Cerca al medio día, estando sola en aquel despacho una vez más, Alicia observaba por la ventana hacia la carpa y sus alrededores. Bajó la mirada por el cansancio, bostezo, se frotó los ojos, respiró hondo y luego de unos segundos volvió a dirigir su vista hasta la carpa para encontrarse con la única razón por la que se levantaba cada día; Isaac. Su hijo estaba sentado en una de las banquinas que se encontraba a pocos metros de la carpa, con la cabeza entre las manos y por momentos agitándose el cabello, estaba abrumado, nervioso... Siempre hacía eso en momentos de estrés.
No pudo contener el pequeño sollozo que se escapó de sus labios, le partía el corazón y, como si adivinara los pensamientos de su madre, el muchacho alzó la vista y miró hacia la ventana. Estaba demasiado lejos y el reflejo del sol seguramente no le habría dejado verla, pero Alicia se consoló a sí misma pensando que habían cruzado miradas. Isaac se levantó e ingresó nuevamente a la carpa, probablemente allí dentro se habían cansado de pelear con él para que se fuera a casa y les dejara trabajar. Alicia no podía dejar de sentirse enferma, se le revolvía el estómago de sólo pensar que no volvería a ver a quien fue el niño más dulce y travieso que alguna vez conoció.
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- Germán, esto es enorme- Dijo Alicia mientras observaba el sweater verde que su marido había comprado para su pequeño hijo de apenas un año y medio.
- Pero es idéntico al mío- Sacó uno igual en tamaño adulto de una de las bolsas.
- ¿Estás de coña?- Por más que quiso, no pudo contener la risa.
- Cariño, deja que nos cambiemos y verás el verdadero estilo-
Germán alzó a Isaac del piso de la sala, donde minutos antes estaba jugando plácidamente con sus juguetes armables y se lo llevó a su habitación. Alicia continuó licuando frutas para la merienda, ya que irían al parque cerca de casa, cuando su marido chistó un par de veces. Se giró y no pudo evitar derretirse de ternura al ver a su Rulo luciendo tan adorable.
- AY, AMOR- Se acercó y cargó a su hijo, le dio un par de besos y él la abrazó mientras reía como si acabara de ser descubierto en un travesura y apoyó su cabeza en su hombro.
- ¿Y qué dices? Tenemos estilo- Germán dio una vuelta sonriendo para que su mujer lo viera.
- ¿Le pusiste las Dr Martens para un paseo al parque?-
- No empieces, es parte del look- Alzó las manos en señal de que la discusión acababa ahí y fue por el bolso de Isaac.
En la entrada al edificio Alicia lo bajó para acomodar las cosas en su carriola y German se puso en cuclillas un poco más alejado, indicándole que debía caminar hasta él. Hacía poco Isaac estaba aprendiendo a caminar y sus preciosas botas, esas que su madre tanto adoraba, le dificultaban un poco la tarea, así que el pobre pequeño daba pasos dubitativos con la mirada fija en sus pequeñas botas negras.