Yūgi Mutō

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Mi siguiente entrevistado entra en la sala mirando a su alrededor con una cara de asustado que me da pena.

—Cálmate, pequeño Yūgi, que la cámara no muerde —le digo con afabilidad y lo invito a sentarse con un gesto. Él se sienta y me mira inseguro—. Bien, comencemos.

—¿Esto es necesario? —pregunta con la voz temblorosa por los nervios.

—Eres el protagonista de la serie y no puedo prescindir de ti, así que ponte firme, que no estamos saliendo en vivo —Yūgi se enderezó y respiró hondo—. Primera pregunta: ¿quién te puso tu nombre?

—Fue mi abuelo, porque a él le apasionan los juegos.

—Me lo imaginaba. ¿Y por qué te ves tan infantil? Cuesta creer que en realidad tengas 16 años.

—Pues... Ahora que lo mencionas, nunca me lo había preguntado —Se llevó un dedo a los labios con expresión pensativa—. Tal vez sea un problema genético de crecimiento.

—O quizá no te alimentes como es debido. ¿Comes carne? ¿Tomas leche?

—¡Por supuesto! Yo me alimento muy bien.

—¿Por qué crees que las personas que te rodean no se dan cuenta de tu cambio físico y de personalidad cuando te intercambias con el faraón?

—Supongo que, como él se manifiesta a través de mi cuerpo, el cambio físico no es muy notorio en realidad. En cuanto al cambio de personalidad... —Hizo una pausa dubitativa—... Quizá todos piensen que muestro nuevas facetas.

—¿Quieres mucho al faraón?

—¡Claro que sí! Lo quiero como si fuera una parte de mí.

—¿Solo eso? —Otra vez yo y mi cara de malpensada.

—Sí.

—¿Qué se siente compartir tu cuerpo con un espíritu milenario?

—Es bastante más normal de lo que podrías imaginarte. Cambiar de cuerpo con él no es doloroso ni extraño. Es más, a veces ocurre de forma inconsciente.

—Cuando Kaiba se paró en la cornisa y el faraón lo atacó de todas formas, ¿llegaste a pensar que era un espíritu malvado?

—Si te soy sincero... —Su tono de voz bajó drásticamente y se inclinó hacia mí con una mano parapetando su boca—.... Él a veces da miedo. Es bastante imponente.

—¿Cómo le haces para tener a las chicas muertas contigo?

El rostro de Yūgi hubiera podido competir con una manzana madura en cuanto a su tonalidad.

—¿Ca... Carisma natural?

—Sé sincero: ¿eres pervertido, como se ve en el manga, o eres inocente?

—¡Yo no soy pervertido! —Al pobre chico le salió humo de la cabeza y la cara le ardió como si tuviera fiebre—. ¡¿Quién ha dicho eso?!

—Pues, según el manga, tenías fantasías pervertidas con Anzu y veías porno con Jonuichi.

—¡En ese caso, el pervertido es el autor!

—Por eso prefiero el anime. Una última pregunta: si tú eres la reencarnación del faraón, ¿cómo es que el alma de Atem seguía dando vueltas por ahí?

—¿Quién ha dicho que yo soy la reencarnación del faraón?

—¡¿Ah, no?!

—Yo soy la versión futura del faraón; pero, como su alma sigue rondando por ahí, no alcancé a ser su reencarnación heredando todas sus características.

—Lo que tú digas.

Entrevistas a los personajes de Yu-Gi-Oh! Duel MonstersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora