𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 (𝑨𝒏𝒏𝒆 𝒙 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕)

27

ANNE

—¡Roy, dios! ¡Me vas a hacer caer! —exclamé viendo que el castaño no me soltaba y apenas podía quedarse quieto con los patines.

—¡Me voy a caer yo y voy arruinar mi hermoso rostro! —chilló, tomándose de la baranda y sin soltar mi mano.

—Vamos, solo sígueme.

—No sé porque acepté hacer esto, Elaine, y si me muero, quedará en tu consciencia —dice, pero se suelta finalmente de la baranda y se apoya en mi, balanceándose a ambos lados—. ¿Cómo carajo se logra equilibrio con estas cosas? ¿Enserio hay gente que patina por diversión?

Comencé a andar de espaldas, mirándolo para que me siguiera.

Había que ser sincera y Narciso no tiene pinta de patinaje artístico. Apenas puede mantenerse de pie.

—Vaaaale, volvamos a la baranda —pidió, frunciendo el ceño mientras veía como los demás andaban fácilmente sobre las rueditas.

Lo seguí, riéndome mucho.

Al menos así era hasta que vi entrar a Gilbert y a Winifred por la puerta del centro. Él venía con los patines colgados del hombro y tenía su mano en la pequeña cintura de la rubia.

Miré hacia otro lado.

—Elaine, insisto, siento que me voy a romper una pierna —habló Roy, ajeno a todo el maremoto que estaba ocurriendo en mi corazón.

—Lo mejor sería irnos —murmuré, tendiendole una mano para ayudarlo a llegar vivo hasta los vestidores—. Se ve que no la estás pasando bien.

Yo, ahora mismo, no la estoy pasando bien.

El castaño iba a tomar mi mano, pero sus ojos se posaron detrás de mi y supe que él ya había caído en cuenta de quienes estaban aquí.

Me miró y negó con la cabeza.

—No, no nos iremos, Anne. Estoy bien. Y tú estarás bien. Puede que el futuro doctor no se de cuenta de lo maravillosa que eres, pero tú tenlo claro. Tu valor no depende de un chico, pero más "perfecto" que sea. Ahora, con la misma alegría que tenías hace un rato, me vas a enseñar a patinar porque de aquí no vamos a salir hasta que sea un patinador olímpico —dijo, muy seguro.

Al menos era seguro hasta que dio un paso en falso y cayó de espaldas en el suelo, provocando que comenzara a reírme como foca retrasada.

—Bueno, ves que definitivamente no sirvo como motivador —musitó, intentando levantarse.

Le di mi mano, pero el muy idiota me tiró abajo, haciendo que cayera a un lado de él. Los dos comenzamos a tener un ataque de risa.

—Narciso, eso fue traición —le dije, alegando que estábamos en el suelo.

—No, fue para ver tu bonita sonrisa, Elaine.

Sonreí, rodando con los ojos.

Ahí fue cuando Gilbert y la rubia se posaron delante de nosotros.

—Hey, hola —saludó Roy, muy cómodo en el suelo—. ¿Qué tal, doctorsito y su novia?

Evité reír al escuchar el tono irónico con el que dijo "doctorsito".

Pero Gilbert no lo miraba a él. Sus ojos estaban sobre mi. —¿Estás bien?

Ni siquiera pude contestar por culpa de la chica.

—Hola, tú eres Anne, ¿no? —dijo, sonriendo de forma tan cínica que seguramente debía ser hija de un político. Los políticos sonríen así.

—Sí —contesté sin hacer ademán alguno de levantarme del suelo.

No tardé mucho en darme cuenta de que ella sabía lo que siento por Gilbert. Y lo supe porque luego de responderle, le plantó tremendo beso en los labios que era tan pasional, tan íntimo, que tuve que apartar la mirada. Se sentía como una invasión a la privacidad.

Y como si miles de espinas se incrustaran en mi pequeño corazón.

—¿Saben? A unos metros de aquí hay un motel, es una sugerencia —dijo el castaño. Los dos se separaron y Gilbert estaba muy avergonzado mientras que Winifred me dio una mirada de superiorida—. Y por si no les molesta, estoy en una cita con Anne. Podrían ir a esparcir sus hormonas a otro lugar.

—¿Están saliendo? —inquirió el pelinegro, sorprendido.

Juro que fue la Anne malvada la que contestó lo siguiente.

—Sip. Es, probablemente, la cita ma divertida que he tenido en toda mi vida. ¿No te pasa igual, Narciso?

Roy sonrió. —La mejor cita de todas, Elaine.

—Oh... —susurró, frunciendo el ceño. No dijo nada más porque la rubia comenzó a caminar lejos de nosotros, diciendo que fue un placer conocernos.

Y Gilbert no dejó de mirarme con gesto extraño. Entre inexpresivo y confundido.