Capitulo 7: El otro guardián

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El aire olía a primavera, la luz del día que se colaba entre las hojas de los árboles que el viento movía, era tan intensa, que Chibiusa debía cerrar sus ojos. Todo era paz, no había nada de qué preocuparse. Podría quedarse allí para siempre, recostada sobre el pasto, respirando lentamente...

A lo lejos, el sonido similar a cascos de un caballo acercándose al galope, la obligó a abrir sus ojos. Quiso sentarse, pero su cuerpo estaba demasiado relajado y por alguna razón parecía más pesado de lo normal. Con algo de esfuerzo logró hacerlo, y entonces, se encontró sentada debajo de un bello árbol de hojas moradas y sobre un verde campo cubierto por flores silvestres de color rosa pastel. Inesperadamente, un hermoso pegaso blanco llegó y se detuvo justo frente a ella.

—¿Pegaso?—preguntó dudando. Tenía la sensación de estar olvidando algo importante ¿se conocían? ¿por qué sabía que era un pegaso?

—No hay tiempo, debes despertar. Tu cuerpo se está debilitando y el Cristal Dorado no es lo suficientemente fuerte en este momento.— la alertó el pegaso, acercándose más a ella.

Chibiusa lo acarició y entonces tanto el Cristal Dorado que el pegaso llevaba en su frente, como el Cristal de Plata que ella tenía colgado en su cuello, comenzaron a brillar.

—¡Helios!— recordó de pronto —¿En dónde estamos? ¿Qué ocurre?— Se puso de pie y observó su alrededor. El cielo y el campo parecían infinitos y no se divisaba a lo lejos ni un árbol, casa, gente ni nada más que pasto y flores. El cielo no tenía ni siquiera una nube. Su pecho se sentía algo pesado y le costaba respirar.

El pegaso tomó la forma de un hermoso adolescente de cabello blanco y traje blanco, con un llamativo cristal en su frente.

—Estamos siendo atacados, nos tomaron por sorpresa... tampoco estaba preparado para esto.

—¿En donde estamos Helios? ¿Qué es este lugar? ¿Dónde están los demás?— El silencio de él, la ponía nerviosa. Lo conocía lo suficiente como para saber que le estaba ocultando algo y no se lo quería decir.

—Estamos en Elysion, pero ya no es un lugar seguro. Tenemos poco tiempo.— se lamentó y se acercó más a ella. La contemplaba con amor y fascinación, como si fuera la primera vez que la veía, como si estuviera memorizando cada mínimo detalle de su rostro.

—Me estás asustando ¿Qué ocurre?— sus ojos denotaban miedo y comenzaba a sentirse mareada, quizás por la dificultad para respirar.

—Mi hermosa y pequeña Usagi...— empezó a decir y sonrió levemente —Nos están atacando, no sabemos con precisión quienes, pero sospecho del Clan de las Sombras, debes contarle esto a las sailors.

—¿Quiénes son ellos? Jamás los había escuchado ¿Vienen de otro planeta?

—No, no... ellos eran parte de la corte real en el Milenio de Plata. Hubo problemas, desacuerdos, luchas de poder. Ellos se oponían al reinado de la reina Serenity. Pero tenemos poco tiempo, luego podrán hablar sobre eso.— dijo y tomó sus manos entre las suyas —Amor, estamos muriendo. Te atacaron en el gimnasio, y cuando lo percibí ya era tarde, no pude llegar a tiempo. Lo siento, no pude protegerte, princesa...

Chibiusa lo miraba boquiabierta, un ligero rubor había encendido sus mejillas y sus ojos se humedecieron.

—Cuando iba por ti, en la entrada del gimnasio, me atacaron y no logré ver al enemigo. Una enredadera me envolvió y sus espinas se clavaron en mi cuerpo, haciéndome caer en este sueño junto a ti. Mientras tú y Sailor Moon posean el Cristal de Plata, el mundo tendrá esperanza. Es muy importante que sobrevivas y te cuides...

—¿Por qué hablas como si no fueras a venir conmigo?— preguntó ella, que pareció adivinar la respuesta.

Helios continuó sosteniendo sus manos, pero ahora, acarició el rostro de ella para limpiar una lagrima que se había escapado —Te amo con todo mi corazón, Usa. Tenemos sólo una oportunidad. Tu cuerpo está más débil que el mío, por lo tanto, cuando despiertes debes intentar ocultarte y buscar refugio. Yo me encargaré de distraer al enemigo y usaré el Cristal Dorado para potenciar tu Cristal de Plata, él te sanará ¿Esta bien?— terminó de decir con calma para no asustarla.

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