━prólogo

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arriving in London
AGOSTO; 1953

arriving in London│AGOSTO; 1953│

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—¡Sally!—escuché la voz de mi padre, mientras sentía que me movía de forma ligera para despertarme de mi sueño, algo que consiguió.  

—¿Qué?—pregunté un tanto adormilada, mientras pasaba las manos por mis ojos.

—Llegamos a nuestro nuevo hogar—recobré mi postura sobre el asiento sin ganas.

Creo que esa fue la peor decisión que ha tomado mi padre hasta el momento. Irme de King's Lynn no estaba en mis planes; pero la insistencia de una pequeña de cinco años comparada a la elección a la cual no iba a desistir su padre, era insignificante.

—Pues... no quiero bajar del auto—me negué rotundamente, cruzando los brazos y mirando hacia el lado contrario de donde se hallaba.

—Sally, tesoro—me llamó, de igual forma me mantuve en mi postura—. Sabes que allí no era un buen lugar para vivir, menos con las personas que lo habitan.

—Pero estaba mi mejor amigo y no lo podía abandonar—solté, y mis ojos empezaron a aguarse—. No en su condición.

—No había nada que pudiéramos haber hecho—me aseguró, pero yo sabía que no era así.

—Sally—me llamó mi nana, que estaba a mi izquierda.

—¿Qué?—pregunté cortés; no me podía enojar o molestar con ella, ya que no tenía nada que ver con la mudanza.

—No hagas un berrinche—dijo con un tono calmado, como era de costumbre en ella—. La vida en ese lugar no era muy buena. Aquí tienes la oportunidad de comenzar otra vez, de crear nuevas amistades.

—Pero nana—solté con tristeza—. Roger era mi único amigo ya que nadie más quería serlo, no creo que por estar en Londres las cosas cambien.

—Tú no puedes saber eso, querida—palmo un lugar al lado suyo y dirigí allí, entonces ella pasó un brazo sobre mis hombros—. Vamos, bajemos del auto y descubramos Londres—me sonrió.

Por un lado, no quería ingresar a aquella casa porque sabía que al poner un pie sobre aquel lugar, comenzaría una nueva vida desde cero, y no estaba preparada para eso.

Por otro lado, la idea de cambiar de aires me agradaba. Nunca había salido de King's Lynn, así que estaba muy emocionada por lo que me encontraría en el mundo exterior.

Nana me extendió su mano para bajar juntas del auto, pero rechacé su propuesta. —¿Qué sucede?—pregunto algo confundida.

—No puedo dejar a Chloé aquí—le aclaré. Mi gatita se hallaba en su bolso de viaje, y no me la podía olvidar dentro del auto.

Good Company│Brian MayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora