Otra noche en Miami

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Bastian atendía a ambos jóvenes, tenía una fina capa de sudor en la frente y las pupilas supremamente dilatadas, Tiharett sentía el flujo de su magia por su muñeca, estaba rota, como señal de una lección aprendida, palpitaba y dolía, pero se recuperaba con rapidez pues tenía poco tiempo para ser frágil, por eso Bastian dejaba que su poder saliese a borbotones.Leviathan esperaba el tratamiento, su cuerpo podía resistir el dolor, ya en otras ocaciones había aprendido lecciones parecidas, por eso apretaba los labios y sonreía con dificultada. Tiharett no estaba feliz y eso se debía a diversos motivos, entendía cuál era la supuesta enseñanza y no quería acatarla, sabía que necesitaba de un maestro, pero se daba cuenta que si seguía ese camino, el camino que la loba trazaba no podría salir de el y con el tiempo sería dócil, si es que ya gran parte de su salvajismo y curiosidad no había sido aplacada. Leviathan  tomó su puesto, mientras el otro joven movía su muñeca de un lado a otro esperando a cuando Bastian terminara su trabajo,practicaba que decir o que hacer, pero cuando su hermano estuvo recuperado sus brazos actuaron antes que su razón, envolviendo el torzo enorme con sus delgados brazos, enterrando su rostro en su pecho y llorando. Leviathan acaricio su cabeza hasta calmarlo.
—perdón
— no importa, ahora estoy bien— comenzó a sacudir al otro, hasta que al final ambos comenzaron a reír, Bastian se despidió, con sus típicas sonrisas, fue en ese momento que Tiharett pensó que un hombre verdaderamente bueno no podria ver como jóvenes eran educados para convertirlos en soldados, saber el sufrimiento que estos pasaban y no hacer nada más haya de prepararlos para un entrenamiento que ni siquiera deberían estar haciendo, pero no pudo sumergirse tranquilamente en aquel espiral de pensamientos pues Leviathan le alzó entre sus brazos antes de echarse a correr, con el joven sujeto como una princesa.
Era tarde, la luz de luna se colaba por las ventanas de aquella habitación, cuatro jóvenes, hablaban entre susurros, la habitación era extraña, la puerta que daba al pasillo principal estaba bloqueada con un gigantesco piano de cola y la del servicio con uno de los muebles aterciopelados,almohadones,  alfombras,cojines y pieles estaban regados por el suelo y de la lámpara de araña  colgaban todo tipo de cosas, desde collares de perlas hasta un zapato gastado, era una guarida, estoicamente incorrecta, unas botellas de vodka pasaban de mano a mano, la chimenea estaba siendo alimentada de libros gigantescos, tochos enfocados a la buena conducta y moralidad.
Tiharett apuró lo que quedaba de la botella, Dimití aprovechó cuando Tiharett dejó que de sus manos cállese aquel la botella vacía, la hizo levitar hasta la lámpara que parecía rogar por piedad, ante tales torturas y degradaciones.
—¿como es Inglaterra?
—¿como es el internado?
—¿que tal sabe el coño inglés?
El rostro de Elias se tensó y una mueca de asco se formó en sus labios .
—¿a quien carajos le importa eso? —interpeló
—a mí, además yo no te digo como hacer  tus preguntas de niño tonto
—pero porque carajos tienes que preguntarle algo como eso
—acaso te molesta idiota, ¿estás celoso?—el tono de Dimitri era dulzón desafiante
—la verdad no he probado un coño ruso y una inglés para compáralos—río Tiharett, rescatando a Elias que no paraba de tensarse, la cabeza del aquel nuevo integrante de nublaba y una sonrisa honesta se dibujó en sus labios.
—Inglaterra es una mierda o por lo menos lo que conozco—su cabello comenzó a oscurecerse, se sentía bien,en control y eso le gustaba, la bebida comenzaba a hacer mella, estaba borracho.Se estremeció antes de dejarse caer en el suelo, mientras se frotaba contra una de las pieles que tenía cerca.
—el internado debe ser mejor, ¿verdad?—Leviathan  lo preguntaba con todo el deseo de escuchar buenas noticias
—no se ni mierda como es un internado, pero ya sabes puedo ...— su muñeca se movió de arriba a abajo a la vez que este movía las paredes de  boca sincronizadamente
—¿que carajos?— preguntó Dimitri mientras trataba de acercar una mano a Tiharett, el cual se alejó y sujeto otra botella entre sus manos, comenzó a tomar, sin parar, todos ellos sentían el ardor de su garganta y se quedaron consternados en cuanto Tiharett soltó aquella botella que ya solo le quedaba un cuarto de su contenido.
—en algún momento tendrás que contarnos las cosas —Elias le arranco la botella de las manos
—si yo pudiese recordar todo con gusto lo haría, pero hay momentos tan confusos que si tratase de explicarlo quedaría como un loco
—Tiharett—Dimitri insistió  y en esta ocasión  el joven no se apartó, dejó que le acariciasen el rostro, las pecas parecían desaparece y aparecer de su piel.

Los tiempos de otros Where stories live. Discover now