KeMonito y yo estuvimos un tiempo viviendo separados, para poder afinar los detalles de la boda, además de que él tenía peleas y yo terminaba la universidad.
Asistió a mi graduación y por fin pudimos juntar el dinero para nuestro apartamento en la Condesa.
Él consiguió una gira para peleas en México y Europa. Yo fui contratada por la empresa en la que hacía el servicio. Todo estaba de maravilla.
Un mes antes de la boda, la situación fue un poco estresante, había demasiadas cosas por arreglar y tan poco tiempo, había mucha tensión en mí y en KeMonito, la gota que derramó el vaso fue cuando mientras degustábamos el pastel, ninguno era de nuestro agrado, fue tanto el estrés, que terminé vomitando todas las pruebas.
Días posteriores a ese incidente los vómitos empeoraban y cada día me sentía muy mareada al despertar.
KeMonito me llevó al hospital el día que mientras cenábamos taquitos de chicharrón, vomité mi orden y me desmayé.
Desperté en el hospital, y el doctor nos informa que el estrés por la boda, tiene 2 meses.
KeMonito y yo nos miramos confundidos, nos tomó un segundo para darnos cuenta.
¡Estaba embarazada!
Lloramos de la felicidad y nos abrazamos tanto que apenas podíamos respirar.
Pasaron los días y con esta noticia, no podíamos esperar para el día de la boda.
