EL ÁNGEL DE LA HABITACIÓN 13

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Cabe decir que, precisando los hechos, no debía capitular nada fuera de mi asombro. Esto debía quedarme fuera de mi impresión.

El informe yacía en el escritorio dispuesto a ser entregado pero no debía serlo. Luchando contra mis creencias y mi profesión.

Los hechos sucedieron el día lunes de la semana anterior en la comisaría pequeña del pueblo Besú, estábamos Carl y yo en el horario nocturno, recibimos un llamado a las once de la noche sobre una chica muy asustada que había escuchado ruidos en la habitación de al lado, describió que había llegado hace un par de minutos del trabajo, no había terminado de quitarse la ropa cuando escuchó ruidos, describió los gritos desgarradores de una mujer y golpes por la pared.

Carl y yo nos miramos mutuamente, no creyendo del todo porque fue la única llamada de esa noche.

—Deberíamos ir a revisar—apunte.

Carl miró fijamente el teléfono y suspiró.

—Puede ser que nos quisieran sacar de aquí Hess, te puedo autorizar que inspecciones y me informes sin actuar.

Me dispuse a salir de la comisaría y me dirigí a los departamentos de almacenes que albergaban a la mayoría de los jóvenes que cambiaban de pueblo. Los almacenes eran edificaciones viejas de ladrillos rojos, las partes de atrás estaban salpicadas de grasa y hollín que endurecidos hacían una gigantesca costra de masa negra.

Salí del auto y llame a la encargada, la cual nunca salió, la edificación en sí parecía vacía. Llame por la radio a Carl para informarle lo sucedido pero había mucha estática, el canal no era bien recibido, opté por sacar mi pistola y me adentre al edificio, sin en cambio todo me parecía tan solitario, todas las puertas están cerradas pero de ellas no salía ningún ruido, como oficial calificado debía mantener la calma, quizá habían secuestrado el edificio.

decidí inspeccionar la habitacion de donde procedía la llamada, la número 12.

—Oficial Hess, he venido por su llamado, abra de inmediato—dije con aplomo y esperé.

Pero nadie abría la puerta, incluso nin guna del resto del pasillo, procedía a tocar la puerta con los nudillos, pero estaba entre abierta.

—Entraré—dije y empujé la puerta.

di unos pasos, todo estaba a oscuras, busqué a tientas un apagador, pero no encendía, tome mi linterna, mi pie se topó con algo, encendí la linterna ya punte hacia donde el piso.

Un frío pesado recorrió desde mi nuca hasta mi espalda y brazos.

una mano yacía hacia arriba en un charco de sangre, comencé a temblar y a respirar con fuerza, sentí frío, iluminé al fondo, un cuerpo de mujer envuelto en tiras de ropa rasgada, los cabellos enmarañados en un enorme charco de sangre y vísceras, me percaté de que ambas manos habían sido amputadas y su rostro reflejaba la más horrible máscara mortuoria que haya visto.

intente contactar de nuevo la radio de la comisaría pero la línea era inservible.

De pronto en la habitación de al lado un grito desgarrador de mujer retumbó por las paredes. corrí hacia la habitación continua, patee la puerta con el corazón en su punto de quiebre.

—¡Policía!

Me quedé estático, frente a mí, una figura blanca humanoide se mantenía de espaldas a mí, parecía una mujer, poco a poco tomaba la forma de una mujer blanca brillante y desnuda.

En este punto me detuve con la carpeta en mano frente a la puerta del alguacil y respire hondo, ¿cómo era posible que al salir de ese lugar y regresar con ayuda nada de eso había pasado?

¿Cómo era posible que ambos cadáveres nunca existieran?

Ambos, había uno en la habitación doce y el otro...

Cuando salí en el piso del estacionamiento del departamento estaba ese otro cadáver desnudo.

Por que aun podía verlo, justo cuando me daba la espalda y subía al marco de la ventana extendió... de su espalda salieron unas inmensas alas blancas, tomándose justo del marco sus alas comenzaron a quemarse

—Yo no quería hacerlo—dijo con el fuego consumiendola.

Y saltó 

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