Capítulo 2

220 43 0
                                    

La verruga de Jeno se disipó durante el día, el karma consideró que él tenía la razón. Más o menos. Quizás solo le daba pena arruinar esa bonita piel suya; de todos modos, con o sin verrugas, ardería en el infierno si juntaba suficientes faltas. 

Una vez terminaron de desempacar, los mellizos –aferrados a sus objetos de protección– tocaron la puerta del departamento veinticinco. Nadie les abrió. Se miraron entre ellos, Jeno fue quien tocó una vez más. La puerta cedió, abriéndose en un chillido. El olor a putrefacción que salía de sus adentros colmó sus fosas nasales. 

El menor trató de entrar, Mark interpuso el brazo entre él y la puerta.

—Vamos Jeno, despierta ya— le dijo, frunciendo el ceño—. Aquí apesta a muerte, ¿Vas a pasar así sin más? 

Jeno parpadeó un par de veces, parecía fuera de sí, nuevamente.

—Lo siento. Se supone que Chenle está ahí...estoy preocupado.

El mayor de los mellizos bajó el brazo y se acomodó el cuello de la camisa en lo que aclaraba la voz. 

—Permiso, vamos a entrar— anunció, con la voz suave pero firme. 

En efecto, sus interiores podrían confundirse con un matadero. 

Comidas compuestas en su mayoría por carne magra reposaban en avanzado estado de descomposición sobre una mesa redonda en medio del monoambiente. Filetes, tripas, corazón; un festín carnívoro. Los mellizos no podían discernir si los platos alguna vez fueron cocinados o se sirvieron crudos. 

Jeno se tapó el rostro con ambas manos, dejando espacio entre sus dedos para sus ojos.

—Es repugnante. 

—Sip. A esto le llamo inusual. 

—Ay, Mark Lee, eres un completo idiota. 

El asqueado muchacho ignoró sus instintos que le pedían la retirada con desesperación y se precipitó a recorrer el monoambiente. Abrió la puerta del baño y de la habitación. Ambas estaban vacías. O eso pensaba. Jeno percibió movimiento bajo la cama perteneciente, supuestamente, a Jisung. 

—Mark, hay algo bajo la cama.

—Genial, a ver. 

El aspirante a pastor siguió sus pasos y observó con detenimiento. Su corazón se detuvo cuando dos brillantes ojos rojos aparecieron de repente. 

—No es genial— susurró. 

Los ojos se movieron de lado a lado, como flotando, o como si no tuvieran portador...pero sí que lo tenían. Lo supieron al escucharlo gruñir. 

—Vamos— Mark jaló del brazo a Jeno, quien a pesar de verse intimidante, estaba petrificado y con una expresión de espanto que le cambiaba totalmente el rostro—. ¡Vamos!

Logró moverlo justo a tiempo. Mark no lo vio pero Jeno sí lo hizo en los escasos segundos que le tomó a su hermano cerrar la puerta: un cuerpo como el de un humano, sin piel y resbalando en sangre. Salió arrastrándose bajo la cama a una velocidad aterradora. «Hizz» siseaba, como una serpiente. Alcanzó a golpear la puerta de su lado al momento en que Mark lo dejó sin salida. Le hubiera resultado gracioso en otro contexto pero, se iba la gracia si Jeno no se reía también.

—Jeno, Jeno–ya— no se había percatado de que Mark lo había alejado de la puerta y se encontraban al lado del festín carnívoro. Su hermano trataba de que volviera en sí, dándole suaves palmadas en las mejillas.

Jeno lo apartó.

—Estoy bien— volvió a taparse el rostro y se tambaleó.

—Mírate, tendrías que haber hecho el servicio militar, pareces una nena. Sin ofender a las nenas— se apoyó en la mesa—. La hijita de la señora Park no es nada como tú, ¿Te acuerdas cuando arrojó a ese pedófilo al lago Jinyang? Ella sí que es valiente. ¿Y tú? Apunto de desmayarte por un par de ojos bajo una cama. Ya vimos ojos bajo las camas antes.

—Ya cállate, deja de hablar tanto. Eres un lunático— murmuró la última oración—. ¿No lo has visto? 

—No tuve el placer. 

El solo acto de rodear los ojos provocó que Jeno perdiera el equilibrio. Mark lo alcanzó antes de que terminara de caer.

—Te voy a alistar a la próxima guerra que haga este estúpido gobierno— lo cargó en su espalda. 

Mark sí que tiene un mecanismo de supervivencia digno de un lunático, prefiere hacer de cuenta que todos están exagerando. Pero, sabe bien qué pasó. También tiene el estómago revuelto por las náuseas, y de su frente también descienden las gotas de sudor frío. Y también está aterrado de que esa cosa sea el tal Jisung, y que lo que esté en la mesa no sea carne de animal.

Salió del departamento a paso lento, sin mucha idea de qué hacer a continuación más que acostar a Jeno en el piso y quedarse a su lado. 

No obstante, alguien lo detuvo antes de que pudiera concretar ese plan.

—Hola, nuevo. ¿Ese es tu hermano el que llevas ahí?— se trataba de un hombre delgado y de piel tan blanca que podía ver sus venas llevar sangre desde donde estaba parado. Su sonrisa desprendía una espeluznante curiosidad. 

—Tengo prisa— Mark lo rodeó. 

—Cuida bien de tus seres queridos, Mark Lee. 

El recién nombrado abrió los ojos de par en par, más no se dejó impresionar por mucho tiempo. Se detuvo frente a su departamento, levantó la mirada hacia donde el desconocido seguía sonriendo. Le sonrió también. 

—Que no quepa duda que lo haré. Buenas tardes.

Bu [johnmark] [norenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora