Capítulo 29

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No pensé que dejar a Valentina sería tan doloroso.

Quizás estaba subestimando los sentimientos dentro de mí y la fuerza de ésta separación. Era el vacío de otra persona, después de unas horas lejos, ese sentimiento no desaparecía, parecía crecer con cada segundo que mis pensamientos estaban en ella.

Maldita sea, ella no salía de mis pensamientos.

Tener que irme cuando me dejó en el aeropuerto fue una de las cosas más incómodas que recuerdo haber sentido. Y a pesar de que su mirada era segura y amable, mi estómago tenía tres nudos distintos: nervios, miedo y nostalgia.

La extrañaba Ojalá hubiera abordado ese avión y hubiera venido conmigo, por más egoísta que fuera ese pensamiento, no podía evitarlo. Incluso ahora, cuando entré a mi departamento y sentí un aire frío golpear mis piernas indicando que estaba sola.

El silencio era ensordecedor.

Todo estaba tal y como lo había dejado, se veía alguna capa de polvo en los muebles, olía extraño porque estuvo por un tiempo cerrado. Por extraño que pareciera, me sentí un poco fuera de lugar allí, dejando mis maletas en el pasillo sin saber mucho qué hacer a continuación. Habían pasado muchas cosas en un mes.

Espero que hayas llegado bien, por favor no te asustes, todo saldrá bien, eres la mejor diseñadora que puede tener el universo. -Valentina

El mensaje me hace sonreír instantáneamente y me llena el corazón de esperanza.

¿Cómo no extrañarla?

(...)

Después de finalmente poder ubicarme en mi propio departamento, tomé una ducho y me relajé un rato disfrutando de las horas libres que tenía antes de la reunión. Ben ya me ha llamado tres veces en la última hora y me había dado detalles sobre las posibles situaciones con las que me encontraría, cada vez olvidándome de algo y poniéndome más nerviosa cada momento.

Podía sentir algo moviéndose en mi estómago, tal vez un dragón que escupía fuego que hacía que un desagradable impulso comenzara a crecer cada vez que se acercaba la hora de la reunión. Cuando me preparé y el tiempo se estaba acabando, mi columna vertebral comenzó a sudar frío, esperar al siguiente Uber fue una mala idea después de haber cancelado tres otros. ¿Por qué tuve que romperme el brazo?

Cuando finalmente llegó el Uber, subo y abro la ventana tratando de respirar un poco del aire de las concurridas calles de Los Ángeles. Las luces de la ciudad comenzaban a destellar en algunos lugares y la puesta de sol caía sobre el horizonte. Mirar ese cielo no parecía tan feliz ahora, era extraño porque siempre amé Los Ángeles y todo lo que tenía esa ciudad, pero éste vacío en mi pecho sacaba esa perfección.

Era como si todos los colores no fueran lo suficientemente vibrantes si no hubiera dorado para contrastar. El pensamiento me hace sonreír, cuando suena mi celular y el nombre de Valentina está en la pantalla, mi corazón se calienta, como si ese hueco se llenara de alguna manera.

"Espero que no sea demasiado tarde para desearte suerte". Su voz es dulce y pasa por mis oídos como un tranquilizante. "De nuevo". Ella completa traviesa.

"Estoy en camino". Digo solo porque me siento incapaz de pensar en una respuesta más elaborada.

"Los vas a dejar con la boca abierta, lo se". Puedo sentir su voz sonriendo y puede relajarme un poco. "Lo sabes, ¿no?"

"Sí, siento que me voy a enfermar". Lo confieso y de repente mi manto de confianza se ha ido.

Valentina se ríe del otro lado de la línea y me da vueltas la cabeza.

Quisiera ser | Juliantina I Terminada I EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora