EPÍLOGO

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Nadie les había dicho que lo suyo sería fácil. Tampoco necesitaban que nadie se lo dijera, porque ellos mismos lo sabían. El hecho de ser dos hombres no era lo que les preocupaba, porque poco a poco eso cada vez se veía más normal; el problema que veían, o al menos uno, era quienes eran esos "dos hombres".

Para Off ya no era un problema en sí, en esos meses que habían pasado había aprendido a ignorar las opiniones de los demás y a saber que lo que dictaminaba su corazón era lo más importante de todo. Si algo le había enseñado la experiencia era que ahora preocuparse por opiniones de personas que ni le importaban era demasiado estúpido. No cometería ese error dos veces en una misma vida. En realidad, se sentía orgulloso de la persona con la que estaba. La persona de la que se había enamorado era hermosa en todos los sentidos: tanto por dentro como por fuera. Se había llamado idiota muchas veces de manera interna por no haberse dado cuenta de eso antes; igual hubiera cambiado muchas cosas y se hubieran ahorrado varios disgustos.

Para Gun era lo mismo, o por lo menos en su mente, pues en la práctica siempre fallaba. Él creía en sí mismo, sabía que no debía escuchar comentarios ajenos y la verdad es que no le importaban en absoluto. Sin embargo, no podía pensar por los demás. Él no quería causarle problemas a Off, no quería pasarle las críticas que antes siempre había sufrido en solitario. Puede que estuviera forzando al mayor a suportar cosas que nunca hubiera imaginado soportar si no estuviera con él. Aun con todo eso, no podía evitar querer ser egoísta y mantener al otro a su lado. No quería alejarlo, y hasta que él mismo fuera quien se lo pidiera, nunca lo haría.

Las vacaciones de Semana Santa habían finalizado, el castigo por la apuesta de Off ya había terminado y el último trimestre del curso había comenzado. Los estudiantes de la universidad al principio no se habían creído los rumores esparcidos por Daniel y Jesús en los que se decía que Off estaba saliendo con el patito feo de Gun. Pero al verlos cogidos de la mano y dándose algún beso en cierta ocasión convirtieron ese rumor en la cierta realidad. Una que nunca se pensaron ver.

Los días pasaron y los murmullos que se escuchaban de fondo cada vez que estaban juntos no cesaban. En una de las horas libres Gun esperaba en la puerta de su facultad a la llegada del mayor, algo que no tardó en ocurrir. Off apareció en la facultad, ya con sus vestimentas normales, para reunirse con el menor para comer. Ahora ya no necesitaban verse a escondidas, por lo que siempre quedaban de esa manera para luego ir andando a su lugar especial.

Off tomó de la mano al otro y se encaminaron a paso lento mientras hablaban de sus cosas a donde ellos solo sabían.

—Sigo sin poder creerlo... —oyó Gun un murmullo lo suficientemente fuerte como para que pudiera escucharlo con claridad.

—Yo tampoco, Off se ha vuelto loco.

—¿Cómo puede estar con alguien así? De verdad que no lo entiendo.

Todos esos murmullos y comentarios llegaron a los oídos de ambos chicos como lanzas hacia una diana indeterminada. Gun no solía hacer caso a esos comentarios, pero el hecho de que esta vez no estuvieran solo dirigidos hacia él le hacía tener un fuerte peso sobre su pecho. Inconscientemente apretó la mano que tenía entrelazada con la suya mientras mantenía la cabeza gacha. Off se dio cuenta de cómo se había tornado el ambiente decidió actuar en consecuencia: se giró para quedar al frente del más joven y se inclinó para robarle un beso en los labios, callando de esa forma los susurros que los rodeaban, cambiando las caras de los presentes a unas de sorpresa.

Al separarse el mayor rodeó los hombros de Gun y lo abrazó haciendo que su cabeza quedara apoyada sobre su pecho, escuchando los latidos apresurados de su desbocado corazón. A continuación de este acto, y mirando a las personas que antes estuvieron hablando sobre ellos, dijo:

¿Qué apostamos? -OffGun-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora