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Rusia caminaba por las calles de la ciudad buscando la casa de Venezuela, planeó una visita sorpresa para el veneco. Llevaban casi un mes completo sin verse y de verdad que no llevaba bien la separación.

—¡Na'webonada!—maldijo Zulia—¿De quien fue la grandiosa idea de dejar que Monagas cocinara?

El eslavo suspiro con una sonrisa, como siempre, la residencia parecía estar muy animada.

Tocó la puerta un par de veces.

—¡Atiendan maricos!

—¿Y por que no vas tu?—pregunto rabioso Apure.

—Por que soy divo—respondió Sucre bajando su vergatario—, y por que le pregunte a mis huevos y me dijeron que simon.

Al final fue Miranda quien fue ha atender la puerta, por que si dependían del resto pelearian hasta que quien fuera que estuviera en la puerta se fuera.

—Hola, Miranda—saludo cortésmente el ruso—¿Esta tu papá?

El estado venezolano entrecerro los ojos analizando al euroasiático.

—¡Pure, te busca el yeti!

El mirandino le abrió por completo la puerta e invitó a Rusia a pasar. La casa parecía haberse paralizado ante la presencia del euroasiático, lo que incómodo un poco a Rusia.

—Debe estar en el piso de arriba, su cuarto es la primera puerta a la izquierda—indicó Miranda antes de volver a la cocina.

Rusia agradeció al menor antes de acercarse a las escaleras, su nuca le dolía y no sabía si era por la constante sensación de ser observado por los estados venezolanos o simplemente era imaginación suya.

Al llegar al segundo piso siguio las indicaciones de Miranda y entró al cuarto del veneco. El lugar estaba a oscura y había una televisión encendida dando los créditos de una película que desconocía.

Al prender las luces pudo divisar a su novio en una cama matrimonial y al lado de el tres de sus hijos, algo tierno a los ojos de Rusia.

—¿Ya está listo el almuerzo? —murmura Venezuela abriendo parpadeando repetidas veces para acostumbrarse a la luz artificial.

Rusia se acercó lentamente hasta la cama para luego sentarse en una esquina de esta.

—¿Tripalosky?

—Creí que ya habíamos superado esa fase—comentó Rusia con con sonrisa.

—Seamos sinceros, nunca lo superé y nadie nunca lo superará—Venezuela intento levantarse de la cama pero al ver que sus hijos estaban dormidos sobre el y su brazo, no tuvo corazón para moverlos.

—¿Que les sucedió?—cuestionó el eslavo.

—Tienen fiebre, les pedí a mis otros carajitos que hicieran una sopa de pollo, mientras yo los atendía—Venezuela fue explicando mientras acariciaba el cabello de Bolívar—. Estuvieron jodiendo con que viéramos una película de esas viejas, al final les hice caso y terminamos viendo Doña Bárbara.

Rusia río entre dientes mientras observaba enternecido el como Venezuela trataba con tanta ternura a sus hijos.

Delta Amacuro fue el primero de los tres estados en despertar, pese a que había dormido se veía decaído y cansado así que Venezuela lo mando a dormir otro rato.

Con cuidado Venezuela se levantó de la cama apartando con cuidado a sus hijos, le hizo una seña a Rusia para salir afuera.

—¿Es grave?—pregunto preocupado el eslavo.

El veneco suspiro.

—No lo se, Bolívar tiene una salud delicada, creo que sabes por que—el ruso asintió—, Delta Amacuro estuvo vomitando más petroleo de lo normal, luego de eso vino la fiebre, no se que pasó con Táchira pero también tiene fiebre.

˗ˏˋ 𝙋𝙪𝙧𝙚, 𝙙𝙖𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙣𝙩𝙖┆𝘙𝘶𝘴𝘝𝘦𝘯𝘦 ˊ˗̖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora