Gotcha!

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—¡¿Te criaste en un establo acaso?!—gritó Cole histérico luego de que Nathan entrara a su cuarto con sus zapatos llenos de barro.

—Pfft, cálmate abuela—respondió Nathan apenas pudiendo contener la risa—estás especialmente sensible hoy ¿sabes?

No respondió nada. Quizás estaba en lo cierto, claro que jamas le daría la razón al muy tonto.

La semana que vino despues de la primera cena con Peter y Samuel había sido una completa basura. Su madre no paraba de invitarlos a todas partes, incluso hizo un plan para ir al cine juntos. Estaba volviéndose realmente desesperante.

—¿Crees que vengan hoy?—preguntó Nathan haciéndolo volver en sí.

—No invoques a la mala suerte, amigo—dijo Cole exasperado—en serio estoy pensando en huir a Texas—terminó la frase riendo un poco. Hacer comedia con sus desgracias funcionaba a veces.

—Ahora que lo estoy pensando—Nathan se acercó un poco a él y bajó la voz—nunca me contaste qué impresión te dió Samuel—puso una sonrisa tonta que hizo enojar un poco a Cole.

—Lo que sea en lo que estés pensando, eres un asco Nathan—dijo mirándolo con algo de fastidio.

—Pero ¿porqué siempre estás a la defensiva?—protestó Nathan—digo, nunca mencioné nada de eso, solo me estaba preguntando como sería—hizo una pausa—ya sabes, los chicos a esa edad pueden ser un grano en el...—fue interrumpido por los golpes en la entrada de la casa.

Cole se asomó por la mirilla y casi, casi puso el seguro a la puerta. Luego asumió lo ridículo que se hubiera visto y abrió la puerta.

Un tímido Samuel entró apurado para poner la caja que sostenía sobre la mesa. Luego de percatarse de la presencia de Nathan tartamudeó mucho para poder soltar un simple y casi inaudible "hola".

—¿Entonces tú eres Samuel?—dijo Nathan con una voz chillona que le puso los pelos de punta a Cole—es un placer conocerte—sonrió y le tendió su mano. Samuel la tomó luego de vacilar un momento.

Nathan intercaló su mirada entre Samuel  y Cole y prácticamente pudo cortar la tensión que se estaba formando entre ambos. Supo que lo mejor sería salir de ahí en lugar de bromear al respecto. Después de todo, no había nada peor que un Cole enojado de verdad.

—Bueno, mi madre debe estar como loca porque no le avisé que saldría—dijo Nathan poniendo una mano sobre el hombro de Cole—ya me largo, bye.

Cole soltó un suspiro. Sabía perfectamente lo que pretendía Nathan y sintió ganas de golpearlo por ser tan imbécil.

Un ruido hizo que se sobresaltara. Era Samuel, había corrido una silla para sentarse. Casi había olvidado que estaba ahí.

Se acercó con premura y miró la caja, aunque realmente no le interesaba mucho lo que hubiera ahí adentro. Sus ojos se desviaron inevitablemente hacia Samuel, quien jugaba con sus dedos nervioso. 

—Así que...—Cole habló suavemente haciendo que el chico se diera vuelta—¿viniste hasta acá tú solo?

Samuel asintió con su cabeza. 

Y repentinamente Cole sintió muchas ganas de echarse a reír. No podía creer lo nervioso que llegaba a poner a Samuel solo con sentarse cerca de él.

La primera vez, cuando lo había conocido, le había causado mucha intriga, mirándolo de esa forma tan extraña, sacando a flote cosas que creía inexistentes. Pues era cierto que Samuel provocaba un efecto raro en Cole; efecto que no se había molestado en negar.

Quería tocarlo, solo para probar, pero sabía que era una línea que no debía cruzar.

—Cole...—la tenue voz de Samuel atrajo su atención. Y por alguna razón, le gusto como sonaba su nombre entre esos labios temblorosos.

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