3. Una mano

161 15 7
                                    

El amanecer nunca se sintió tan horrible y asqueroso como ese día para Kim TaeHyung.

Aún más porque tuvo que presenciar toda la situación desde las cuatro de la madrugada, sus ojos ardían y sus manos frías le daban una sensación de muerte en vida mientras se duchaba con desgano.

Su mirada perdida sobre las baldosas azules hacían de su aspecto un cuadro oscuro de despecho y baja autoestima.

Miró su estómago, en dónde pequeñas líneas de espuma bajaban rápido por el agua tibia que los movía. Era como una estatua perdida en el tiempo, solo le faltaba el musgo.

Al salir se envolvió en una bata verde y se miró al espejo empañado.

- Podría morir ahora mismo.

Murmuró limpiando el espejo con el dorso de la mano revelando en su reflejo un cansancio digno del desamor.

Su celular sonó cortando el audio de la novela que miraba, o bueno, que dejaba reproduciendo, para que alegrara un poco la lúgubre oscuridad.

Se acercó contestando sin ver quién era.

- Hola.

- ¿Quieres que vaya a recogerte?

- Voy a llorar si me miras con pena.- Contestó a la angustiada voz de su mejor amigo.

- Estoy en tu cama, solo sal.- Tae colgó con una pequeña sonrisa divertida cuando salió de la pequeña habitación.

- No respetas mi privacidad.- Hoseok se río acercándose.

Sin decir nada extendió sus brazos y Tae mirándolo triste se metió entre ellos recibiendo el segundo consuelo del día. El olor a canela y cítricos inundó sus sentidos acogiéndolo con cariño mientras le proporcionaba caricias en la espalda, susurrándole que todo estaría bien, que es hermoso, que no llore por quien no vale la pena. Que lo quería mucho.

- Nam me dijo que te sentías mal, no creí que fuera para tanto.

- Fue un bajón más grande de lo que creí. ¿Aún quieres ir a clases?- El rubio estaba por responder cuando Nam entró a la habitación con un par de bolsas de papel.

- Compré empanadas y donas con chocolate para que desayunen los retoños. Vamos a comer y al colegio.

Hoseok se encogió de hombros golpeando el costado de TaeHyung que finalmente suspiró pesado y asintió.

Ambos intrusos salieron de la habitación dejándolo solo, caminó nuevamente al baño en dónde se miró por última vez antes de alistarse.

Una vez cambiado salió hacia la cocina en dónde lo esperaban con una taza de cocoa caliente que aceptó gustoso y con una ligera sonrisa, ya no quería sentirse mal.

- Mis abuelos volverán el lunes, dijeron que por favor arreglaran un poco el patio delantero, y que cuando llegaran ellos harían el trasero.- Hoseok explicó pasándole a Namjoon unos cuantos billetes.- El rastrillo está roto, dijo que si podían comprar uno nuevo.

- Eso te lo encargó a tí.

- No puedes saberlo.- Tae se cubrió la boca soltando una risilla cuando Namjoon despeinó a su amigo quien lloriqueaba falsamente.

Los abuelos Jung eran muy amables y agradables, tan solo era Hoseok queriendo desligarse de sus deberes como nieto. Hoseok tenía dinero, su padre era uno de esos empresarios exitosos y de ostentosos gastos que no se molestaban en cubrir.

Hoseok siempre traía algo nuevo a casa, algo interesante que tocar o algo delicioso para degustar. Sus abuelos en casa eran todo lo contrario, comiendo y gastando lo justo, incluso se habían dado el trabajo de arreglar la planta superior y alquilarla cuando se enteraron que una vieja amiga lejana y de la infancia quería un lugar para sus nietos, los Kim. Fue así como terminaron viviendo hace menos de medio año, coexistiendo entre la riqueza mal disimulada de los Jung.

¿Ese es mi diario, digo, libreta? [TaeGi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora