Arte-ría

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(Primera Parte)

Le hice frente a los números.
Conté.

Cordis y Sangre.

Como el pétalo de una Rosa,
sediciente,
en la tempestad de un Crisantemo blanco.
¡Insignificante apreciación equívoca.
Heme aquí, espejo, atrabiliario.

¡A los pies de la vida,
requiebro!

Mi osamenta,
carne expande.
Estigmas escriben sobre el hambre,
sobre su crecimiento,
sobre cruento en alambres.
¡Las púas!
¡Las hojas!
Arterias emergen hacia un paso etéreo.

Le hice frente a los números,
los conté
e interpreté.
Dejé secuelas,
marcas permanentes,
una huella de barro en la tormenta.

Ensoñaron, pretendieron ser letras.
Y aprendí a leer.

(Segunda Parte)

Ensimismado en la inmensidad
de la alcohólica divinidad, dormía.
El ahora, frugal.
¡Taimado!
Creí, en las ratas como panacea,
como una oportunidad.
De la alcantarilla me mudé.
La alcantarilla un ademán.

La ciudad en cuarentena
ensimismada en la inmensidad
de la oscura divinidad, agonizaba.
¡Que corazón flexible!
Próximo al sosiego del reloj,
de las agujas,
y de la droga.
¡Heme aquí, en la ciudad!
Ingrimo, menda es placebo.

(Tercera Parte)

Falto de anestesia el Crisantemo rosa,
espera en emergencias.
Una sutura,
el presente.

Avenidas visten al pedestre.
De plástico y vidrio lo reciclan.
El humo, el odio y desesperación,
como cigarrillos se camuflan.
¡Falaz nicotina envuelta en migraña!

Falto de anestesia, una sutura.
El presente, foráneo.

Me alejo y observo.
Ratas endebles,
oxido en alambres,
a esqueléticas ornamentas que lento se añejan.
Me acerco y toco.
Nubes bajas,
al avión perdido,
a las manos imperiosas del arce en equilibrio.

Observo, para elegir que tocar con propiedad.
Así domino.
¡Requiebro recíproco!
Entonces, caminaré sin preocupación.
Observaré de lejos sin intimidar,
seré mi acompañante como el de los números,
las letras y de la ciudad misma.
Viviré solo, sin soledad.
El sol me dará la compañía que merezco.
¡Supersticioso!
Romperé el espejo
y me convertire en rata.

¡Espero que no!

¡Extravagante, el vago andante!
¡Ser ominoso!
No se nos dio el habla para mal usarlo.

Piel desolada más florida que nunca
que crece arbitraria a la Luna.
Con la luz en los dientes
mi osamenta carne expande.

¡Fobia al habla tienen millones!
¡Poseedores de un carisma abúlico,
pretencioso y ocioso!

¡Bienvenidos al espejo!
¡A la crítica!
A la auto-representación sin sentido del suplicio.

Heme aquí, en una felicidad cuasi intuitiva
consecuencia de dormir en el camposanto.


Cordis y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora