Capítulo 1

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Tal vez el pájaro que se estrelló contra el parabrisas el fatídico día de su llegada haya sido el mal augurio que, de haberle escuchado, se habrían ahorrado las penurias que acarreaba. Sin embargo, Mark se limitó a encender el limpiaparabrisas mientras la mirada curada del espanto de Jeno seguía el recorrido de la varilla de derecha a izquierda.

El mellizo mayor miró al copiloto de soslayo para contemplar, divertido, su expresión de desagrado. No obstante, sus ojos cayeron en una pequeña protuberancia negra que el cuello de Jeno recientemente había adquirido. 

—¿Te ha salido una verruga? 

Jeno se removió incómodo y subió el cierre de su chaqueta de cuero hasta el tope. 

—Sí, es asqueroso. 

—Pero, ¿De la nada?

—No, habrá de ser por el "maleficio"— hizo comillas.

Mark casi se pasa de la entrada, tuvo que volantear a lo bruto y por poco se lleva a una mujer encima. 

—¡Dios santo, Mark Lee!— Jeno le pegó en la nuca. 

—Dios santo sin duda— sonrió culposo—. Mira, ella ni se inmutó.

Tal y como Mark decía, la mujer, de confección alargada y escualida, se mantenía de pié a unos centímetros del capó del automóvil. Tenía una expresión alegre, inadecuada dada la situación.

El mellizo menor se bajó del automóvil para cumplir con las cordialidades correspondientes.

—Lo lamento tanto, señorita. Mi hermano es un completo idiota. No sé qué habríamos hecho de haberla lastimado. 

—¿Jeno Lee?— preguntó, girando en su dirección.

—Sí…

—Soy la recepcionista. El jefe me mandó a recibirlos. Los guiaré hacia su apartamento pero, primero deben llenar unas formas.

Les dio la espalda a los hermanos y caminó hacia el edificio principal, donde estaba la recepción y el primer centenar de apartamentos. Era una construcción gigante. Tenía solo un compañero, un edificio considerablemente más reducido pero que seguía en construcción en lo que se agregaban residentes. Aunque la presente situación de guerra hacía que la mayor cantidad de sus inquilinos, hombres jóvenes y solteros, dejaran sus casas sin certeza de si alguna vez iban a volver. 

Jeno se acercó al lugar del conductor al mismo tiempo en que Mark bajaba la ventanilla.

—No te preocupes, hermano. Nunca fuiste muy famoso entre las chicas de todos modos.

Jeno lo ignoró.

—Dijo que el jefe la envío.

—Genial. ¿Crees que sea Satanás?

—Estoy seguro que Satanás tiene mejores cosas que hacer. 

—Bueno pero, no puedes negar que fue raro. Ten— abrió la guantera y sacó un collar: un rosario de plata y oro—. Es el que te dieron para tu comunión. 

—Diu.

—¡Te protegerá! ¡Pontelo! 

Jeno aceptó a regañadientes. Mark no se agregó nada más; él ya era un arsenal católico. 

El aspirante a pastor estacionó el automóvil y siguió a su hermano quién a su vez trataba de alcanzar a la mujer que ya estaba a escasos pasos de la puerta.

Mark fue quien hizo la reservación así que él se encargó de las formalidades. Jeno lo esperó sentado en uno de los sillones individuales del living. 

Bu [johnmark] [norenmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora