Ningen Shikkaku & Arahabaki

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Un misterioso anciano tocó la puerta en la casa de Dazai, trayendo con él unos papeles y un par de cascarones parecidos a la esfera Arahabaki antes de la explosión. El vendado y el del sombrero lo dejaron entrar a la casa, confundidos por la presencia de ese hombre de barba larga y sombrero arrugado.

— ¡Abelo!—. Dijo Ryū con alegría, acercándose al anciano y abrazando una de sus piernas.

— ¡¿Abuelo?!—. Se preguntaron los jóvenes al unísono. Miraban cómo Ryūnosuke festejaba la llegada del anciano, y cómo el pequeño Atsushi sonreía y gateaba hacia aquel hombre viejo.

— Así es. He criado desde que nacieron a este par de niños como mis nietos—. Explicaba, abrazando a ambos niños.
— Mi poder es: Cigüeña de la anulación del Arahabaki. Y vengo a decirles que, Dazai-kun, tu poder es el único en este mundo, y Nakahara-kun, eres la reencarnación del Arahabaki, por lo que también eres único. Ustedes sólo son la pareja del doble negro, Soukoku, y al usar el poder en forma corrupta y ser anulado por Dazai, crean a un nuevo ser que se desarrolla en una especie de huevo o burbuja en mi casa, llamados los mini Arahabaki. Estos niños son esas dos anulaciones del modo corrupto que Dazai-kun ha anulado a lo largo de estos tres años trabajando juntos. Deberían tener más cuidado y evitar usar el modo corrupto, Nakahara-kun, si no quieres tener más hijos e involucrarte más con Dazai-kun.

Ambos estaban sorprendidos, pero esa explicación tan extraño y con pinta de ilógica, emocionaba y ponía feliz al de vendas. Por su parte Chuuya, estaba avergonzado y molesto, no creía mucho en lo que el anciano decía.

— ¡¡Anciano idiota!! ¡¿Crees que soy un niño pequeño para creer tus estúpidos cuentos?!—. Se acercó el pelirrojo, retando al hombre.

— Lee estos papeles, mira estos cascarones Arahabaki, y deja que les haga la prueba de paternidad a ambos, de ese modo podrás...

— ¡¡¿Por qué demonios me pasan estas cosas a mí?!! ¡¡No quiero involucrarme en algo tan horroroso con Dazai!!—. Se quejaba, golpeando la pared con sus puños. Comenzaba a usar su poder de gravedad, pero Dazai sostuvo su muñeca, anulándolo.

— ¡Chuuya, tranquilo! ¡Te cobraré la pared si la derribas!—. Dijo Dazai. Tomó las hojas con los datos de los niños para leerlas. — ¿Y por qué no nos trajo a Ryū-kun cuando nació? Él tiene dos años y medio... ¿Y qué hay de Atsushi-kun? Nació hace medio año, ¿por qué hasta ahora?

— Cuando anulaste por primera vez el poder de Nakahara-kun, ambos tenían quince años... Ryūnosuke-kun nació cuando ustedes cumplieron dieciséis, eran muy jóvenes y decidí hacerme cargo yo mismo de estos pequeños niños...—. Besó la frente del pelinegro. — Pero ya estoy más viejo y cansado, y no puedo tener a un par de bebés que no me pertenecen...

El anciano no mentía. Dazai y Chuuya terminaron por creer, incluso hicieron esa prueba para mayor seguridad, la cual salió positiva. El de sombrero estaba estresado y sin ganas de nada. No aceptaba el hecho de ser uno de los padres de esos niños que llegaron a arruinar su vida. Nunca había odiado su poder, pero ahora lo detestaba más que nunca y más si Dazai era el único en el mundo capaz de anular su forma corrupta, y la no corrupta también. Quería morir.

Estaba recostado en su cama, abrazando una almohada y semi cubriendo su rostro. Ni siquiera se había atrevido a ir a la Port Mafia por pena a que el vendado revelara la verdad a Mori y a los demás. Era vergonzoso, pero muy capaz de Dazai decirlo al mundo entero, o eso creía Chuuya.

— Mami Chuuya, dormir—. Ryūnosuke subía una de sus piernas a la cama con esfuerzo para no resbalar y caer. Quería estar cerca del que se encontraba triste, y abrazarlo.

— Vete. No te quiero cerca—. Dijo el pelirrojo, cubriendo más su cara para ignorar a ambos niños. Era raro, pero estaba llorando.

Atsushi gateaba hacia la orilla de la cama al momento en que Ryūnosuke quería subir a ésta, tuvieron un pequeño choque y ambos cayeron, llorando al instante.

~WAAAAAA~

— ¡¡Inoportunos mocosos!!—. Aventó la almohada con enojo, levantándose para ir en "ayuda" de los pequeños llorones.

Jaló uno de los cortos brazos de Ryūnosuke para levantarlo del suelo y subirlo a la cama, mientras que con su otro brazo tomó al bebé más pequeño, para también dejarlo sobre la cama. Estaba enfadado de la situación. Quería desaparecer.
Los niños no paraban de llorar, hacían coro entre los dos, haciendo llorar a Chuuya.

— ¡Mami~!—. Decía el mayor entre llantos, apretando con su pequeño puño la camisa del pelirrojo. Miraba a Chuuya, suplicándole cariño.

— ¡¡¡Haber nacido de ese Arahabaki no fue mi culpa!!! ¡¡¡Así como yo estuve solo, ustedes también pueden crecer solos!!!—. Apartó al pelinegro de él, alejándose y preparando todo para salir e ir a la Port Mafia, sin importar dejarlos solos.

Mientras tanto, en la Port Mafia...

Había una organización mafiosa enemiga que era una amenaza para la Port Mafia. Mori había enviado a varios de sus subordinados, líderes y subalternos a combatir contra la mafia enemiga, pero sólo traían a varios de sus integrantes muertos, por lo que tuvo la idea de usar al Soukoku para enfrentarlos.

— Nakahara Chuuya-kun no vino. Pero estoy seguro de que si le llamas y le dices que ambos deben trabajar el Soukoku para enfrentar a esa organización, él lo hará ¿No es cierto?—. Decía Mori. Estaba frente a Dazai, teniendo a dos de sus subordinados detrás del joven líder.

— Chuuya lo hará. Pero no le puedo asegurar si estará dispuesto a usar su forma corrupta—. Respondió con seriedad, recordando el problema que Chuuya tenía al ser la reencarnación del Arahabaki.

— Pero ustedes siempre logran derrotar organización. ¿Por qué ahora no querría él usar la corrupción? Irás con él y anularás su...

— ¡No lo haré!—. Interrumpió, respondiendo con un gesto de tristeza y decepción. Si bien, encontrar a esos niños había sido algo divertido y lindo para Dazai, saber la verdad sobre ellos lo alegró un poco, pero lo hacía sentir algo extraño, atrapado y no podría cometer suicidio con facilidad. Además, Chuuya estaba molesto con él, culpándolo de aquellas dos veces en las que anuló su corrupción. No era su culpa, sólo hacía útil su poder para salvar a Chuuya.

— Mmm... No deberías negarte, Dazai-kun. Si es necesario, podría incluso asesinarte si te niegas a ayudarme. No me importaría quedarme sin tí y sin tu útil poder.

— Ya no me importa nada, Mori-san. Puedes decirles a tus subordinados que me asesinen—. Apretaba sus puños, mirando hacia el suelo. Traía un parche y venda en su ojo derecho, así como otro pequeño parche cerca de su mejilla izquierda.

— Bien. Si tú lo has pedido. Disparen—. Ordenó. Estaban por apretar el gatillo cuando...

— ¡¡¡IRÉ CON DAZAI A ENFRENTAR A ESA ORGANIZACIÓN!!!—. Entró Chuuya corriendo apresuradamente. Estaba agitado, pero había llegado a tiempo.

— ¿Chuuya?—. Se sorprendió al verlo. Lo observaba con una sonrisa, sintiendo que había sido perdonado por su pareja del doble negro.

— ¡¡DEJA DE MIRARME, IDIOTA!! ¡¡YA OÍSTE LO QUE DIJE Y ESO HAREMOS!!

— ¿E-Estás seguro?—. Preguntó ruborizado.

— ¡L-Lo estoy! Podremos derrotar a esos tipos sin mi forma corrupta—. Dudando, lo dijo.

— Claro.


FAMILIA IMPROVISADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora