Prólogo

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Marzo, 1950

Alguien arrojó una carta por la rendija de la puerta en el hogar de los Lee. La madre, quien permanecía en casa la mayor parte del tiempo, recogió y leyó solo las que estaban dirigidas a ella y su marido. Había una carta enviada a uno de sus hijos. Evitaba entrometerse. Nunca le faltaba el respeto al orgullo de la familia, Mark Lee. Ojalá su hermano mellizo hubiera salido igual de bien.

Le entregó la carta ni bien llegó a casa del Instituto Teológico, donde estudiaba para convertirse en sacerdote. Mark se metió a su habitación y esperó a que llegara Jeno para recién leerla.

Jeno terminó con sus clases en el club de drama local y apareció en casa unos minutos después, su madre no le recibió amorosamente. Para ella, un profesorado en artes dramáticas no era para nada masculino. Sin embargo, Jeno fue bendecido con una personalidad fuerte, gran altura para la época y un cuerpo atlético capaz de voltear a cualquiera de sus opositores si lo necesitaba. Así que, normalmente, nadie le llevaba la contra al punto de sacarle de quicio. 

Al entrar a la habitación, encontró a Mark sentado en su escritorio, estudiando uno de sus libros de demonología. 

—Tenemos una carta— sonriente, le mostraba la carta que sostenía con dos dedos. 

—¿Es de Chenle?— dejó su maleta en los pies de la litera y se acercó a Mark.

Chenle era su hermanastro. Era hijo del hombre que ahora tenía el título de padrastro pero que para ellos no era más que una basura. ¡Pobre Chenle! No compartía el gusto de Jeno y Mark por las chicas. El padre lo descubrió besando a un chico y lo corrió de casa. Sin dinero, ni nada para resguardarlo. Jeno y Mark buscaron por todos lados pero no pudieron dar con él, hasta ahora. 

—Está usando el apodo que le dimos, «Lele», buena idea para confundir a mamá. Seguro que ella piensa que es una chica. Como se nota que poco le importa si salgo con alguien mientras sea mujer. ¿No se supone que soy un sacerdote en potencia?

—¡Shh! ¡Habla menos y has más!

Mark abrió la carta y leyó en susurros. 

—Mark y Jeno. Estoy bien. Jisung me acogió…¿Quién es Jisung?

—Creo que es el chico que le gusta.

—Ah, bien. Sigo. Jisung me acogió, estoy en los edificios Seo. Vengan a visitarme, vivo el apartamento veinticinco. Saludos. 

Los mellizos mantuvieron el silencio.

—Déjame ver la letra— pidió Jeno. Era una cursiva preciosa. —No hay forma de que sea de Chenle—. concluyó.

—Los departamentos Seo...escuché hablar de ellos. Son un tema recurrente entre la cháchara de los aspirantes en el instituto. Dicen que es un lugar profano. 

—Seguro que tus compañeros creen que todo es profano. 

—No, o sea, sí pero…¿Sabes por qué se considera profano un lugar?

—¿Por la cantidad de pecados cometidos allí?

—Más que eso. Por la presencia de algo maligno. Eso quiere decir que ya no es más sagrado. Al contrario, está maldito.

—Mmh…— no parecía convencido del todo.

—Varios asesinatos están relacionados con esos edificios. No podemos dejar que Chenle se hospede ahí.

Jeno se cruzó de brazos.

—¿Y dónde más? No puede volver aquí. Si queda solo con el señor Zhong, sería su fin. 

—Mmh— Mark se detuvo a pensar, Jeno tenía un punto, no había mucho que ofrecerle a su pequeño hermano menor—. Entonces, vámonos a vivir allí. 

—¿Qué? ¿Con qué dinero?

—Con el tuyo, claro. ¡Yo no recibo paga por estudiar!

—¡Claro que no!

—Está bien, les diré a los viejos que nos ayuden. Seguro estarán felices de que te vayas de casa.

—Jaja. Y dime, genio, ¿Cómo esperas que me traslade desde el apartamento hasta el club de drama? Son más de seis kilómetros. ¿Cómo costearemos la gasolina?

—Los apartamentos están cerca de la facultad de artes, busca empleo allí. Usa tu brujería para que te acepten. ¡Queda decidido! 

—¡N–No es brujería es Ley de Atracción! Además...— lo agarró de los hombros y los sacudió—. ¿Te estás escuchando? ¡No sobreviviremos ni un día por nuestra cuenta! ¡Tu ni siquiera sabes cómo lavarte los calzoncillos! 

—Por eso te tengo a ti para cuidarme y mantenerme. ¡Mientras yo santifíco el lugar y me convierto en el mejor sacerdote exorcista del mundo!

—¿Esa es la razón? ¿Llamar la atención? ¿No vamos por ayudar a Chenle? 

—¡Si! El reconocimiento que tendrán mis hazañas es un plus— se soltó del agarre de Jeno. Observó la carta una última vez y luego posó los ojos sobre su hermano—. Será como en los viejos tiempos.

La mirada de Mark, jubilosa y encendida, terminó por ablandarlo. 

—Si me voy, ese señor abusaría de mamá. Aunque ella no me quiera, no me gustaría saber que está sufriendo. 

La sonrisa del mayor de los mellizos –Mark era mayor por diez minutos– se desvaneció y otro silencio inundó la habitación. 

—Hazle un maleficio.

—Basta. Soy pagano, no brujo.

—Pero sabes cómo hacerlo, ¿No? Lo hiciste antes— Jeno miró a un lado mientras rascaba ansiosamente su nuca—. Estoy seguro que tu amigo karma entenderá que lo haces por una buena causa y no te devolverá las malas vibras.

Jeno se sentó al borde de la cama, pensativo. 

—¿Qué debería hacer? 

—Mátalo— Jeno lo miró con una expresión de espanto. Mark rió—. Es broma, bobo. Pero no sé qué decirte, no es como que puedas sacarle la maldad a alguien ¿O sí? De haber podido, ya lo hubieras hecho. 

Una idea se iluminó en la cabeza de Jeno, pensada no gracias a Mark. 

—Ya sé qué hacer. Yo me encargo. Tú ocúpate de avisar que de la nada se nos ocurrió irnos de casa. Saldremos mañana por la mañana.

—Hecho. Sabía que podía contar contigo. 

Bu [johnmark] [norenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora