Cheer Up Miku! | LenKu

»Sentimientos«

-Voy a comprar algo, ya vuelvo. - dijo el chico.

-¡Voy contigo! - exclamó la peliverde saltando de su asiento.

-Los esperamos. - dijo la rubia tomando a la aquamarina de la muñeca.

-¡Así es! - la aquamarina sonrió forzadamente apretando su puño.

Y así los dos chicos se alejaron del grupo y a la vez saliendo del salón de clases.

-Es Gumi, ¿qué hay de malo en eso?

-No lo sé, es estúpido lo que siento.

-¡Eh! ¿Admites que te gusta?

-Que no, siento que es mi mejor amigo... creo. - esto último lo susurró, haciendo que la rubia no lo oyera.

-Ajá...

-Como sea, solo olvídalo, hoy no me siento muy bien.

-¿Por qué?

-Me resfrié. - rió.

-¿De verdad? Ni lo noté...

-Hace unos días llevo muriéndome, ¿en serio no lo notaron?

-Já, nada.

-Bueno, eso pasa. Me duele la cabeza, pero pasará.

-¿Y por qué viniste? Si te sentías mal pudiste haber dicho que faltarías.

-Lo sé, pero no puedo dejar de asistir a las clases por más que me enferme o no tenga fuerzas.

-No te entiendo. Cualquiera estaría feliz de no asistir a clases.

-Y yo también, pero mis padres me lo repitieron por mucho tiempo. Los estudios primero. De cierta manera aquel dicho influyó en mí. Me gusta pensar en eso como una manera de seguir mis sueños. No puedo detenerme por el motivo que sea.

-Supongo que tienes razón.

Las chicas siguieron hablando por unos minutos más hasta que el otro par llegó de vuelta.

-¿De qué hablaban? - se acercó el chico sentándose junto al grupo.

-¿Chicos? - rió la peliverde acercándose a la aquamarina.

-Cállate. - la aquamarina se alejó un poco de su compañera ya que invadía su espacio personal.

-Enamorados imposibles. - se unió la rubia.

-Uhh... ¿de verdad? - preguntó el chico.

-No. - respondió cortante.

-¡Ah! Se enojó porque la molestamos con la persona que le gusta.

La aquamarina se levantó bruscamente de su asiento y salió del salón.

Estaba cansada de que la molestaran diciendo que ella gustaba del rubio.

Le molestaba porque era cierto.
Le molestaba porque no quería admitirlo.
Le molestaba porque quería mantener su amistad con él.
Le molestaba porque no quería imaginar el ser rechazada.
Le molestaba porque no quería sentirse así.
Le molestaba estar enamorada, pero esa era la realidad.

Aclaró sus pensamientos, decidió no arriesgarse y mantener sus sentimientos en secreto.

¿Cuánto tiempo se retendrían en su corazón?

No fue hasta casi dos meses después que aquellos sentimientos hallaron la manera de salir de su encarcelamiento.

Dos meses después se hizo más cercana al chico, obviamente sin dejar de lado a las demás chicas.

Los fines de semana todos solían ir a caminar por el lago juntos y hablar de lo que habían hecho durante la semana.

La aquamarina se dio cuenta del momento exacto en el que sus sentimientos por el chico habían vuelto. Y con mayor intensidad.

Ya no eran simples miradas o sonrojos.

La aquamarina empezaba a temblar ante la presencia del chico, sentía las llamadas mariposas en el estómago, algunas veces tartamudeaba frente a él y siempre que hacía contacto visual con él sentía cómo todas estas cosas pasaban a la vez.
Llegaba inclusive a sentir celos al verlo con otras de sus compañeras.

"Mierda..."

-¿Y? - preguntó el chico tomándola por sorpresa.

Había estado pensando demasiado las cosas que no había oído al chico.

-¿Y...?

El chico rió y negó.

-Nada, nada.

Se encontraban los dos, uno al lado del otro en un salón de clases diferente al de las chicas.

¿Qué conveniente, verdad?

-Abran sus libros que los voy a revisar. - solicitó el maestro encargado.

Los estudiantes obedecieron y al poco tiempo todos se encontraban con los libros abiertos.

-Au... - se quejó la aquamarina llevándose un dedo a la boca.

-¿Qué pasó? - el chico dejó lo que estaba haciendo para concentrarse en la chica.

-Solo me corté con la hoja, tranquilo.

Aún así sintiera una mezcla de emociones, trataba de controlarse frente a este.

Tenía que arriesgarse.
Tenía que decirle.
No podía guardárselo más.