Éxtasis

Homosexual

Nota: segunda parte de heterosexual (por si no leyeron el cap)

Habían pasado un par de meses desde la noche en qué Fernando y yo nos acostamos tan caliente y románticamente en mi departamento.

Los siguientes acontecimientos fueron curiosos, incómodos y románticos por igual: comenzamos a salir en plan "menos amigos y más pareja", para ver si podía salir algo fructífero de aquello.
Fernando me trataba lindo, me invitaba a comer, salíamos a tomar, a jugar billar, por él me comenzó a gustar más el ambiente de fiesta y me hice más sociable de alguna manera.

Lo único que no me gustaba de todo aquello es que sentía que se apenaba de que nos vieran juntos, como si se avergonzara de gustar de mi o de ser bisexual. Ese era un tema que habíamos discutidos mucho las últimas semanas, pero que remediábamos con un par de besos y caricias, lo cual me parecía una especie de soborno de su parte para mí porque no podía resistirme a eso.

- Buenos días, bebé - me saludó. Anoche se había quedado a dormir en mi departamento como ya comenzaba a ser costumbre, incluso ya había aquí algunos cajones para su ropa y el departamento parecía ya más "nuestro" que "mío"

- ¿Cómo amaneciste? - le serví café en la taza y le acerqué un par de hotcakes, pues casi siempre yo preparaba el desayuno porque solía levantarme más temprano.

- Con mucha energía. - respondió. Tomó el frasco de miel y se vacío una buena cantidad en su plato, después también puso unas cucharadas sobre mis hotcakes. - ¿Qué te parece si vamos a jugar hoy?

Los fines de semana gustábamos de ir a jugar a las canchas públicas, ya fuera tennis o basketball o fútbol (aunque yo fuera pésimo para el fútbol pero es que me gustaba ver su cara de entusiasmo cuando me anotaba un gol)

- ¿Vamos a las canchas entonces? - pregunté llevándome una ración a la boca. Sentí la miel escurrirse por mi comisura pero no le presté importancia. Fernando no me respondió. - Te digo que si te gustaría ir a... - volteé a verlo y lo vi mirandome fijamente a los labios. Su mano se acercó a mi rostro, y con un cuidado casi exagerado me acercó a él. Su lengua pasó por encima de la miel arrastrando esta con su saliva, después recorrió mis labios y finalmente me besó. Un beso dulce literalmente, suave, tierno incluso, que concluyó con un pico.

- Tenías miel. - dijo con tranquilidad cuando se separó. No pude evitar sonrojarme ante tan linda acción, Fernando podía ser tan dulce como quisiera, o tan ardiente como el mismo infierno. Cómo si fuera dos personas completamente diferentes en una misma. - Eres jodidamente lindo cuando te sonrojas. Y si, vayamos a jugar. - finalizó y me quedé perplejo mirándolo comer.

Cómo me encanta este hombre.

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Alrededor de las 11 ya estábamos en los vestidores, llevamos en la maleta un par de shorts deportivos, camisas sin mangas y camisas extras para cuándo terminábamos, pues no solíamos salir cambiados desde casa.
Extrañamente éramos los únicos en el vestidor, cuando en otras ocasiones solíamos encontrar a más chicos a esas horas.
Me deshice de mi playera y mi pantalón para cambiarme, pero antes de vestirme quise verificar si en el locker que acostumbro usar seguían mis cosas de la semana pasada, así que lo abrí para encontrarme con que ahí seguían mis audífonos Bluetooth, mi espejo y mi desodorante.

- Aquí siguen mis cosas - dije cuando estaba por cerrar el cubículo. Después sentí unas manos frías apretarme el trasero.

- Como me encanta este culo - susurro Fernando en mi oído y después me dio una palmada. Un beso en el cuello se sumo a su acción.

- Mngh...

Lo sentí pegarse a mi y frotar su miembro semi despierto en mis nalgas.
Se estaba excitando con solo verme semidesnudo.