ESPECIAL 1

585 84 86
                                    

GILBERT

Se suponía que debía leer ese libro sobre la historia de las distintas civilizaciones, pero una y otra vez mi mente viajaba a ese día.

Ese día que Anne y el Gardner ese salieron.

No entendía por qué me molestaba tanto. ¿Qué tengo que ver yo? Es una amiga.

O quizá me molestaba el hecho de que decía estar enamorada de mí.

Pero, lo repito, ¿a mi qué demonios me importaba que estuviera enamorada de mi y luego saliera con Roy? Ella puede hacer lo que se le dé la gana y yo no tengo que por qué meterme.

Y aún así, dioses, como me molestó. No debería molestarme. No, porque es una amiga. Y tengo novia.

Se supone que quiero a Winifred.

Ja, ¿cuando dejas de ser tonto? Sabes que eso no es cierto. Una mera atracción física. ¿Y los sentimientos, qué? Tienes sentimientos por otra persona, y no es la rubia esa.

El Gilbert de mi conciencia parecía ser más perceptivo que yo.

—Hola, doctorcito.

Giré mi cabeza y me encontré con el castaño que por alguna extraña razón me caía mal.

—Roy —murmuré, volviendo la vista a mi libro.

Se sentó a mi lado y suspiré. ¿Qué quería?

—¿Sabes? —inquirió, sin mirarme. Tenía su vista al frente. Yo también miré y vi a una Anne que caminaba ajena a todo leyendo un libro y con sus audífonos puestos. Pronto se perdió dentro de la biblioteca, sin darse cuenta de nuestra presencia—. Es una gran chica. Tiene todo. Belleza, inteligencia, una mano fuerte para dar puñetazos al que se lo merezca y una bonita sonrisa.

—No entiendo por qué me dices esto.

Sonrió. —Le pediré que sea mi novia. Ya sabes, hemos tenido muchas citas.

Sentí un poco de molestia, no lo voy a negar.

¿No que era tu amiga, mentiroso?

—Sigo sin ver por qué me dices esas cosas.

No dejó de sonreír y me miró.

—Sé que está enamorada de ti, pero a ti te gustan las rubias. Creo que puedo ayudarla a sanar ese corazón roto que tiene por tu culpa. Seríamos novios, saldríamos a pasear, la besaría y la haría tan feliz que el recuerdo de que alguna vez te amó, quedaría olvidado para siempre.

¿Y este quien se cree que es? Dios, que estrés, me estresa. Mejor vayamos con Anne a ver que está leyendo.

Me levanté, sin querer escuchar más. No me interesaba lo que él haría con Anne. No.

Y no estaba celoso.

Jamás. Por nada del mundo.

—¿Por qué te vas, doctorcito?

Y dale con «doctorcito».

—Tengo que irme. Lo siento.

Escuche un bufido y me detuve. Él tenía rostro de enfado.

—¿Es enserio? ¿Me vas a decir que no te enojó nada de lo que te dije? Por amor de dios, ¿vas a dejar que yo vaya y haga que Anne sea mi novia? ¿Really?

—Lo que ella quería decidir sobre su vida no es mi problema —por más que extrañamente me enfade—, así que no, no me enojó. Nada.

—Dioooos, que terrible. ¿Eres tan ciego? ¡Recapacita, que estás perdiendo a la chica más especial por esa otra chica que realmente no te quiere ni tú la quieres a ella! ¿En que momento me rodee de tantos idiotas?

—Roy, no sé de qué estás hablando. Quiero a mi novia y ella me quiere a mí. Si quieres salir con Anne, no entiendo que haces aquí, diciéndome todas esas cosas.

Se levantó, como queriendo decir algo, y lo siguiente que pasó, me dejó fuera de lugar.

El imbécil me golpeó en la mejilla.

—¡¿Qué demonios te pasa?! —grité, desde el suelo, porque el muy idiota me hizo caer.

No sé si fui yo o una respuesta involuntaria de mi cuerpo, pero me puse de pie de golpe y le di un puñetazo en el ojo.

Para ser la primera vez que doy un puñetazo, no me fue nada mal.

—¡Idiota! —exclamó, señalandome—. ¡La vas a perder! ¡La estás perdiendo!

—¡No estoy perdiendo a nadie!

—¡Sí! Estás perdiendo a Anne. Y eres un hijo de puta por hacerla sufrir para irte con esa otra... Chica, que no merece que tú estés con ella. Anne y tú son tal para cual. Y se quieren. ¿O crees que no me doy cuenta de cómo la miras? ¡Si la miras como yo la miro! ¿De verdad vas a ser tan estúpido como para renunciar a ella? ¿En serio serás tan tonto como para no entender que te gusta mucho más que la chica que dices querer?

Me quedé en silencio. ¿Cómo...?

¿Quería a Anne? ¿Yo? O sea, es claro que le tengo cariño.

Pero no me detenía a pensar en lo que Roy dijo.

Me gustaba mirarla. Era hermosa. Me gustaba escucharla hablar, parecía saber todo sobre cada tema de conversación.

Me gustaba mirarla hacer cualquier cosa o conversar con ella del tema más ridículo.

Me gustaba que fuera tan fiel a ella misma y no quisiera cambiar porque a alguien no le gustara su forma de ser.

Me gustaba que jamás se quedara callada cuando había una injusticia.

Y aquí es donde te das cuenta de que no te gustan todas esas cosas. Te gusta ella, campeón.

Roy me miró y negó con su cabeza, poniendo una mano en su ojo lastimado.

—Espero que cuando te des cuenta de lo mucho que la quieres, que la amas, no sea tarde. Porque si yo fuera tú, jamás la dejaría escapar. Y lo único malo conmigo que le impide a Anne ser mi novia, es que te ama a ti. Y no creo que deje de amarte en algún momento.

🎉 Has terminado de leer 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 (𝑨𝒏𝒏𝒆 𝒙 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕) 🎉
𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕 (𝑨𝒏𝒏𝒆 𝒙 𝑮𝒊𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora