C4. El rastro de un ángel.

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Christopher inspira con fuerza anclando sus ojos en el cristal del enorme ventanal que tiene delante suyo. En la distancia puede escuchar el sonido de los autos transitando por la avenida principal, puede escuchar el bullicio que las personas generan y también puede escuchar el sonido de su propio corazón. Deja salir el aire un segundo después pero tratar de relajarse en ese momento es una misión totalmente imposible.

Su vida una vez más está de cabeza. Igual que siempre, Christopher; se dice a sí mismo.

Todavía no puede terminarse de creer que Danna – ¡Qué su Danna!- está ahí. Que una vez más está a su lado, que una vez más puede al menos verla y la manera en la que luce era totalmente diferente. No físicamente pero si en más de un sentido. Es más fuerte y es más decidida que antes –al menos cuando está frente a él- pero en cuanto a Noah respecta es la misma Danna se siempre.

Y cundo él la mira a su lado; su corazón duele.  

Christopher sufrió. El nivel de sufrimiento que experimentó cuando la creyó muerta y se marchó no se compara con ningún otro dolor que haya experimentado antes. Se mantuvo lejos de Noah a pesar de que estaban en la misma casa y a pesar de que en un montón de ocasiones se encontraba a sí mismo de pie en el umbral de su habitación velando su sueño y pequeñas oleadas de entusiasmo lo embargaban; quería sostenerlo entre sus brazos, quería besarlo, quería protegerlo…pero cuando era consciente una vez más que en el momento en el que él había llegado al mundo; Danna se había: ido la situación se tornaba demasiado oscura como para soportarla: y entonces había dejado que el rencor que sentía por él lo dominase. No lo odiaba como tal porque era su hijo y Danna había tenido razón…el amor que le había profesado aún estaba ahí…enterrado hasta el fondo de su corazón pero todavía existía solo que él no sabía cómo ponerlo en esa balanza imaginaria que se creó en su cabeza para amarlo a partes iguales. Y lo sabía. Sabía que en el momento en el que lo descubriera podría encontrar un punto de equilibrio entre lo que le decía su corazón y lo que le decía su cabeza. Que ese niño no tenía la culpa de nada. Que ese niño era suyo. Que ese niño era el fruto del amor que él y Danna habían sentido pero aun así no era suficiente.

Entonces había permanecido al margen. Pero cuando Danna lo había colocado sobre sus brazos y cuando él le había dado de comer: su corazón había latido con demasiada rapidez.
Un potente golpe se hizo presente en la puerta de la oficina, Christopher dejó salir un largo suspiro y se giró en su silla para anclar sus ojos en la puerta de madera.

—¡Adelante!—respondió.

La puerta se abrió lentamente y una risueña Jazmín quedó delante de él—Hola.—saludó la chica.

—Hola.

—¿Qué pasó contigo, eh?—pregunta.—Te estuve llamando anoche pero tu celular me enviaba directamente al buzón de voz…

—Supongo que me quedé sin batería y no me di cuenta.—respondió encogiéndose de hombros.

—Entiendo.—murmuró ella.—¿Qué tal el fin de semana, por cierto?

—Bien, creo.—susurro.

—¿Cómo está Noah?—preguntó una vez más.

—Él está bien.—asiento.—Josie está haciendo un trabajo increíble…

—Sabes que puedo ayudarte con tu hijo cuando lo desees ¿verdad?—inquirió alzando una ceja. Los ojos de Christopher la miraron un par de segundos y frunció sus cejas.

—Lo sé. Y de verdad te agradezco que quieras hacer esto por mí pero lo cierto es que no me parece correcto de ninguna manera, Jazmín, tú tienes tus propios asuntos que resolver y no me parecería justo que renunciaras a eso solo por ayudarme.—hizo una pausa mientras los ojos de la chica seguían contemplándolo con fijeza.—Josie lo hace bien…

EL RASTRO DE UN ÁNGEL (EBDUA #3)Where stories live. Discover now