»Confuso«

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La aquamarina se encontraba sentada en su puesto, esperando a que sus amigos llegaran. Habían pasado unos cuantos minutos sin la llegada de estos, por lo que se empezó a preocupar.

Se tranquilizó al ver a la peliverde entrar unos minutos después. Aunque su preocupación volvió a aparecer al darse cuenta de que ella era la única que venía.

—¿Qué pasó? Estaba preocupándome.

—Perdón, me quedé dormida, la alarma no sonó cuando debía. Pero, ese fue un problema mío, ¿por qué no están los Kagamine?

—Creí que venían juntos. Siempre lo hacen.

—Creí que ya estarían aquí.

Las clases empezaron y no había rastro de los dos hermanos. Decidieron llamarlos en el receso y preguntar qué pasaba. Era raro que faltaran a clases.

—Bien, ya recogí todos los trabajos, los revisaré y se los entregaré lo más pronto posible. Hasta entonces, esperen en sus lugares hasta que suene la campana.

Aquellos minutos fueron eternos, lo único que querían era saber cómo estaban los chicos.

—¿No tienes alguna idea de qué podría haber pasado? — preguntó la aquamarina.

—Ninguna.

El anhelado timbre sonó, y ambas chicas salieron rumbo al patio del instituto.

—¡No, no! Tranquilas, yo al menos estoy bien. - informó la rubia. —Mi hermano... No tanto. Amaneció con fiebre, dolor de cabeza y dolor de garganta.

—Ya veo, al menos no es nada grave. — suspiró la aquamarina.

—¡Oh, no! Estén tranquilas, es solo una gripe.

—Bien, eso de hecho nos alivia. Más tarde iremos a entregarle los apuntes si desean.

—Sería perfecto, ¡gracias!

Una vez confirmaron el estado de salud de sus compañeros, continuaron con más tranquilidad el día.

—Necesito que lean el siguiente texto mentalmente, no se distraigan. Haré preguntas al respecto. — dicho esto, la maestra del curso se sentó en el escritorio frente a los alumnos.

—Me cansé de leer. — susurró la aquamarina para la peliverde.

—Yo también. — respondió la chica de la misma manera.

—¿Cuándo salimos de aquí?

—¿Para ir con tu novio? Media hora.

Ambas chicas rieron tratando de no llamar la atención.

—¡Solo somos amigos! — susurró un poco más fuerte.

—Ay ajá. — golpeó a la chica con el codo.

—¡Ah! — susurró en el mismo tono que antes.

—Lo siento, lo siento. — rió la peliverde.

—Señoritas, ¿me explican su conversación?

Las nombradas bajaron la cabeza tratando de no reír.

—¿Les parece algo gracioso?

—No maestra. — dijeron al unísono.

—Perfecto, entonces se quedarán a limpiar el salón después de clases. Sin discusión.

Prefirieron callar antes de que algo peor pasara. No tardarían mucho en limpiar el salón con la ayuda de sus demás compañeros.

—¿¡Solas!? — exclamó la peliverde.

—¿Quiénes fueron las involucradas? Solamente ustedes. Vamos, si no empiezan ahora tardarán más. — dijo para salir del salón.

—¿La llamo? — preguntó la aquamarina.

—Nah, no hace falta.

—Si tú lo dices.

Las chicas pasaron alrededor de media hora limpiando el salón de clases. Una vez pudieron retirarse, corrieron a casa de los rubios.

—¿Qué pasó? — la rubia abrió la puerta.

—Nos encargaron la limpieza del salón. Larga historia. — dijo la la aquamarina.

—Ya veo, bien, ¿pueden quedarse un momento? Quiero comprar algunas pastillas para que pueda mejorar. Solo queda una.

—Sí, seguro. — dijo la aquamarina.

—Ah, ¡voy contigo! — se apresuró la peliverde.

—Pero no hace fal...

—Dije que voy contigo. — le golpeó el brazo con su codo.

—¡Ah! ¡Sí, cierto! Necesitamos ver con detalles qué traer y qué no. — le siguió la corriente. —Bien, nos vamos, ¡adiós! — dicho esto la aquamarina se paralizó confundida. Luego de unos segundos reaccionó y fue en busca del chico.

—Ah, aquí estás. — dijo la chica entrando al cuarto de este.

—¿Rin? — preguntó el chico.

—Miku. Tu hermana se fue a la farmacia, me dijo que me quede.

El chico asintió.

—¿Algo en especial que sientes?

—¿Dolor de cabeza...?

—¿Me preguntas? — la aquamarina tomó la mano del chico. Puso su mano en la frente de este y luego a su mejilla.

Si antes el chico tenía un ligero color rojo en su rostro debido a su malestar, ahora era peor.

—Ah... Tienes fiebre. Déjame... — la aquamarina salió de la habitación para luego volver con una pequeña toalla húmeda.

Dobló la toalla y la puso sobre la frente del chico.

—¿Por qué no tratas de dormir?

—Lo intenté, pero no pude.

La chica se sentó en el borde de la cama del contrario y comenzó a acariciar su cabeza.
Vio cómo lentamente el chico empezaba a cerrar los ojos.

Nunca se imaginó hacer aquello para dormir a una persona. Por más que tengan un gran vínculo de amistad. Tal vez no estaba pensando en nada más que ayudar al chico.

Una vez que vio al rubio completamente dormido, decidió levantarse y esperar a sus amigas en la sala de estar. Se dispuso a levantarse cuando sintió que la tomaban del brazo.

—¿Qué haces...? — preguntó la aquamarina creyendo que el chico estaba despierto.

Al no obtener respuesta, volvió a sentarse esperando a que este la soltara. No le molestaba, sin embargo, no quería que las demás empezaran a imaginar cosas que no eran ciertas.

¿O?

No negaba que le había tomado cariño al chico, ¿solamente eso
Era lindo, sí, pero solamente eso.
Le gustaba mucho su personalidad... pero solamente eso.
Todo era confuso. ¿Solo era un amigo, verdad?

“Es como una pregunta de prueba.
No, es como un rompecabezas...”

Cheer Up Miku! | LenKuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora