Capítulo 13. A mano.

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—¡Te digo que es cierto!

—Si claro, y yo soy súper meloso en una relación amorosa —resopló el pelirrojo. La chica de cabello rosa que tenía en frente lo miró con interés—. Era sarcasmo, idiota.

Vanessa negó su cabeza con molestia.

—¿Por qué no me crees? —espetó enojada.

—Mmh... ¿Tal vez porque eres una loca maniática al romance que le es muy difícil diferenciar realidad de ficción y vive todos los días en sus fantasías? —enumeró Zora con fastidio—. Creo que hay bastante material para no confiar en cualquier sandez que sueltas.

La chica miró hacia otro lado haciendo un puchero enojada.

«En serio no puede aceptar la realidad» pensó con una gotita en la sien el chico.

—Y hablando más en serio —gruñó el pelirrojo cruzándose de brazos—, ¿qué estúpido realmente se tragaría que Asta estuvo a punto de besar a Noelle?

—¡Te lo juro por Afrodita!

—¿No hay nada que no relaciones con amor? —preguntó con una mueca.

—¿Tengo que responder a eso?

—Mejor no.

Se quedaron unos segundos en silencio, mirándose desafiantes hasta que el ambiente se relajó un poco. Pero luego de un rato la chica volvió a explotar:

—¡¿Pero porqué no me crees?! —exclamó enojada.

—¡Ahhhhhhh! —gritó el chico con irritación revolviéndose el cabello tratando de manejar su exasperación y no cometer un asesinato—. ¡Ya cállate! ¡Llevamos como media hora en lo mismo! ¿Sabes qué? Mejor me voy, es imposible hablar contigo.

Y el pelirrojo se marchó del lugar echando humos.

—Tsk, amargado.

Unos cuantos días habían pasado desde esa aterradora noche para Noelle, en todo ese tiempo siempre se la veía llevando algún que otro dulce que compraba a Asta mientras este se recuperando de la paliza de esos hombres que habían acosado a la chica

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Unos cuantos días habían pasado desde esa aterradora noche para Noelle, en todo ese tiempo siempre se la veía llevando algún que otro dulce que compraba a Asta mientras este se recuperando de la paliza de esos hombres que habían acosado a la chica. La peli-plateada no podía evitar sentirse en deuda con él, siempre que iba a su habitación se sentía apenada por la situación en que había metido al de ojos verdes. Sentía que debía pagarle el favor... De algún modo, pero él siempre termiaba negando con su cabeza y frunciendo su ceño diciéndole que eso no tenía la menor importancia, que no hacía falta que hiciera nada por él.

“—Noelle, ¿te sientes bien? —le había preguntado una vez que ella decidió pasar la tarde con él. La joven tenía la cabeza gacha y esto claramente había alertado a Asta.

Ella negó con la cabeza sin quitar su expresión de culpabilidad.

—No es nada, tonterías mías.

¡Ese idiota!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora