Al bajar a la cocina al día siguiente, escucho mucho ruido y risas, cuando logro enfocar bien la mirada, observo que KeMonito está desayunando con mi familia, espera, ¿Qué? No lo podía creer y solo pude decir un hola muy seco.
Hablamos acerca de muchos temas y parecía que mi papá y KeMonito habían arreglado sus diferencias.
Tomé una ducha y pasé todo el día con KeMonito en un parque.
Era impresionante la cantidad de personas que pedían fotos a él, además de los molestos paparazis.
KeMonito me invitó a su próxima pelea en la arena, le dije que trataría de hacer lo posible por ir, ya que iniciaría clases en la universidad la siguiente semana.
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