01 | Aquí comienza.

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El sol brillaba demasiado.

Era dudoso tener ese clima, estaban entrando en Septiembre y Yoongi creía que empezaba a sentirse mejor. Las cosas en Daegu siempre fueron mucho más tranquilas que en Seúl después de todo. Pero si le preguntaras, diría que, en realidad, estaba harto.

No tanto como para no poder seguir con la vida, por si lo suficiente como para huir lejos de los ojos del mundo después de lo ocurrido en Agosto.

Dios, como se odiaba desde entonces.

Allí estaba tranquilo, nadie lo reconocía y había logrado sacar mucho -mucho- dinero de su cuenta bancaria cuando dejó la ciudad. Eran como mini vacaciones, siendo un puto fantasma sin identidad, refugiado en la nada, en medio de las afueras de Daegu.

No era divertido, debía fingir para mantener la cordura, no tenía derecho a quejarse. Era conveniente.

A pesar de no vivir con tantas emociones como antes, continuaba despertando con los rayos de la mañana en su cara y arrastrando las pantuflas de peluche azul por el piso de madera pulida. Un piso flotante ¿No? Yoongi nunca tuvo idea.

Los cabellos grises, grasosos y algo descuidados estaban disparados en todas direcciones, con la cara hinchada y pálida recién lavada reflejando su emoción por el inicio de Septiembre (no). Llevaba sus leggins grises arremangados para dejar que el frescor de la mañana lo ayudara a templarse, el café de la mañana estaba ardiendo en su lengua, pero no importaba el hervor o el inicio de un Septiembre dudoso; pocos días eran tan placenteros como esos. Uno en el que los pájaros cantaban felices, el viento traía el frescor de la nueva temporada, y sobre todas las cosas: nadie jodía su existencia.

No tenía móvil, ni un Nokia 600, tampoco PC, tablet o cualquier otra cosa capaz de conectarlo al mundo real. Nada más que una TV en medio de la pequeña sala de estar junto a la puerta de entrada que mostraba las últimas noticias de la semana. Desde Agosto que no dejaban de insistir con lo mismo, de molestar, irrumpiendo su racha de relajación. Se suponía había llegado hasta allí para alejarse de todo el caos, relajarse, dejar atrás los disparos, las órdenes y las expectativas, sin embargo... todo estaba ahí.

Silenció la TV a cambio de caminar fuera de la pequeña casa acomodada. En el porche techado, a su izquierda y junto a la ventana que daba a su cocina, estaba colgada la bolsa de boxeo enorme, gorda y pesada, algo llena del polvo que volaba alrededor del campo.

Bien, a Yoongi no le gustaba luchar cuerpo a cuerpo, creía que era mucho más riesgoso que usar un arma a la distancia y que lo debilitaba. Pero, dadas las circunstancias, debía entrenar, mantenerse activo para no perder la cabeza y perfeccionar la táctica de lucha para evitar que lo mataran. Una vez más.

El café de la mañana fue olvidado a un lado sobre un banco de madera, los pájaros seguían cantando, él sudaba, tenía los nudillos cubiertos por vendas y los pies descalzos se ensuciaban por la madera llena de tierra traída a casa por el viento. Las nubes corrían por el cielo impulsadas por el aire que arriba parecía ser bastante y Yoongi aún tenía que arreglar su cabello. Sucio por el sudor de las manos, algo de sangre en los nudillos gastados, el cabello se recogió en una cola de caballo apenas visible. Su estado exterior era un reflejo de la mente que intentaba apagar desesperadamente con golpes secos, músculos doloridos y calambres en las piernas por patadas demasiado altas.

10:30 A.M.

El sol seguía brillando, el día estaba perfecto.

Nada podía interrumpir su bienestar, su paz interior, el cantar de los pájaros o la luz tan perfecta que lograba calentar sus músculos flácidos. Estaba lejos de los problemas, y así quería seguir. Así debía seguir.

Fairy Project . VOL.1 | Taegi-jikook CORREGIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora