El muelle

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<<Y en ese momento juro que fuimos infinitos>>

     <<<Stephen Chbosky>>>

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Bajé del taxi y corrí lo más rápido que pude pero solo para darme con tan terrible escena...    si era Juliet (como yo le decía) pero estaba con un hombre, se abrazaban tan cariñosamente, ella tenía una rosa en la mano

Ese hombre sería su esposo?
eran tantos mis deseos de verla que al presenciar esa escena senti un dolor en el pecho, me senti tan mal pero fui tan masoquista que me quedé aunque sea a verla de lejos

De lo fría que se veía aquella noche en que la conocí en el bar, para ese momento parecía una niña feliz desperdigando risas y tanto cariño

El destino aveces podia ser tan cruel

Mientras los seguia a una distancia prudente me perdí en su risa, en sus ojos, en su rostro perfecto

Los vi perderse entre la cantidad de personas y las tiendas turísticas

Sin lugar a dudas era el peor cumpleaños de mi “efímera” existencia

Solo me quedaba darme por vencido, dar por finalizado todo y seguir mi camino sin mirar atrás

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A unos cuantos metros de ese lugar había un restobar...

Me dejé llevar por ese dolor punzante que sentía en el pecho y no pensé en nada, solo quería un analgésico y nada seria mejor que una bebida

No pretendía embriagarme pero necesitaba relajarme, que más podía hacer

Solo sería un brindis con mi soledad...



Entré al lugar y por ser temprano no habían personas aún, el dueño era un muy buen amigo, en cuanto me vio se acercó a saludarme y como la platica fue tan amena y divertida, mi buen amigo Fernando Salinas (el dueño, un mexicano orgulloso de su patria y su cultura) pidió nos atiendan trayendonos las mejores bebidas y las infaltables canciones mexicanas dignas de ser entonadas a todo pulmón

Cabe recalcar que yo sabía hablar español fluido, pero no tanto como para cantar, mi acento inglés me delataba, pero eso no me detuvo, y si, canté en compañía de mi amigo Fernando

En ese momento mientras entonaba las rancheras, decidí olvidar todo, mi amada dama del malecón siempre sería la única dueña de mi corazón, la amaría hasta el último latido, pero ya era hora de dejarla ir, ella era una mujer prohibida y yo también lo era para ella.... era tiempo de aceptar la realidad

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La música, la platica, las bebidas, la comida, la pasé genial dejando a un lado el dolor que me causó verla en brazos de otro...

Entre tanta platica Fernando me habló de un proyecto para impulsar su negocio, para ello me pidió de favor hacer algunas tomas de su restobar, obviamente cogi mi cámara y saqué las mejores fotos para luego editarlas, eso si me apasionaba, capturar los mejores ángulos en el lente de la cámara

Apesar de estar bajo los matices del tekila pude tomar muy buenas fotos

Ya eran las 2:00 de la tarde, me despedí de Fernando, el lugar estaba casi lleno, era hora de regresar a mi casa o tal vez visitar a mi amigo Enrique en el bar

Una sola vida®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora