De nuevo el terrible invierno le saludaba, congelando su existencia, pero prefería eso, estar muerto de frío en un parque, que en su casa donde solo recibía maltratos, gritos, o lo que es quizás peor, simplemente ser ignorado a más no poder, en resumen su entorno familiar era cómo decía en aquel libro que tanto le gustaba, «poco deseado».
Kim HongJoong un adolescente de diecisiete años, un chico con una inteligencia envidiable, el niño de la vida perfecta.
Cabello castaño, de baja estatura y atractivo rostro, pero lo mejor según muchos era su posición económica, uno de los más millonarios en la honorable y prestigiosa escuela Taejon Christian International.
Pero a él exactamente ese aspecto era lo que menos le importaba, su único deseo se concentraba en regresar el tiempo, ojalá fuese real esas maravillas que veía y leía.
En días como ese, era cuando más recordaba aquello, lo que cambió su vida por completo, convirtiéndola en una pesadilla; pasó de sumergirse en la felicidad, de tener unos padres que lo amaban y le daban todo su cariño, a ser todo lo contrario y vivir junto a alguien que parecía odiarle sin ningún tipo de disimulo.
—¡HongJoong! —exclamó un chico rubio, delgado y cómo él siempre le decía: hermoso, que al verle sentado en aquel parque corrió hacía él con su característica sonrisa, amplia y reluciente.
Se trataba de Kang YeoSang, su mejor amigo, la persona en la que más confiaba y él único que se había atrevido a ser cercano al perdedor.
—Hola —respondió con una media sonrisa, pero igual alegre de ver a su amigo.
Se conocían desde niños y desde entonces se hicieron inseparables. Yeosang siempre diciéndole que era de otro mundo, primero por soportar a su tío, segundo por su notable inteligencia.
—¿Qué haces aquí? Hay mucho frío, te vas a enfermar -dijo sentándose a su lado, con una expresión de preocupación en su rostro, abrazándose a si mismo con desesperación.
Yeosang siempre era muy fuerte, pero el frío lo vencía sin siquiera luchar.
—Estaré bien, además prefiero estar aquí...
—No me digas que volvió...
—No me golpeó —interrumpió cabizbajo. YeoSang frunció el ceño y suspiró.
—Espero me digas la verdad, HongJoong soy tu amigo, el mejor y el único, sabes que puedes confiar en mí.
—Lo sé, pero te digo la verdad, solo fue una pequeña pelea porque contesté una llamada que no debí.
—¡Woow! es increíble lo maldito que es ese señor, no sé cómo lo soportas, yo en tu lugar desde hace rato me hubiese largado, prefiero vivir bajo un puente que soportar a ese demente viejo amargado.
—Quisiera irme, pero no puedo, aún soy menor de edad y él es mi tutor, las cosas no son tan sencillas —dijo quitándose una lágrima que descendía por su pálida y helada mejilla.
—Como digas, te he dicho un millón de veces que puedes quedarte en mi casa —lo miró esperando una respuesta que no encontró —no llores, ya verás que el tiempo pasará rápido y podrás librarte de ese maniático pronto.
—Gracias por ser tan bueno —susurró ahora mirándolo tristemente.
Definitivamente conocer a YeoSang era lo más bonito que le había ocurrido desde que llegó a Seúl.
—Nah, no es para tanto, lo hago porque te quiero, tonto —sonrió y acarició su cabello con suavidad.
Ambos caminaron de regreso a sus casas, las que cabe destacar, se ubican una frente a la otra.
—Nos vemos mañana en la escuela y no llores —enfatizó— arruinas tu rostro —se despidió rápidamente porque si seguía un minuto más afuera, casi podía asegurar que moriría de frío.
Y allí iba de nuevo a su pesadilla, ingresó a la gran mansión, por suerte su tío no estaba, suspiró aliviado y siguió hacía su habitación.
Tomó una ducha de agua caliente y se lanzó a su cálida cama, quedándose dormido profundamente; quería soñar, soñar que era de nuevo un niño pequeño al que su mamá le contaba hermosos cuentos cada noche antes de dormir, los de navidad eran sus favoritos, sobre todo ese del señor Scrooge, soñar que jugaba con su padre en el jardín.
De verdad quería regresar el tiempo y volver a ser feliz.
(...)
—Veo que tus calificaciones son excelentes —dijo con frialdad el hombre frente a él, sentado en aquella solitaria mesa.
Se trataba de Kim HimChan, el mayor de los hermanos Kim, su tío y tutor desde que sus padres fallecieron, un hombre frío, calculador y amargado, a quien solo le importaba sus negocios, y en conclusión el dinero.
—Me esfuerzo —respondió desviando la mirada hacía el plato con su desayuno, el que se basaba en una rica taza de cereales de colores y diversos sabores frutales.
—Sigue así, es lo menos que debes hacer —sin más se levantó— no te acostumbres, con eso no te alimentarás —después de decir aquello, sin voltear de nuevo a verle, se marchó.
HongJoong terminó su desayuno completamente solo, a veces su tía le acompañaba, pero ella estaba de viaje.
Siempre era lo mismo, la misma soledad.
Tomó su bolso negro, mediano, con estampado de astronauta y se fue a la escuela, otro lugar en el que no le gustaba estar, pero que al menos soportaba gracias a Yeosang.
Miró hacía su casa y no lo vio, así que decidió seguir solo cómo casi todos los días, claro había otros en lo que se topaba con YeoSang y se iban juntos, pero últimamente no era así.
Al llegar miró la hora en su reloj, dándose cuenta de lo temprano que había llegó al instituto, tomó asiento en una de las bancas del patio, sacó un libro y empezó a leerlo repasando algunas cosas que sería bueno tener presente para la primera hora de clase. Inglés era complicado y más los verbos regulares e irregulares, debía aprendérselos de memoria.
De repente escuchó a dos personas discutir y su mirada se dirigió hacía el ruido, divisando a un chico pelinegro y a un señor de aproximadamente cuarenta años.
Le pareció extraño porque nunca lo había visto y al parecer era estudiante de allí por el uniforme. Sin prestarle más atención volvió a concentrarse en su repaso.
El timbre de entrada sonó y todos los estudiantes en masa y bullicio se fueron cada uno a sus respectivos salones.
Miró a su alrededor y nada, no habían señales de él.
¿Dónde estás YeoSang?
Ya en el salón recordó ese día en el que le conoció, cómo salió corriendo de esa casa y se encontró con ese niño sonriente de diez años, quien sin conocerlo le dió todo su apoyo y le brindó su amistad, porque así cómo había perdido tanto, ganó un tesoro, un hermano.
Fue sacado de sus pensamientos cuando pidieron atención, no se dio cuenta en que momento, pero frente a todos se encontraba el profesor junto a un chico, a quien de inmediato reconoció.
—¡Buenos días! A partir de hoy tendrán un nuevo compañero de clases, él es Park SeongHwa, espero se lleven muy bien.
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Senya 💜🌙
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𝒀𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒏𝒐𝒕 𝒂𝒍𝒐𝒏𝒆. 𝑰 𝑷𝒓𝒐𝒎𝒊𝒔𝒆 {S͟e͟o͟n͟g͟J͟o͟o͟ng͟}
RomanceLa muerte de sus padres lo sepultó en la culpa, la soledad y el sufrimiento, el desprecio de quién para él era su hermano lo hundió en un laberinto de decepción. HongJoong deberá enfrentarse a muchas adversidades desde muy pequeño, el dolor, las bur...