Excluidos

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Oda no había comentado nada a su esposa sobre su condición. No quería sentirse humillado, ni mucho menos, hacer sentir avergonzada a la pelirroja.

Sólo le confió su secreto a Dazai, quien no comentaría nada a nadie ni siquiera a Chūya.

Se encontraba en casa cuidando a Karma, Atsushi y Ryūnosuke, mientras que Chūya y Dazai habían salido a una cita de pareja, y Kouyou de compras.

El adulto se sentía menos miserable que antes. Disfrutaba de su pequeño bebé de un mes de nacido: Karma, y de sus nietos.

Empezaba a encontrar la felicidad en los niños, y a no lamentarse por su vida. No fue su culpa ser madre y padre a temprana edad, no fue culpa de su hijo que la esfera Arahabaki le creara niños, así como tampoco, es su culpa el estar embarazado otra vez.

Aceptaría su destino sea cuál sea, y si ese destino es morir en el parto, sería un gran alivio para él, descansaría en la eternidad y dejaría de sufrir por todo aquello que lo sigue atormentando.

— Abelito...

Llamó Atsushi, jalando parte del pantalón del mayor. Oda volteó hacia abajo y se puso a la altura del albino, para saber lo que quería.

— Dime, Atsushi-kun.

— Bebé Kaama deshpetó. Eshtá llodando.

Avisó preocupado.

— Iré a verlo. Gracias por avisar, pequeño.

Dijo con amabilidad. Atsushi le sonrió tierno y se alejó corriendo hasta donde se hallaba jugando con su hermano mayor.

Oda fue a la habitación de al lado de donde estaban los niños, y levantó al bebé pelirrojo en brazos, cuidadosamente y dando pequeños arrullos.

— Tranquilo, mi niño. Mami no está, pero papá está aquí, calladito y sin llorar.

Mientras sostenía al niño en uno de sus brazos, arropado en un cobertor pequeño, con su otra mano, agitaba la leche preparada hace un rato del biberón, y lo destapó, para darle de comer.

Karma pronto se alimentaba y se quedaba tranquilo. Era una imagen tan hermosa que Oda podía ver.

— Mi Osamu-kun tiene parecido a ese Demonio... Mi nieto Ryū también... Karma se parece a Kouyou, y un poco a mí y a Chūya... Pero tú...

Refiriéndose al feto de tres meses que tenía en su interior.

— ¿También te parecerás a ese maldito Demonio?

— ¡Po-po! ¡Pu-pu! ¡Dyū-nii! ¡Llegó e tién!

Atsushi jugaba a que iba al volante en un tren imaginario dentro de una caja de cartón. Había hecho una parada para "subir" a Ryūnosuke, quien salió de "su casa" imaginaria y se metió en la parte trasera de la misma caja de cartón. Era amplia y especial para juegos.

— ¡A bordo! ¿Vamos a Shinjuku?

Cuestionó el azabache dentro del juego. Atsushi sonrió.

— ¡Shii! ¡Shin-juku! ¡Vamosh! ¡Dyū-nii, chinturón!

Ordenó por precaución.

Todo era imaginario, y muy divertido para ambos, que tenían gran creatividad.

— A-Sushi, ¿abuelito Oda vendrá con nosotros? ¿A jugar?

FAMILIA IMPROVISADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora