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12 feb.

-buenos días.

Abrí los ojos y miré el despertador son las 7:38 a.m.

Luego le dirigí la mirada a la persona que me despertó, era Pether.

-¿Que pasa Pether?

-su tío está afuera de la casa, ¿le puedo abrir la puerta?

-no es necesario, yo mismo le voy a abrir la puerta.

Me levantó de un salto y tiro la sabana hacía un lado indeterminado, caminó un poco encorvado y tensionado porqué apenas me despierto. Tengo las manos dormidas.

Bajó las escaleras y mis pies tocan el frío abrazador de mañana, caminó acelerando un poco el pasó hasta que llegó a la puerta, salgo al jardín y miró mi motocicleta aparcada junto al rosedal que había sido de mamá.

-Tío, ¿como está usted?-le saludó levantando la mano.

-hola Corey, déjame entrar y vete a hacer maletas.

Éso no me sonó bien, agarró un impulsó y me acercó a la puerta, finalmente la abro la puerta.

-pasa tío.-le extiendo la mano.

-¿tu quieres ser un mayordomo?, tienes alma de ser uno.

-tío baja la vos, que Pether lo puede escuchar.

Estábamos entrando a la casa.

-buenos días señor, que se le ofrecería.

-umm, menos cortesía si se puede, te conozco desde hace mucho tiempo ya es hora de que seamos amigotes.-le dice mi tío con amabilidad.

-está bien.-le responde Pether con un golpecito en la espalda y se marcha hacía la cocina.

-Corey, estoy pensando en algo.-me dice acariciando su barbilla.

-¿qué?

-está casa es muy grande para que vivas aquí sólo, además tus primos anhelan que les proporciones una visita.

-sí, yo los voy a visitar pero está casa es lo único que me queda.

-jajajajaja.-soltó una carcajada escandalosa.-está casa y diez más, sin contar tu herencia. Vuelve a reír.

Ésa risa es contagiosa.

-jajaja, sí pero en esta casa están mis recuerdos tío, éso me importa mucho más.

-niño no seas tan sentimental, ya deberías irte a hacer maletas.

-¿dónde nos vamos?

-tienes una cita médica en Tokio mañana, y debemos partir hoy en la noche, tengo reservado el avión para las 8:00 p.m.

-¡Tokio! Éso es muy lejos, además tengo cosas qué hacer.-digo con fastidio.

-jajajajaja, qué es más importante que tu salud no seas burro.

-no soy un burro, ¡mujeres!

-cómo que mujeres, sin salud no hay vida y sin vida no están las dichosas mujeres.

Si tan sólo pudiera contarle mi desesperada búsqueda de un corazón que me pueda hospedar el restó de la eternidad.

-¡ya! Vete a hacer maletas.

-bahh bien.

-Cor, dónde está Thishey.

-no sé, ayer salió y no sé si regresó.

tal vez si no te hubiera conocido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora