La aldea cercana al Santuario de Atenea siempre fue un lugar en el que el riesgo a los ataques de parte de caballeros enemigos era alto, pero la protección de la Diosa y de sus valientes caballeros era lo que les permitía a los habitantes seguir allí, siguiendo con su día a día.
Por la misma cercanía, el ver a algún caballero dorado no era extraño, o que algún residente fuera al Santuario, ya que muchas de las cosas usadas en el mismo provenían de la aldea.
Aunque claro, nadie se esperaría nunca la situación de aquella noche
Tu casa se encontraba algo alejada del centro de la aldea, lo que te permitía darte el gusto de tomar una manta, y acostarte en tu jardín, a observar las estrellas y darle un pequeño vistazo al futuro.
¿Por qué lo hacías? Porque era tu don, heredado del cosmo de tu padre, que era caballero; a pesar de contar con el universo dentro de ti, nunca te viste con el deseo de anteponer la vida de Atenea, sacrificándote como lo hizo tu padre en su momento, dejando devastada a tu madre, la cual murió poco tiempo después.
Pero esta historia no podría continuar sin un encuentro, ¿o sí?
Aquella noche, lograste vislumbrar dos luces doradas en el cielo nocturno, muy diferentes a cualquier resplandor de estrella, así que dedujiste que eran un par de caballeros dorados, pero algo no estaba bien.
¿No se supone que los caballeros son compañeros? No entendías que estaba pasando, y entendiste menos cuando viste que una de las luces caía en picada, para terminar muy cerca de donde te encontrabas.
Te escondiste dentro de tu casa al ver el impacto, y lograste escuchar voces cercanas al caballero caído; esperaste a que las voces dejaran de escucharse, para acercarte a ver qué había sucedido.
No podías creer lo que veías
A pesar de no haberte cruzado nunca con un caballero, los chismes de la aldea llegaban incluso a tu solitaria cabaña, entonces lo reconociste por su apariencia: era Aioros de Sagitario.
El caballero estaba herido, y era claro que no aguantaría por mucho tiempo, así que tu corazón no te dejo otra opción.
Usando tu cosmos, acercaste tus manos a la herida mientras la luz clara que las envolvía lo curaba poco a poco.
Aioros recuperaba poco a poco el color, mientras sentías como su cosmos volvía a arder, aunque aún era muy tenue; no dejaste de curarlo hasta que su herida se curó completamente, sin darte cuenta que el caballero te había estado observando desde que recuperó la consciencia.
- ¿Puedes levantarte? - Estabas preocupada, y tu voz te delataba, no te gustaba ver a nadie herido, y si podías hacer algo para ayudar lo hacías sin dudar.
- Creo que sí - Aioros respondió, mientras intentaba levantarse, al ver que tambaleaba, decidiste ayudarlo.
- Recárgate en mi, perdiste demasiada sangre, ven, te llevaré a mi casa -
Al ver a uno de los caballeros dorados más fuerte necesitar ayuda, una risita salió de ti sin esperarlo
Eras lo suficientemente fuerte para que el caballero se sintiera menos culpable al recargarse, pero eso era normal en la aldea para una huérfana como tu.
El lugar de aterrizaje no era muy lejano, pero el hecho de cargar con alguien más hacia que el camino pareciera mil veces más largo.
Entraste sin entretenerte mucho, y ayudaste a Aioros a acostarse en tu cama, pero al hacer un rápido vistazo y ver que era la única del lugar, intentó levantarse.
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One shots (T/N)+varios <Pedidos Abiertos>
FanficMuchas ideas pasan por mi cabeza, pero sólo se quedan como un pequeño fragmento, y no soy capaz de volverlas historias completas. Puede que en el futuro agregué capítulos +18 o tal vez haga un libro aparte, en cuanto lo decida borraré está parte de...