El silencio suele gustarme de vez en cuando, pero hoy en específico lo odio.
Me estoy comenzado a poner incómoda y no puedo evitar sudar debido al estrés; la noche anterior había estado estudiando hasta el cansancio para precisamente no trabarme en la prueba de química, sin embargo ahora que estoy haciendo la prueba mi mente se puso en blanco y no entiendo absolutamente nada.
Miré con cuidado en dirección de Caleb, quien parecía muy concentrado en su prueba, pero al parecer sintió el peso de mi mirada. Alzó una ceja y yo me encogí de hombros, haciéndole entender que no tenía ni puta idea de que estaba haciendo con mi vida en estos momentos; mi amigo regresó a su prueba y me di por vencida.
La campana sonó y todos soltamos un suspiro al escuchar ese glorioso sonido. La señorita Hills comenzó a recoger las pruebas y al menos no me siento tan patética, porque al parecer no fui la única en no entenderle a la maldita prueba. Comienzo a recoger mis cosas y me reúno con Caleb, quien está esperándome afuera del aula.
—Vaya examen de mierda —Caleb murmuró, sacudiendo la cabeza—. Estudié para nada.
Me sentí más tranquila al escucharlo decir eso.
—Eso mismo pienso —digo en voz baja.
Nos acercamos a mi casillero y saco algunos libros de este. Han sido dos largas semanas de exámenes, pero al fin terminaron. Las vacaciones ya se acercan y no hay nada mejor que eso.
—¿Quieres que vayamos por un café? —me pregunta él, sonriendo con malicia.
Lo miré con cara de pocos amigos y él se río.
—Deja de hacer eso.
—¿Hacer qué? —inquiere, haciéndose el menso.
—Caleb. —Cierro el casillero y me cruzo de brazos—. Sólo fue una vez, y fue porque estaba deprimida. Te necesito más como amigo que como...eso.
Caleb es mi mejor amigo desde hace ya más de diez años. No recuerdo exactamente la manera en la que nos conocimos, pero se convirtió en un fiel amigo. Hace un año, me dio una crisis y no sabía qué hacer y solía hacer tonterías y una de ellas fue haber caído en sus redes y haber pasado una noche con él. Le hice prometer que no se lo contará a nadie, pues no quería que nadie lo supiera y no quería arruinar mi amistad con él. Era la primera vez en un año que tocábamos el tema y desearía no haberlo mencionado.
—Sólo somos amigos, mi pequeña saltamontes —dice él, colocando su brazo alrededor de mis hombros—, pero podemos ser algo más cuando te vuelva a dar una crisis.
Eso último lo dijo alzando las cejas y sonriendo como un loco pervertido.
Rodeé los ojos al cielo y le di un codazo para que se apartara de mí. Él se parte de la risa debido a mi reacción. En ocasiones suele ser un tanto idiota, pero lo quería.
—Idiota.
—Ay, eso me dolió —Caleb dijo sarcásticamente—. Vamos por un café, ¿quieres?
Negué con la cabeza.
—Tengo cosas que hacer en casa.
—¿Cómo qué? —pregunta.
Me encogí de hombros.
—Cosas, Caleb —me acerco a él y le doy un beso en la mejilla—. Nos vemos después, ¿sí?
Me escabullo entre los estudiantes y finalmente salgo de la universidad; fácilmente podría tomar el autobús, debido a que mi casa está a unos tres kilómetros desde aquí, no es mucha distancia, pero yo prefería irme caminando. Me gustaba caminar y poder estar sola, así tendré una buena excusa para no estar sola en casa. Admito que en ocasiones me gustaba estar sola, pero jamás en casa, era una sensación extraña y no me gustaba.
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El secreto que nos une.
أدب المراهقينInspirada en hechos reales. Mackenzie Hayes desde hace tiempo se ha prohibido enamorarse. Después de una ruptura, ella decide que el amor no es para ella, pero eso esta por verse cuando conocerá a Damián Carter, su nuevo vecino. Damián desde un pri...