No, no es el momento, no es tiempo de sentirse así, por más que lo desee sé que no es el lugar y aún así, no puedo evitar extrañarte, no quiero tener que decirte adiós, mucho menos quiero dejarte, no... no voy a dejarte, resistiré esta condena que es la espera porque dichoso será el día en el que el momento sí sea, el día en el que al fin te vea, oh glorioso será ese día en que mis manos puedan tocarte otra vez y no importará si en el transcurso alguien más haya osado siquiera rozarte, ninguna caricia se comparará a la mía, ningún beso cargará con tanto cariño como los míos, ningún abrazo transmitirá tanto afecto, ninguna mirada te dirá "la espera lo ha valido todo". Pero eso día todavía no llega, esa gloria todavía no se presenta, y en lo que se ausenta acá estoy, con el cuerpo débil, el alma retorcida y la mente intranquila.
Incapaz me encuentro de hallar paz, pues ideas turbias solo rondan en mi laguna mental, escasos son los momentos en los que puedo reposar, pues breve es la alegría que me produce saber que ahí estás, pero al menos sé que ahí estás e imagino, divago en que si pudiera verte ahora mismo bailaría sólo para tí... ¿Bailarías tu para mí?, pues cuento contigo, cuento con que seas público de mis recitales privados, cuento con que seas cómplice de los momentos más íntimos. Entonces despierto, mi estómago ruge, pero me preocupa más llenar el vacío en mi pecho, de que llenes el vacío en mi pecho, pues estoy cerrado a cualquier otra cosa porque mi corazón está abierto esperándote, hasta entonces seguiré viendo a un ser incompleto cada vez que pase por el espejo. Puede que esté siendo injusto, egoísta, y pido perdón, pues porque estoy pensando sólo en mí... no, en nosotros, cuando no puedo aportar una solución, no de momento, por eso no es tiempo, no es tu lugar, no es nuestro momento...