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16 AÑOS DESPUÉS.
La música resonaba en el gran salón decorado con luces cálidas y arreglos florales. Valentín y Daniel se encontraban en la fiesta de quince de Victoria, la hija de Mateo y Manuel. Parecía ayer cuando Mateo llegó a la casa que compartían Valen y Dani, emocionado hasta las lágrimas, gritando y chillando de felicidad porque los papeles de adopción ya estaban en marcha.
Ahora, con la joven sonriendo radiante en su día especial, todos se encontraban comiendo, riendo y festejando. Victoria era una chica muy tierna, divertida, charlatana y con una energía contagiosa. Todos los que la conocían le tenían un cariño enorme y no podían estar más felices de verla celebrar su gran noche soñada.
Mateo, sentado junto a Manuel, no podía parar de pensar en lo hermosa que era su hija y lo afortunado que se sentía de tener a su prometido a su lado.
Sí, prometido.
A pesar de haber sido muy jóvenes cuando se conocieron, el amor que sentían el uno por el otro era inquebrantable. Mateo recordaba con una sonrisa cómo, en una conversación casual, Manuel soltó la idea del matrimonio y desde entonces no pudo sacársela de la cabeza. Ahora, al ver a Victoria con esa felicidad plena en el rostro, sabía que algo había hecho bien.
Cuando llegó la hora del baile, Mateo y Manuel fueron los primeros en danzar con su hija. Luego, todos se fueron uniendo poco a poco a la pista.
Daniel y Valentín se movían al ritmo de la música en su propio mundo. Sus miradas se sostenían con ternura y complicidad, compartiendo sonrisas cálidas.
-¿Qué hubiese pasado si no te hubiese mandado esa cadena pedorra? -susurró Valentín, apoyando su frente contra la de Daniel mientras se mecían suavemente-.
-¿Vos creés que nos hubiésemos dicho lo que sentíamos? -preguntó Dani, con una sonrisa juguetona-.
-La verdad que no -negó Valen con una carcajada-. No lo hicimos antes, y dudo que hubiéramos tenido el valor de hacerlo de la nada.
-Altos cobardes -admitió Dani, riendo-.
-Vos serás alto cobarde. Yo puse el pecho a las balas y me animé.
-Sí, claro, mediante cadenas de WhatsApp.
-¿Pero me animé o no me animé? Nunca voy a dejar de agradecerle a mi primita por mandarme ese tipo de cadenas.
-Raro que tu prima te mande eso -comentó con una ceja alzada-.
-No sabe ni lo que significa, boludo -rió Valen-. La usé de excusa.
-No estarás diciendo el número diecisiete y siendo el novio de tu prima, ¿no? Mirá que los de Santiago del Estero no me van.
-Yo decía lo mismo de los hombres y mirame ahora, enamoradísimo de usted, señor.