First Burn

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Disclaimer: Esta historia es un AU. Los personajes son de Disney.


From the moment I saw you

I knew you were mine

You said you were mine

I thought you were mine


Una luz brillante. Eso es lo primero que noté cuando abrí los ojos. Me dolía la cabeza como nunca antes y lo único que quería era ponerme a llorar. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida como para caerme de esa manera? Me consideraba a mi misma una mujer lo suficientemente centrada y hábil, pero el enojo era mi peor enemigo.

—¡Despertaste, Nat!

Me tomó algunos segundos reconocer la voz de María Hill. Intenté incorporarme para ver a mi amiga, pero la espalda me dolía sobremanera. Lo único que pude hacer fue emitir un patético quejido de dolor.

—¡No hagas esfuerzos!

Se acercó a mi, y pude notar que tenía los ojos rojos. No podía creer que alguien que no fuera mi familia, se preocupara tanto por mi.

—Estoy bien—fue lo único que atiné a decir.

—Por supuesto—la voz de María era sarcástica.

Recordé los sucesos que me llevaron al hospital y empecé a alterarme. Sentía mi corazón acelerado, mis brazos me hormigueaban, estaba a punto de tener una crisis de nervios. No tenía una desde que mis padres descubrieron el origen de todo mi dinero en la preparatoria.

—Calma, no pasa nada...

—¡LA CASA!—exclamé, enterrando mi rostro entre las manos—¡Lo siento tanto! ¡Se me fue el tiempo a la hora de lavar ropa!

—No pasa nada, es solo un poco de agua. Lo que importa es que tienes que recuperarte.

—¿Dónde estoy?

—En el hospital, tonta. ¿Dónde más?

Todos los miedos volvieron de golpe. Una de las razones por las que era tan cuidadosa conmigo misma era porque sabía que podían ocasionar las caídas en las bailarinas. Ya era bastante difícil aceptar que la vida profesional que había escogido era una fugaz, como para que yo misma acabara con ella antes de tiempo.

—¡No puedo estar aquí!

—No creo que debas estar en ningún otro lugar.

Levanté las cobijas para ver que, afortunadamente, no tenía un enorme yeso en ninguna pierna. No todo estaba perdido, podía seguir bailando...o eso esperaba.

—¿Te han dicho algo?

María negó con la cabeza.

—Steve me llamó desde la ambulancia, diciendo que no reaccionabas y venían para acá.

Fruncí el ceño.

—¿Steve? ¿Steve Rogers?

—¿Conoces a otro Steve?

Negué con la cabeza.

—¿Qué demonios hacia él conmigo?

—Puedes preguntarle.

—No quiero verlo.

—¡NAT! ¡ÉL TE TRAJO AQUÍ!

—Pues no me apetece hablar con él.

Amigos no, por favor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora