Capítulo 1

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Su madre lo tenía cansado. La única ropa de niño que todavía guardada no lo encontraba. Al parecer el dichoso mayordomo nuevo que tenía le había dicho algo.

Suspiro.

Realmente quería dejar de ser Andrea y regresar a ser Andrés.

No era justo. Los demás niños podías vestirse como gustes, pero él no. 

- ¡Andrea! - Llama su madre. - ¡Gonzalo esta aquí! 

- ¿Gonzalo? - Ahora lo recuerda, uno de sus nuevos amigos, esos niños que conoció hace dos semanas. - ¡Ya voy!

Engancha su cabello con un gancho, evitando que le caiga cabello a su rostro. El gancho combinaba con el vestido blanco que su madre le había hecho poner, supuestamente iban a salir para registrarlo en su nuevo colegio, al menos esperaba poder ser registrado como un niño.

- ¡Ho, Hola Andrea! - Saluda el castaño después de verlo bajar por las escaleras.

- Hola.

- ¿Van a salir? - Pregunto curioso, después de ver como la madre de Andrés terminaba de maquillarse.

- Así es, pequeño. - Contesta la señora. - Vamos a registrar a Andrea a tu colegio.

- ¡¿En serio?! - Gonzalo no se lo cree. La única chica del grupo estaría en su colegio, esperaba que también en su salón. La señora asintió. - ¿En qué grado estarás?

- Entra a séptimo grado.

- ¡Diablos! - Reniega el castaño. - Eres un año menor que yo.

Andrés ríe. No esperaba que su nuevo amigo renegara por una cosa como esa.

[...]

Dos semanas desde que entró a su nuevo colegio. Dos semanas desde que empezó a vivir como una niña cuando no era así.

Habían pasado cosas buenas, como ser tratado de manera normal. También había conseguido ser el favorito de la maestra.

Como era nuevo, nadie sabía que era un niño vestido de niña, así que podía actuar como una niña sin sentir vergüenza.

- ¡Oye! ¡Tú! - Llamo una niña de su edad, o cercana a ella.

- ¿Yo? - Pregunta nervioso el castaño.

- Si, tú, tonta. - Insulta la pequeña. - Eres molesta. ¡Deja a Gonzalo en paz!

- ¿Qué?

- ¿Acaso estás sorda? Dije que te alejes de Gonzalo, lo molestas. - Menciona otra niña. 

- ¡Yo no hice nada! - Trato de defenderse el pequeño Andrés. Mientras que el grupo de niñas empezaba a contradecirlo.

- ¡Claro que si!

- No es verdad. - Era en vano, se sentía pequeño a comparación de ellas.

- ¡No debiste de venir!

- ¡Por tu culpa, Gonzalo no nos hace caso!

- No es mi culpa.

- ¡Vete!

- ¡Lárgate!

Andrés termino cayéndose, las niñas reían. ¿Por qué le hacían esto? Él no había hecho nada para ser culpado de esa forma. Tenía ganas de llorar, no era justo, pensó que no pasaría por esto, pero aún así lo estaba volviendo a vivir.

- ¡Oigan! ¡Déjenla en paz! - Voces muy conocidas para Andrés se hicieron bastante notorios. 

- ¿Por qué la molestan? - Pregunto Rubén llegando con ellas. - Ella no les hizo nada.

- ¡Ella acapara a Gonzalo! - Se queja una de las niñas.

- ¿No han pensado que Gonzalo no quiere estar con ustedes? - Suelta Ramón, acariciando al pequeño Andrés. - Si él no quiere estar con ustedes, no deberían echarle la culpa a Andrea.

Las niñas se quedaron  quietas, enojadas porque su intento de que la castaña se alejará de aquel chico que les gustaba.

Andrés estaba triste, lagrimeando, mientras escuchaba como sus amigos empezaban a conversar entre ellos sobre lo anterior sucedido.

Su conversación fue interrumpida debido al grito que un castaño detrás de ellos.

- ¡Andrea! - Grita Ari, acercándose. - ¡Andrea! ¿Qué sucede? ¿Por qué estás llorando.

Andrés estaba preocupado, no le diría a su amigo lo que acaba de suceder y simplemente lo dejaría pasar, como lo hacía en su antiguo colegio.

Esas niñas tenía razón ¿no? Él llego después de ellas, él llego a molestar e irrumpir en la vida de Gonzalo.

- No pasa nada, Gonzalo. - Contesta cabizbaja. - Solo me caí.

- ¿Eso es verdad, Rubén? - Interroga Gonzalo, frunciendo el ceño.

- ¿No me crees? - Suelta en un susurro, sujetando su basta de su falda lila.

- ¡Por supuesto que te creo! ¡Eres mi mejor amiga y confió plenamente en ti! - Dice orgulloso el castaño mayor, colocando una mano sobre su pecho, con una sonrisa tan grande como el sentimiento de crecía dentro suyo. - ¡No dejaré que nadie te haga daño! ¡Prometo cuidarte y protegerte!

Quería creer en sus palabras, pero seriamente sabía que esas palabras serías vagas y falsas promesas que se perderían con el tiempo. Sus antiguos amigos eran un perfecto ejemplo de eso.

Sonrió levemente, pensando que sería un grato recuerdo hasta que la ilusión terminará.

- ¡Gracias por ser mis amigos! - Agradece sonriente, con las mejillas sonrojadas y sus ojos vidriosos.

Un sentimiento de agonía y tristeza sonaban en sus palabras.

- No tienes que agradecer por eso. - Dice Ramón acariciando la cabeza de Andrés.

Se sentía tan bien con ellos. Tanto que pensaba que podría llegar a estar mal si terminaban separándose.

No quería volver a pasar por lo anterior.

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¡Hey! ¡Hola a todos!

He aquí un nuevo yo.

Espero os guste el nuevo rumbo de la historia :>

OBLIGADO A SER MUJERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora