Heterosexual

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Fernando había sido gran amigo mío desde la secundaria, era de las pocas amistades que había preservado hasta ahora, casi 8 años después, había sido más que mi amigo mi confidente, y había estado conmigo en los momentos más difíciles de mi vida como cuando me declaré gay... Desgraciadamente me di cuenta de mis preferencias porque me enamoré de él, pero claro que eso él nunca lo supo.

- Entonces que, Diego, ¿Irás a la reunión?

Hacia casi dos años que habíamos terminado la carrera y como todos los universitarios comunes ahora mi anterior grupo se había puesto de acuerdo para celebrar una reunión de reencuentro. Fernando había venido a verme a mi departamento cuando le dije que no pensaba ir a reunirme con todos esos desgraciados que durante todo el curso nisiquiera me dirigieron palabra alguna.

- No sé, Fernando, no me apetece verle a la cara a tantos hipócritas

- Venga, yo también estaré,  si la pasas conmigo todo el rato no te aburrirás, solo tomamos unas cuantas copas y nos divertimos, no tienes nada que perder.

- Pero es que...

- Hagamos esto: vamos un rato y antes de la media noche te traigo de vuelta a casa, ¿Qué dices?

- Fernando yo...

- No dejaré de joderte hasta que digas que si

Una cualidad (o defecto dependiendo de cómo se vea) de Fernando era que es demasiado obstinado y no descansa hasta conseguir lo que quiere, eso lo sé yo de sobra.

- Vale, pero solo porque se que no dejaras de molestarme.

- jaja, soy increíble - se jactó y dio un trago a su cerveza

Recuerdo que cuando conocí a Fernando me pareció la clase de chico que tiende a ser presumido o narcisista; lo cambiaron a la escuela en la que yo iba a mitad de curso y tarde mucho en dirigirle palabra ese año.
Fernando era un chico de mi estatura, de piel trigueña y cabello castaño, con los ojos color avellana y en realidad nada fuera de lo común, pero lo que lo hacía ser atractivo era su sonrisa perfecta y su actitud de siempre estar dispuesto a ayudar, así como ser muy sociable y empático.
Ahora 8 años después, seguía teniendo esa risa y esa sonrisa que me derretía de solo mirar, y sigue siendo tan mono y lindo como siempre, pero ahora con un rostro más seductor y un cuerpo atlético.

Me di cuenta de mis preferencias sexuales cuando pasé de verlo como un amigo a imaginar cosas eróticas con él, pensaba como sería verlo sin ropa, o gimiendo debajo de mi, quizás simplemente imaginar cómo sería su cara de placer, y me di cuenta entonces de lo mucho que me gustaba.
Pero no sólo eso, además le tome mucho cariño, porque siempre estaba conmigo y prefería quedarse en mi soledad antes de irse con el resto del grupo, y así fue durante la secundaria y la preparatoria, hasta la universidad donde nos volvimos todavía más unidos, cuando salíamos de fiesta y me tocaba cuidarlo o el me cuidaba a mi, o cuando se quedaba en mi departamento porque estaba tan ebrio que no recordaba el camino a casa, o cuando pasaba por mi en las mañanas para ir a rodar en bicicleta y se bañaba de vuelta en mi departamento, y cosas como esas nos hicieron pasar de ser amigos a ser...

Cómo hermanos

Decía él.

Eso era peor que ser amigos para mi, porque mientras él me tenía un cariño fraternal yo le tenía un cariño de amantes.

Me gusta y gustaba tanto que a veces pasaba horas mirando su foto en el teléfono imaginando una cantidad incontable de cosas que jamás pasarían entre nosotros: como pensar como sería él en el sexo, o como sería una relación entre él y yo, cosas que él nunca supo pero que a mí me gustaba pensar en secreto.

ÉxtasisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora