capítulo 3: Tengo un reencuentro con el extraño

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Tuve una noche horrible, me costó cerrar los ojos, en la mañana me levanté temprano, hoy es mi primer día en el trabajo, bajé de la cama y me di una ducha me mudé y fui a la cocina por un café; Pete recién se levantó llevaba el pelo desordenado lo que lo hacía más atractivo

-¿ que tal tu noche? - me preguntó mientras se servía un poco de café - dura, estoy teniendo sueños de nuevo

- ¿quieres hablar de eso?

- ahora no - me miró molesto y un poco resentido

- te prometo que hablaremos más tarde...sólo que ahora no - le dije, recordé el sueño y antes que lo notara unas lágrimas bajaban de mis ojos, Pete no dijo nada, se acercó a mí y tomó mi mano me miró a los ojos y me besó salí del apartamento no sin antes darle una mirada de odio al lugar, cuando estaba apunto de subir al auto una pelota de fútbol se acercó a mis pies - disculpe, pero podría darme mi pelota - un niño de once o doce años se acercó un poco tímido, tenía el cabello castaño y ojos azules era un poco pecoso y su piel tenía un tono de piel parecido al mío - aquí tienes pequeño

- gracias

- de nada ¿como te llamas pequeño?

- Duncan ¿ustedes acaban de mudarse verdad? - cuando iba a contestarle una voz masculina de la casa de al lado dijo - Duncan hora de irnos - un hombre salió de la casa, era alto piel clara, cabello negro y ojos azules, llevaba un uniforme de policía
- voy enseguida - dijo el niño al que supongo que es su padre, el hombre se acercó y me dirigió una sonrisa
- Jason Greene - me extendió la mano
- Lisa Menfiss - le respondí el saludo
- bienvenida al vencidario - me dedicó otra sonrisa y se alejó con su hijo, me subí al auto y comencé a conducir, no llevaba ni diez centímetros cuando la señora "me entrometo en la vida de los demás" se posó en la ventana del copiloto - Buenos días Lisa - me sinrió y me vi forzada a repetir la acción - es pero no interrumpirte - claro que lo hacesy me retrasas para el trabajo - voy un poco apurada - le dije para disimular
- solo quería avisarte que habrá una reunión del vecindario, por si te interesa - claro que no
- no sé pueda, regreso tarde del trabajo
-oh...que lástima ¿tal vez Peter pueda? - ¿Pete? ¿es una broma?
- no lo sé, ultimamente no tiene tiempo para muchas cosas - pisé el freno antes de que dijera otra cosa.

***
- te prometo que llegaré enseguida
- de acuerdo, pero no te retrases, en verdad quiero que veamos esa película
- de acuerdo hija, no tardaré
- de acuerdo mamá - colgué el teléfono y me dispuse a caminar de regreso a casa, a lo lejos vi la fiesta que se llevaba a cabo en casa de Juan, yo me negué a ir ya que le habría prometido a mi madre que iríamos al cine, y en verdad moría pasar el rato con ella; pasé por el parque y recibí una llamada de papá -¡Lisa tienes que venir a casa!
-¿papá? ¿que ocurre?
- ¡debes venir a casa ahora!
-¿¡ que ocurre!?
- tu madre tuvo un accidente

* * *
Llegué al estacionamiento iperventilada por el recuerdo de mi madre, puse las manos y la cabeza en el volante y empecé a respirar profundo, me calmé y me bajé del auto; llegué a la recepción y la secretaria que me había dado indicaciones cuando vine a solicitar trabajo me dio mi gafete y me indico donde estaba mi oficina, llegué al despacho y acomode mis cosas, pasaron unos minutos y mi jefe se acercó - buenos días señorita Menfiss, es un gusto tenerla abordo
- gracias señor Lawrence - Albert Lawrence era un joven que soñaba con publicar sus propios escritos, al principio nadie creía en él, pero no se rindió, ahora es un señor de sesenta años que posee una de las más exitosas editoriales y algunos libros muy famosos - no hay de qué, aquí están unos escritos que me enviaron, me gustaría que los pasara a limpio
- no hay problema - el asintió y me entregó los textos; encendí el computador y comencé con mi labor.
Ya habían pasado dos horas y conforme me iba reescribiendo el libro más me interesaba la historia, la verdad quería continuar pero moría de hambre y dentro de quince minutos será mi hora de almuerzo, una joven tal vez de mi edad se acercó a mí - hola soy Giny Tomphson, mucho gusto
- Lisa Menfiss, un placer - se veía sencilla, cabello negro y amarrado, pantalón negro y blusa turquesa y ojos cafés
- oye ¿te gustaría almorzar conmigo? Debe de ser duro ser la nueva y no tener con quien almorzar
- me imagino, claro me gustaría - quedamos en vernos en el loby, dentro de diez minutos; salí de la oficina y mientras esperaba el ascensor recibí una llamada
-¿Lisa? - era Pete
- ¿sí?
- quería llamarte para decir que llegaré temprano a casa
- de acuerdo, oye un consejo, si la señora Rynolds llama a la puerta ¡escondete! - escuché como reía y eso me desestreso un poco
- de acuerdo, adiós preciosa - colgó y me quedé en silencio, llevaba mucho tiempo sin decirme así.
* * *
Llegué al vecindario y cuando crucé la esquina me apresuré a meter el auto al garage para evitar todo contacto con los vecinos, entré a la casa y estaba en silencio, dejé mis cosas en el sillón y escuché unos ruidos
-¿Pete? - me acerqué a la cocina y me quedé helada, Pete estaba en el suelo llorando y con las manos ensangrentadas, había platos rotos en el suelo
- ¡O por Dios Pete! - me acerqué a él y me puse junto a él y le tomé el rostro
- alejate - me dijo, me negué a esa orden y le acaricié más el rostro -¡por favor vete!
-No, mirame - el se negaba, pero yo insistía, no podía permitir que ese monstruo saliera - ¡Pete, mirame!
El me miró lentamente y se calmó aunque seguía llorando, lo abracé y el me rodeo con sus brazos
- ¿que has hecho? - lo levanté y lo llevé a la habitación, me dirigí al baño y saqué el botiquín, tomé el algodón y el alcohol y comencé a tratarle las manos - no tienes que hacerlo
- ¿¡es una broma!? ¡Pete mira tus manos! - bajó su cabeza y se quedó sin habla, de vez en cuando se quejaba del dolor, terminé de tratarlo y le vendé la mano derecha que fue la más afectada; me cambié la ropa y me metí en la cama, me senté un momento y cerré los ojos intentando procesar todo, me escondí entre mis piernas y respiré hondo, sentí una mano en mi espalda que me acariciaba de vez en cuando
- entiendo que estés preocupada, no te daré excusas
- no eras tú - suspiró profundamente y me preguntó
- ¿por qué decidiste quedarme conmigo?
- Pete yo te hago la misma pregunta - lo miré fijamente y el frunció el ceño
- ¿de que hablas?
- Pete mirame, ¡sabes como soy ! - el me abrazo por detrás
- por eso me quedé contigo, por qué eres única - cerré los ojos y me posé sobre su hombro.

Mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora