07

1.9K 350 25
                                    

Minho estaba en su departamento, trazando las últimas líneas para un cuadro que debía presentar para la semana siguiente. Estaba satisfecho con su trabajo, por lo que sonrió. Aún estaba algo emocional por lo que descubrió el día anterior, pero debía ser positivo y pensar que Jisung haría lo correcto. Se animó al pensar que quizá podría volver a ver al Jisung de antes, si es que ese hombre era la razón por la que se había alejado de él. ¿Volverían a estar como antes? No lo sabía, pero esperaba que todo saliera bien.

Miró la hora y entró a la cocina a prepararse su cena, aunque un timbre lo hizo girarse hacia la puerta algo confuso. ¿Quién podría ser a esa hora?

Dejó el paño encima de la encimera y gritando un suave "voy" fue a abrir la puerta.

Nada más apartarse la estructura de madera de su vista, una cabellera castaña se perdió entre sus brazos, dejándolo con los ojos muy abiertos por la sorpresa.

Tardó unos segundos en reaccionar y devolverle el abrazo al tembloroso Jisung, quién sollozaba en silencio entre sus brazos.

— Hey, Sung. Vamos dentro.

El menor asintió aún entre sus brazos y se alejó para poder seguir al mayor adentro, limpiándose aquellas lágrimas que no dejaban de caer por sus mejillas. No lloraba por Woon, ni mucho menos. Lloraba por su necedad, por haber sido tan ciego y estúpido y no haber visto lo que había tenido ante sus propios ojos. Las evidencias ahora eran más que claras, si fuera otra persona seguramente ya se habría cuenta. Pero por lo que más lloraba era por el daño que le había causado al mayor, dejándolo de lado pensando que sería lo mejor, sin darse cuenta de que de esa manera le estaba haciendo. Además, el hecho de que Minho se haya tomado su tiempo por contarle eso, aunque sea por un diario, era algo que siempre le agradecería al mayor, ya que si no fuera por él seguramente seguiría viviendo con la venda sobre sus ojos.

— Shh, ¿quieres hablar sobre ello?— se sentaron en el sofá y Jisung no tardó en volver a abrazar a Lee, sabiendo que al mayor no le molestaría. Minho no podría estar más que de acuerdo.

Negó con suavidad.

— Solo abrázame, por favor.

— Cuánto quieras.

posdataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora