Cuatro años atrás.
Recuerdo cuando mamá me contó la historia de cómo conoció a papá; ella tenía dieciocho años cuando se conocieron en la universidad. Mamá recién había empezado su primer año, mientras que papá ya iba para su tercer año. Mi mamá estaba estudiando Psicología y neurociencia, cosa que terminó abandonando en su primer trimestre, ya que a ella no le gustaba nada relacionado con eso. Mamá siempre había sido un espíritu libre, y a ella le apasionaba el arte, la música y la actuación.
Cuando mis padres se conocieron fue en el pasillo de la universidad. Siempre me cuestioné si eso de ir a la universidad y chocarte con el "aparentemente amor de tu vida" era cierto, pero eso fue lo que sucedió con mis padres. Es bastante cliché, pero sí, mis padres se conocieron de esa manera. Ella iba tarde a su clase, cuando papá chocó contra ella y los libros de mamá salieron volando. No me cansaba de escuchar la versión de ambos.
Mamá dice que papá era todo un casanova y que él solía meterse con muchas chicas de la universidad, ya que mi papá formaba parte de una fraternidad y era el jugador en el equipo de la Cross, mientras que mamá no era una santa como pinta una historia cursi de amor, mamá era una chica que también salía con muchos chicos, pero cuando ambos se conocieron fue como amor a primera vista.
Creo en las historias de amor gracias a ellos dos. Mi padre y mi madre son polos opuestos, sin duda alguna. Papá se graduó y comenzó a ser sus prácticas en un hospital y mamá seguía con sus estudios en la Facultad de Artes Visuales. Cuando mi madre se graduó, se embarazó de Sophia y luego de eso, se casaron y se mudaron aquí a WonderWood.
Mamá suele pintar cuadros y venderlos por Internet, es algo que ella apasiona y vendía bastante, a decir verdad. Gracias a ella, yo generé ese amor por todo lo relacionado con el arte. Me encantaba dibujar y pintar de vez en cuando, aunque en realidad no era algo que se me daba tan bien como a ella.
—¿Qué es lo que estas pintando, mamá? —le pregunté, mientras miraba fijamente su obra.
Ella desvío los ojos hacia mí y sonrió.
—Un corazón —respondió ella.
Frunzo el ceño y ladeé mi cabeza. No le encontraba forma de un corazón. Las obras de mi mamá son oscuras y casi siempre tienen un doble mensaje, el cual jamás logro entender.
—No le veo forma de corazón —dije.
Ella se río y dejó de pintar. Mamá soltó un suspiro y me volteó a ver.
—No tienes que entenderlo, Kenzie; verás el arte es así. La pintura te hace vibrar y cuando sientas eso, entenderás el mensaje que quiere dar.
Solté un suspiro. Jamás seré tan buena como ella. Admito que las pinturas que yo hacía si eran buenas, pero ninguna de ellas se comparaba con las suyas.
—Espero que algún día pueda ser tan grande como tú, mamá.
Mi madre sonrió.
—No tienes por qué seguir mis pasos, cariño. No trates de imitarme, así jamás te darás cuenta del gran talento que tienes.
Asentí con la cabeza y seguí admirando su obra.
Actualidad.
Mis ojos se abrieron debido a que el timbre ha estado sonando como cuatro veces seguidas. Miré en dirección de mi alarma y me doy cuenta que apenas son las ocho y media de la mañana; es obvio que papá se ha ido ya al trabajo, y creo que mi hermana y Aiden no se encuentran, de lo contrario ya hubieran abierto.
Solté un gemido y saqué mis piernas de la cama para ir a abrir la puerta. Ni siquiera me molesto en enjuagarme la cara antes de abrir la puerta, simplemente bajo las escaleras de dos en dos y abro la puerta con pesar.
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El secreto que nos une.
Teen FictionInspirada en hechos reales. Mackenzie Hayes desde hace tiempo se ha prohibido enamorarse. Después de una ruptura, ella decide que el amor no es para ella, pero eso esta por verse cuando conocerá a Damián Carter, su nuevo vecino. Damián desde un pri...