C1: Ara.

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Danna abrió los ojos de golpe. Inspiró profundamente y luego dejó salir el aire de sus pulmones de manera tratando de acostumbrarse a la monumental cantidad de luz que entraba en el lugar en el que ella se encontraba. El sonido incesante del canto de un pájaro llenó el aire y con dificultad se puso de pie. Su cuerpo le dolía como si le hubiese pasado un tren encima aunque estaba segura que de haber sido el caso ella estuviese de pie.

Caminó con pasos lentos por la infraestructura color blanco en la que se encontraba pero además del canto del pájaro –que estaba martilleando su cabeza como si no hubiese un mañana- no podía distinguir nada más. Inspiró con fuerza y siguió caminando sin comprender que era lo que estaba haciendo hasta que la vio.

Una figura vestida de blanco estaba de pie al fondo del pasillo. Encaminó sus pasos y se frenó de golpe cuando la figura se giró. Entonces descubrió a una bella joven de cabellos plateados, sus ojos azules la miraron un momento y una pequeña sonrisa apareció en sus labios rosados.

—Danna…—la llamó con voz neutra.

— ¿Dónde estoy?

—Bienvenida a la Terminal A.—anunció.

—Estoy muerta.—susurró para sí misma.

—Bueno…hipotéticamente, sí.—asintió.

Dejó salir el aire de sus pulmones de manera lenta y negó un poco antes de bajar la mirada.—Voy a irme al campo de almas ¿verdad?—preguntó en voz baja.

—Bueno…ese es el protocolo celestial, sí.—respondió.—Pero no para ti.—agregó un momento después.

—¿Qué?

—Hiciste un sacrificio ¿no?—susurró.—Las cosas de este lado funcionan de otra manera.—le explicó encogiéndose de hombros.—Eres Danna Silvetti y has sido un humano evolucionado un sinfín de veces…por eso vivías en la antesala de las almas antes de elevarte ¿cierto?

—Si.—admitió la castaña.

—Moriste salvando a tu bebé, Danna.—le recordó y un una pequeña punzada de dolor se hizo presente en el pecho de ella.—Lo vimos y lo que hiciste fue bastante lindo y emotivo. Es por eso que volviste a subir…

—Pero Cora dijo…—comenzó pero ella la interrumpió.

—Lo sé.—le sonrió.—Sé que Cora te dijo que una vez que el ciclo se rompiera tú volverás a ser un humano y que al morir, morirías igual que ellos…pero no cuando das vida a través de la tuya. No cuando das vida con la tuya.

—No entiendo nada de lo que estás diciendo.—respondió sincera.—¿Cómo te llamas, para empezar…?

La mujer le ofreció una cálida sonrisa.—Ara.

—Ara.—repitió.—Tienes apariencia humana eso quiero decir que tú…

—¿Qué estuve en la Tierra…?—cuestiona.—Sí, lo estuve.

—¿Eres un ángel guardián?—Ara rio.

—No. Pero si he estado en la Tierra, estuve en el momento en el que tú moriste. Estuve ahí para conducirte acá…

—Para conducirme acá…—repitió y entonces su corazón dejó de latir un breve segundo.—Eres Ara. Ara, el ángel de la muerte.—susurró.

—Sí, lo soy.

—Guau.—murmuró.—Pero si soy sincera todavía no sé que es lo que estoy haciendo aquí…debería estar en el campo de las almas para después ir a mi destino…

—Eres un ángel guardián.—anunció de repente.

—¿Qué?—susurró.

—Volviste a ser un ángel guardián…

EL RASTRO DE UN ÁNGEL (EBDUA #3)Where stories live. Discover now