Nada funcionando

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Los hombres volvían a verle y con exactitud no sabían porque, no era una chica voluptuosa o guapa, era un joven delgado, maricon y hermoso, tal vez por eso no podían quitarles los ojos de encima, sino que el hambre hacía acto de presencia .Observaban absortos ante cualquier movimiento que este hiciese, intentando captar algo más de esa piel de marfil que escondía aquella recatada vestimenta. El más guapo aquel grupo fue recompensado con una mirada, un deseo, aquellos amigos de infancia, que habían compartido novias, trabajos y sangre en el peor de los casos,entraban en cólera al ver que ese pelele con buena cara  se llevaba a aquel chico al baño.No obstante al momento que ese ser abandonó su campo visual, la vergüenza y la confusión se apoderó de ellos, no entendían en que instante su deseo había escapado de las féminas y el porque ya no sentían nada por el recuerdo de ese flacucho chico.
Tiharett devoraba con la mirada a  aquel hombre trabajador, de salario mínimo, corpulento y de barba de un par de días, mientras se deshacía de su jersey cuello de tortuga y de sus pantalones de vestir, quedando con unos calzoncillos negros sin ninguna pretensión.
—De seguro tienes frío, ven aquí— le llamaba Damien colocándole su abrigo.
—estás muy bueno, para comerte en un baño de un bar de mala muerte— aquel abrigo le quedaba abultado, más de alto que lo que sus piernas le hubiesen gustado en pleno invierno de San Petersburgo, Tiharett maldijo haberse quitado tan pronto la ropa, pero acepto aquel juego.
—Espero que el motel esté cerca— anunció a aquel joven, mientras recogía sus ropas y salía de ese recinto con olor orines y mala iluminación.
El motel se notaba barato y bastante poco mejor que aquel baño del que habían salido, pero ya en la habitación Tiharett noto que está era limpia , las sábanas blancas,abultadas y con cierto olor a lejía que tampoco le disgustaba.
—Pensé que estaría peor
—¿no estas acostumbrado a coger en moteles?
—no, al menos este año
El hombre se acercó y le quitó el abrigo, mientras observaba con más detalle aquella piel, pero en esa occasion no la percibió tan lisa y perfecta, tenía marcas pequeñas y por todo el cuerpo, y una cicatriz inmensa en su esternón.
Damien quien era un "buen hombre", le rodeó con sus fuertes brazos, pues creyó que aquellas líneas horribles harían acobardar al joven, había estado con mujeres las cuales necesitaban esa clase de cariño para que luego se dejasen hacer, pero Tiharett apenas aceptó ese abrazo y en su lugar empujó a su amante y se acomodó sobre el, frotando su erección contra su culo cubierto por una simple capa de tela.
— te voy a partir - decía aquel hombre entre gruñidos, Tiharett se sentía eufórico, sonriendo , por años se había acostado con pretenciosos migrantes rusos, con acentos más bien disueltos, por ese extraño deseo de sentirse en casa mientras le empotraban, pero aquel hombre, con sus palabras, su gutural voz y su brutalidad le estaban volviendo loco.
Damien embestía con fuerza mientras que Tiharett soltaba dulces gemidos interrumpidos por carcajadas,con las mejillas arreboladas y el cuerpo entero dándole espasmos de placer.

Damien despertó placido, no obstante el sentimiento duro más bien poco. Observó a aquel joven, que mordisqueaba unas galletas, la pasión desenfrenada que había reflejado la noche anterior por él parecía haberse esfumado y el asco por haberse acostado con un hombre parecía tomar protagonismo, lo noto menos bello, su cabellera que había jalado y admirado por el negro intenso de esta,estaba lleno de pelillos grises y se notaba pastoso, su rostro liso, estaba plagado por pecas grisáceas y su cuerpo parecía haberse marchitado, seguía siendo el de un joven, pero ya no el de uno rocinante y repleto de vitalidad sino que se notaba huraño y frío, en pocas palabras Damien no entendía porque se había acostado con aquel chico .
— tranquilo no eres el primero que se lo pregunta, aún si muchos les hubiese encantado estar en tu lugar anoche —Damien se sobresalto por las palabras, era como si le hubiese leído la mente
—ni siquiera se como carajos te llamas— se percató
— y da igual, gracias por la noche — comenzó a vestirse — deje algo de dinero, para la habitación y para que te compres algo chucho.
Tiharett recorría las frías calles con la mirada oscilando de una acera a la otra, tenia las manos congeladas, la ropa arrugada y probablemente tuviese un aspecto deplorable, pero en aquellos instantes poco importaba.Sintió como un cuerpo chocaba contra el suyo, un niño de cabellos rojos y con horribles marcas por todo el rostro, le observó con unos intensos ojos ámbar y un hombre con un inmenso gabán apareció en la escena.
—¿Este es hermanito?- pregunto el niño mientras sujetaba al chico que permanecía paralizado
—Si el es hermanito— sentenció Bastian a la vez que dejaba ver su sonrisa, con arrugas al rededor de los ojos y un amor desmedido en su mirada.
—Tiharett — el joven permanecía estático, no podía creer que a dos noches de haber llegado a la ciudad Bastian le hubiese encontrado y sobre todo no entendía, porque lo miraba de ese modo, porque después de todo, pronunciase su nombre como seguro pronunció el padre al ver el regreso de su hijo pródigo.El cuerpo le ardía, se quitó a aquel experimento de encima, el chiquillo le miró con miedo y Tiharett hizo igual y en un arranque poco ingenioso sus piernas se desataron y corrió, los pulmones le dolían, el cielo le daba vueltas y las ideas se le hacían añicos y una voz fría retumbó en sus entrañas "bienvenido a casa".

Los tiempos de otros Where stories live. Discover now