ORGULLO

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Tiharett observaba el paisaje mientras Bastian pasaba al pequeño experimento un snack para el camino, los paisajes blancos, el frío que parecía habérsele instalado en el cuerpo, le traían recuerdos al joven, estaba seguro que había cabalgado por aquellos caminos.
—deberías cambiar esta mierda de carro, pedazo de estupido, o acaso te gusta congelarte el culo
—las groserías son evidencia de una
persona poco estudiada— dijo el niño ganándose una profunda mirada de desprecio del joven.
—pues si soy una persona poco estudiada, empollón— anuncio venenoso
—de pequeño era un niño muy inteligente— Argüello Bastian hacía la nada, mientras se rendía en su intento de hacer funcionar esa radio desecha que tenia
—pero luego tuve que dedicarme a comer rabo...— la radio comenzó a soñar justo después de aquel fuerte golpe que le había proporcionado el mayor del grupo en su búsqueda por evitar situaciones incómodas.
Siguieron el camino escuchando música turca pues era la única emisora que por alguna razón tenía señal en aquella zona, Tiharett contemplo la casa de su infancia con un sentimiento amargo, seguía siendo un caserón grande y en perfecto estado, pero en su memorias lo recordaba más como un gigantesco castillo, pasaron las rejas negras, de la entrada que habían dejado abiertas pues sabían de su llegada .Seestacionaron justo en frente de la gran puerta tallada y bajaron del cacharro.
Bastian abrió la puerta y Tiharett contempló el interior de esa casa de su infancia, las dos imponentes escaleras que daban al pasillo de las habitaciones, ese vacío inmenso, todo en perfecto estado, limpio como para verse en el suelo marmoleado, para restregarse desnudó sobre las inmensas alfombras, la casa desde fuera parecía más pequeña, pero ya adentro era el castillo de sus sueños y pesadillas con las arañas adornadas con gigantescos cristales, el techo pintado con ángeles y animales hermosos, le temblaba el cuerpo entero. Bastian le apretó el hombro sacándolo de aquel trance, volvió su rostro encontrándose con la Loba de San Petersburgo, el cabello de plata, delgada, alta, con la piel intacta, sin ninguna peca aún cuando era tan blanca como la nieve y con sus ojos de plata fijos en Tiharett.El joven creyó que los años le afectarían, que su verdadero ser saldría a la luz, pero era igual o más hermosa que cuanto Tiharett abandonó la casa,su cuerpo que clásicamente sería considerado débil imponía respeto ya sea por  su espalda estaba perfectamente derecha, sus hombros alineados, y su rostro imperturbable, no tenía nada que temer,ella era la dueña de todo.
—bienvenido a casa sobrino - sus labios seguían cerrados, pero su voz resonaba por todas partes, su rostro no demostraba ni felicidad, ni sorpresa y su voz parecía más sintética que humana.
El cabello negro del joven parecía perder color , su piel lustrosa se llenaba de pecas y su aparente fuerza se disolvía, pero sus ojos violetas estaban turbados.
—¿Tiharett porque tienes hechizos por todo tu cuerpo?— le regaño Bastian, pues para él ese uso de sus poderes resultaba insensato, con su trabajo de medicina y su uso de su magia solo para esta, ese poder desperdiciado con fines estéticos era una tontería,pero para el joven era una máscara, una manera de saber cuando perdía el control y cuando debía recuperarlo, pero esa bruja se lo había arrebatado.
—Los hechizos físicos, no están bien recibidos en casa —retumbó su voz
—¿y que me dices de los mentales?, perra, ¿que carajo con ellos?— Tiharett le apuntaba con uno de sus delgados dedos, la comisura del lado izquierdo del labio de aquella mujer parecía profundizarse
— Tiharett, será mejor que te comportes— El experimento contemplaba con cierta expresión de admiración y miedo a aquel chico que parecía no saber con quien estaba hablando.
—eres un invitado, así que cuida tu forma de hablar— se escucho por la sala
—claro perra—   Y como si la última palabra fuese un detonante las piernas de Tiharett dejaron de funcionar y este comezón a toser de forma desesperada, sin poder respirar.
—Tiharett ya no eres un niño para reprenderte con simples advertencias—Bastian había rodeado al chiquillo pelirrojo y miraba consternado a la mujer, que había por fin pronunciado  palabra, sus líneas de expresión se habían hecho evidentes y sus ojos penetrantes y con diminutas pupilas causaban que el más pequeño se le cayesen lágrimas de terror.
—Valenka—la voz del hombre temblaba pero era firme, con los ojos dilatados y la mirada suplicante, apaciguó a aquella mujer, pues su expresión volvió a ser imperturbable y Tiharett paró de toser para dar un respiro.
—tenemos un gran camino para reeducarte Tiharett — toda la casa tembló con ese anuncio, antes de que aquella mujer abandonara esa estancia y a su vez apareciese un hombre inmenso, como un titán y recogiese a Tiharett, quien había tenido un desmallo.
—Leviathan cuida de él— el hombre asintió sin mirar a Bastian quien apretaba la mano del chiquillo mientras juntos salían de aquella casa.

Los tiempos de otros Where stories live. Discover now