La tistesse du diablo

4 0 0
                                    

Aquella nueva guarida de Tiharett era mucho menos bonita que el hotel en el centro de San Petersburgo de cortinas granates y con un malbaviscos por cama, en su lugar era una habitación de tamaño estándar, en un apartamento, habitado por una familia disfuncional y de clase media baja.Por las noches escuchaba los gritos de la madre y las amenasas  del padre y se preguntaba si lo mejor que podía hacer era matar a aquellos seres infernales que tenían por hijos, para ahorrarles la mala experiencia de vivir.
Aquella noche mientras anotaba un par de teléfonos y clavaba papelillos con información en ese marco de corcho que había comprado, la puerta se abrió y el más pequeño de aquel desgraciado hogar entró, regordete y rosado, le hacía recordar a esos experimentos que había presenciado semanas atrás, cosa poco grata para Tiharett.
Gateando entro a su cuarto sin que se diera cuenta, y se sentó sobre un par de papeles poco importantes, contemplándolo, Tiharett noto su presencia unos minutos después y en un acto reflejo estuvo a punto de darle un puntapié  a la criatura, pero luego al observarle mejor y notar que su nariz no era como la de aquellos animales amorfos y sus manitas no eran pezuñas deformes, aquel asco inicial fue pasando a ser un sentimiento mucho más adecuado, alzo a aquel bebé y lo colocó sobre sus piernas envolviéndolo con su abrigo. Le gustaba la sensación de su cabeza calva y de su silencio.
—probablemente a ti si te mate— le susurro y el niño aplaudió entusiasmado.
Tiharett continuó con su labor, mientras consentía al niño, que se había mantenido silencioso cosa realmente rara, pues por semanas había estado llorando como loco sin permitirle dormir adecuadamente.
—tus hermanos son una molestia, pero tú no estás tan mal—le decía mientras el chiquillo se reía.
—te voy a contar un secreto— quito unas cuantas cosas de su mesa de trabajo coloco al bebé sobre esta y le envolvió con su abrigo cuello de tortuga.
—no pagó nada por la renta,tu papi me deja quedarme gratis,pero por respeto a tu tierna edad no te contaré el porque —el niño mostró su único diente y Tiharett le pellizcó las mejillas con suavidad
—estoy tratando de saber el punto débil de una bruja maldita...— se quedó con las palabras en la boca cuando escuchó un sollozos desesperados esta vez no eran como siempre, tuvo la sospecha de que en esa ocaciones las cosas no podrían arreglarse con maquillaje y un jarrón nuevo.
Sujeto al bebé en brazos y salió de la habitación, con un movimiento de su mano la puerta de los chicos quedó cerrada, para prevenirse de los testigos si en algún instante debía tomar cartas en el asunto.
Se acercó a la habitación de los padres y abrió la puerta, y la escena que encontró fue mucho peor de lo que se esperaba, aquella desgastada mujer con el vestido hecho jirones y la cama de sabanas blancas impregnadas en sangre, Vladimir el padre tenía un gigantesco corte en todo el cuello y parecía haber muerto sin mucho forcejeo.
—siempre creí que te cansarías de el , pero no sabía hasta que punto — la mujer se sobresalto, pero luego siguió con su lloriqueo.
—eres una genio, ahora te van a quitar a tus hijos y te vas a pudrir en la cárcel
—¡estaba muy cansa !estaba harta
—quieres que te compadezca, yo mate a mi padre y es el día de hoy que nadie sabe donde carajos está su cuerpo, que creen que yo también estoy muerto,que ...
—ayúdame, por favor
—ya los vecinos estarán llamando a la policía, ni cuando tu marido te partía la cara eras tan ruidosa
—ayúdame — rogaba no quería perder a sus hijos, Tiharett acomodo  al niño en la cuna y envolvía  a la mujer con sus brazos.
—si insistes—lo demás resultaba borroso, los recuerdos del pasado parecían camuflarse con las acciones que aquel joven cometiendo en esos instantes .Venían a su mente recuerdos que creía imaginaciones, que esperaba  haber sacado de su sistema, cortaron primero los dedos , por momentos Tiharett los confundía con los de su  propio padre, recordaba ese sabor  agrio en su boca, ese líquido que corría entre sus piernas, hacia  solo unas horas había sentido lo mismo, ese pene con aquel olor repulsivo  en su boca,se sentía como un objeto mientras lo estampaban contra la pared.
Cada  corte  a aquel cadaver anunciaba su nueva identidad como objeto, Tiharett quería reírse, de su padre,pero sus ojos se veían tan fríos, no había nada, ya no se podía burlar de aquella persona sino del objeto, le rasguñó el rostro, su olor etílico se confundía con el sudor que parecía empaparle, lo tenía amarrado de pies y manos, amordazado.
Volvió en si cuando un lloriqueo atroz le despertó del trance, el bebé, parpadeó un par de veces y luego no escucho nada, las cosas se sentían muy lejanas, tenía frío, estaba indefenso.
—vamos Richard deja a la criatura tranquila— decía una voz conocida, una voz que le había dado la bienvenida, que era idéntica a la de la madre que quiso, pero más helada, más indolente, le miraba, con sus ojos de plata líquida.
—Es mi bebé y yo puedo hacer lo que quiera con él —dijo el monstruo, gritaba desesperado tenía miedo, la loba lo sabía, por eso me observaba con fijeza.
—en ocaciones no creo que seas mi sobrino— susurro y luego me rodeaba con sus brazos, me liberaba.
—Richard ve y atormenta un poco a mi hermana, pero deja a la criatura crecer tranquila- el monstruo obedecía y yo seguía temblando
—mi Tiharett yo siempre voy a estar para ti—me decía pero sus labios no se movían, me lo decía desde adentro y yo me calmaba.

Tiharett despertó por los gritos de un niño, había babeado la mayoría de sus papeles, se había quedado dormido sobre la mesa , escucho a la madre y al padre despertarse, el uno gritar  y la otra resignarse, supo que era tiempo, tiempo de volver a casa.

Los tiempos de otros Where stories live. Discover now