DN - L Lawliet

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Un día como cualquiera para los chicos de cierto orfanato de Inglaterra, incluso para aquel que cumplía años en este mismo día.

Cierto día de noviembre, un chico de cabellos negros, playera blanca y un pantalón de mezclilla, se encontraba sentado en la cama de su cuarto, resolviendo unos cuantos acertijos que Watari le había dado, cuando el hilo de sus pensamientos fue interrumpido por una niña que entraba sin permiso en su habitación, y se sentaba frente a él y esperaba a que terminará de resolverlo.

La curiosidad del chico era suficiente para querer resolver el pequeño juguete/acertijo que tenía en las manos, ya que seguramente tenía algo que decirle.

Desgraciadamente, esto mismo hizo que no se pudiera concentrar correctamente, así que le dio el juguete a la niña, la cual lo resolvió en un solo y fluido movimiento que le enseñó.

La llamaba niña, pero lo más correcto era decir que era una chica de su edad, el cariño que le tenía era demasiado, y la apariencia de la chica la hacia ver más como una pequeña niña, que una chica de 12 años.

- ¿Qué te trae a mi cuarto? - La pregunta sonaba fría, pero la chica estaba acostumbrada al tono y trato del pelinegro.

Nunca lo hacía con mala intención

- Watari me pidió que viniera por ti, así que aquí estoy, perdón si te interrumpí, no deje que te concentraras - La chica veía tierna mientras se disculpa.

- No te disculpes, hiciste lo que te pedí y no tocaste la puerta, me molesta más el ruido que tu compañía - Una sonrisa surgió en el rostro del chico sin querer, mientras se levantaba de la cama y se dirigía a la puerta - ¿A dónde debes llevarme? -

- Es una sorpresa, y aunque sé que es en vano que lo haga, aún así quiero hacerlo - La chica sacó un listón de su bolsillo, era lo suficientemente grueso como para taparle los ojos al chico - Prométeme que no intentaras contar tus pasos ni las vueltas que demos, si no me lo prometes tendré que llevarte a dar un recorrido completo por el orfanato - La chica tendió su mano al chico mientras estiraba el meñique. 

- Lo intentaré - Respondió él, mientras entrelazaba su meñique con el de ella.

Con el paso del tiempo, sus promesas seguirían de la misma manera

La chica lo llevó a la cocina, dar rodeos no serviría de nada, así que lo llevó directamente; ya en la cocina, un pequeño pastel los esperaba a ambos junto con Watari, el cual miraba enternecido al par de, para el aún niños, mientras la chica le quitaba la venda al chico, y el chico abría los ojos al ver su pastel favorito de chocolate justo frente a él.

Y entonces, el próximo mejor detective del mundo recordó la fecha que era y unió los puntos: Era su cumpleaños.

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El chico creció para convertirse en L, viajando por el mundo mientras resolvía los casos que más le interesaban.

La chica creció para convertirse en su primera sucesora, acompañándolo de vez en cuando, apoyándolo con información o cumpliendo misiones de campo, en ocasiones incluso siendo el señuelo para atrapar al pez gordo. 

Él era Ryuzaki, y ella era Lilith

En esta ocasión, Ryuzaki regresaba de un caso importante, Lilith lo esperaba junto con Watari en el hotel.

Llegó como si nada, sorprendiéndose ligeramente al ver a la chica cocinando junto a Watari; la misma, al escuchar el sonido de la puerta, salió corriendo de la misma, aún con un recipiente lleno de masa en sus manos, para darle una sonrisa y recibirlo como siempre:

One shots (T/N)+varios <Pedidos Abiertos>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora