la puerta principal de aquella casa blanca se cerró tras su chico favorito.

– Hasta entrando a su casa es perfecto.– Imitó Hoseok agudizando la voz y juntando sus manos mientras apoyaba su mejilla en el hombro de su amigo. El castaño se rió empujándolo un poco al mismo tiempo que daban la vuelta para irse de ahí, su misión estaba terminada, era hora de volver.

– Deberiamos pedirle ayuda a NamJoon con esto, él sabe de historia...– Comentó el rubito asegurando su mochila distraídamente.

– Pero el trabajo es de geografía.

– Pidamos ayuda a NamJoon dije.– Tae estaba apunto de empezar a burlarse de su amigo pero el sonido de algo rompiéndose atrás suyo lo alarmó lo suficiente como para olvidarse de que hablaban, cruzando la calle se asomó por un lado de un auto estacionado al azar junto a Hoseok, quien no entendía que había sucedido.

Sin previo aviso una almohada salió disparada de una de las ventanas del piso de arriba, una libreta marrón y finalmente una mochila negra. Todo propiedad de Min Yoongi, lo reconocía. El castaño frunció el ceño preocupado, preguntándose si tendría el suficiente valor para ir a enfrentar a quien estuviera haciendole daño a Yoongi.

– ¿Esa no es la libreta que lleva siempre Min Yoongi?

– ¡Hoseok, alguien acaba de tirar sus cosas por la ventana, no es momentos de preguntar esas tonterías!– Susurró en medio de un grito.

– ¡Pero se está riendo, zopenco!– Le devolvió el regaño apuntando a una de las ventanas de abajo en dónde Yoongi se encontraba, con el uniforme del colegio arrugado y sin la corbata, corriendo por la sala con un chico más alto tras suyo que en cuanto lo alcanzó lo tiró al sofá y empezó a hacerle cosquillas.

– Hoseok, quiero pensar que es su hermano.

– Es hijo único.

TaeHyung volvió la mirada a la misma escena notando como el mismo Min Yoongi que caminaba solo y distraído, ahora sonreía tan grande colgándose en el cuello de quién lo cargaba. El corazón de Tae se rompió un poquito.

– Vamos, no estés triste. Mejor robemos alguna pertenencia de Min Yoongi para la macumba.

Y así, sin importarle los sentimientos heridos del castaño y las risas ahogadas que emitía el pelinegro desde su casa, Hoseok saltó un arbusto que hacía de cerca dentro del patito de la casa Min y corrió por el lugar juntando todas las cosas que habían caído segundos antes del suelo, se tomó el tiempo de sentarse en el verde pasto provocando casi un desmayo en el castaño quien detrás del auto empezaba a hiperventilar por lo que su amigo hacía y lo que sucedía dentro de la misma casa. Hoseok en cambio junto los lápices de colores que se habían caído y guardó un par en su bolsillo, le quitó la funda a la almohada, robó un hidratante de labios sabor a fresa de la mochila, arrancó una página de la libreta... "Mi puto diario". ¿Quién titula "mi puto diario" a su diario?

Hoseok curioso hojeó la libreta unos segundos antes de volver la mirada a su amigo, un amigo pálido apoyado en el auto con la boca abierta cuál pez sin agua. El rubio rodó los ojos levantándose rápido, con la hoja de la libreta doblada en la mano y todas las cosas que había sustraído guardadas en sus bolsillos.

– Listo. Vamos a hechar brujería.

TaeHyung saltó a la espalda de Hoseok golpeándolo un poco antes de empezar a caminar sin mirar la escena del beso dentro de la casa Min.

Era común sentir su corazón quebrarse cada cierto tiempo estando enamorado de ese niño bonito, Min Yoongi no era nada suyo, era común pero no menos dolorosa cada que el jovencito conseguía un novio o quedante. TaeHyung aprendió a controlarse, era casi un maestro en esto de la agonía del despecho y el dolor de la incertidumbre.

– ¿Qué habían en sus cosas?

-Pues... el serio y frío Min Yoongi tiene un diario en dónde escribe todos sus deseos y fantasías más oscuras.

– ¿¡Y la trajiste!? Maldita sea, Hoseok, eres el mejor amigo que tuve jamás.– Chilló envolviendo de un salto con sus cuatro extremidades el cuerpo de su amigo, dificultando los pasos del mismo.

– Claro que no, es un diario, esas cosas no se tocan. Son sagradas en serio. En cambio arranqué una hoja en dónde dibujó garabatos para tu placer visual y sex...– Tae tomó la hoja y lo golpeó con la misma evitando que siguiera hablando, bufó cansado, en el papel se encontraban escritos muchas groserías y dibujos obscenos con lapicera sin mucha tinta que seguramente había hecho cuando estaba aburrido en alguna clase.– Una reliquia, ¿verdad?

– No me hables, cara de popó. Vamos a comer helado, mi corazoncito no hace pum pum después de toda esta adrenalina. Además, debemos planear como robarnos el diario de Min Yoongi.

– ¿Para qué?

– Para jugar a la cocinita.– Dijo de forma sarcástica ignorando luego las preguntas confundidas de su no muy comprensivo mejor amigo rubio.

Pero así funcionaba para TaeHyung después de todo, un día era de suspiros y felicidad, y al siguiente de lloriqueos incontrolables y su corazón que no hacía pum pum. Todo por culpa de Min Yoongi quien era demasiado guapo y por eso podía tener pareja cada cierto tiempo cuando se lo proponía. En realidad no tenía novio como tal, pero si de esos amigos con los que pasaba algo más que solo ser amigos, y TaeHyung moría de celos. ¡Diablos! Por lo menos con ese tipo de escenas había podido comprobar que era gay, y eso abría un puerta difícil de destruir.

Era un paso que había superado sin esfuerzo verdadero, tan solo quedaba ganar su confianza, agradarle, entablar conversaciones interesantes, conocerse, gustar, desearse y salir. Ese era el plan cuando comenzó el año, el momento en el que lo conoció y cayó rendido a sus pies, ahora que estaban a mediados el mismo debía recurrir a medidas drásticas y desesperadas.

El camino rápido no siempre es el correcto, decía su hermano mayor.

Definitivamente, TaeHyung odiaba caminar.

Y su hermano era Kim NamJoon, siempre tenía la razón.

¿Ese es mi diario, digo, libreta? [TaeGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora