2 Una Maldita Tormenta ⛈️

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Brian llegó hasta la puerta del departamento con el número #012 ubicado en un quinto piso, y realizando un pequeño malabar logró abrir la puerta, pues aún llevaba ambas manos ocupadas.

— oh, deja te ayudo con eso— un chico castaño lo recibió con amabilidad dispuesto a apoyarlo con las cosas que llevaba, principalmente para evitar que cualquiera se le cayera y terminará un desastre en el piso que probablemente él mismo tendría que limpiar— Estas empapado, ¿donde estabas?

— Recuerda, en la mañana les dije que iría a charlar de unos asuntos pendientes con un amigo de la universidad— trato de explicar el más alto, buscando con la mirada a Freddie, mientras se quitaba su abrigo, el cual estaba hecho literalmente una sopa— ¿Dónde está Fred?

— Esta en la cocina, él llegó como hace un poco más media hora, se hubieran puesto de acuerdo para que pasará por ti en su auto— habló cierto rubio, haciendo acto de presencia— Dios Bri, te ves terrible— exclamó.

En esos momentos Freddie salió del lugar recién mencionado y miró a Brian, ambos con una expresión de sorpresa que después se convertiría en una de enojo.

—¡¿Porque no me digiste que llevabas tu maldito auto?!— pregunto exaltado Brian.

—¡Y tu porque traías puesto mi abrigo?! Oh por Dios, esta todo empapado— respondió igual de alterado Freddie.

— Literalmente tomaste un café conmigo y no pudiste se tan amable de traerme de regreso ¿Sí sabes que vivimos juntos?— pregunto con sarcasmo.

— ¿y tu no pudiste pedírmelo prestado, o mejor aún, cuidar lo que no es tuyo?— volvió a reclamar—Además cariño, no puedes culparme de lo que te sucedió, yo no tenía una puta idea de que iba a caer una tormenta.

—Tienes razón, tu nunca tienes idea de nada— habló entre dientes, pero siendo lo suficientemente audible para todos los presentes— y yo tampoco—Brian le entregó el dichoso abrigo que seguía escurriendo agua a Freddie estrellándoselo con algo de fuerza en el pecho.

Sus otros dos compañeros se miraron entre sí confundidos sin saber lo que sucedía, John estaba listo para sujetar a Mercury en cuanto se pusiera en posición de guardia de pelea para retar a Brian a los golpes; por su parte Roger ya tenía preparadas las palabras exactas con las que podía desarmar y detener a May cuando la situación estuviera por salirse de control, pero nada de esto fue necesario esta ocasión, pues al parecer la pequeña discusión entre los mayores había terminado, entonces Brian se dio la vuelta y se dirigió hacia el baño.

— Tomaré una ducha o voy a resfriarme— anunció— John, el café es para ti y lo de la bolsa es para Rog.

Se escuchó un portazo seguido del sonido del agua de la ducha caer.

— ¿En serio saliste con él?— pregunto el rubio al mayor.

—Sí, pero fue una pura casualidad, nos encontramos el el café lincon.—Respondió restándole importancia a la situación.

— Aún así, debiste haberlo traído contigo, estuvo mal que lo dejaras ahí — habló el castaño con el ceño fruncido.

— ¿En verdad vas a estar de su lado Deacky?— preguntó Mercury dándole una mirada cómplice a John quién de inmediato entendió el mensaje.

—No es que lo apoye Fred, sino que lo que hiciste no fue lo correcto, además él si me trajo algo— respondió el menor, mientras le entregaba un plato con un postre a Roger— ten, dijo que esto es para ti.

— Bueno, todo estaba muy tranquilo antes de que llegarán, así que me retiro, montón de dramáticos— habló de nuevo el rubio— por cierto Fred, ese tipo de tela se lava en seco– comentó con una sonrisa burlona señalando el chorreante abrigo, antes de dar media vuelta y entrar en su respectiva habitación.

Roger cerró la puerta detrás de él, olio el mufin y se fascinó con el aroma dulce de la vainilla, así que dejó en el pequeño escritorio el plato de cerámica, después volteó hacia el cenicero del cual continuaba saliendo humo pues había dejado un cigarrillo encendido antes de salir a ver la pequeña discusión, lo tomó entre sus dedos, le dio una última calada y después lo apagó por completo; se dirigió hasta la pequeña ventana abriendola completamente pues Brian no tardaba en salir de la ducha y probablemente querría hablar con él, siempre hace eso cuando discute con alguno de los otros dos y por eso Roger le había prometido ventilar la habitación cada vez que fumara en ella.

Pasaron un par de minutos y Brian entró, encontrando al rubio sentado en la cama con las piernas cruzadas en su regazo mientras con sus pequeñas manos tomaba pedazos del esponjoso pan, para llevárselos a la boca.

—Debiste ventilar la habitación antes, aún apesta un poco— Habló el rizado, mientras se secaba el cabello exprimiendolo con una toalla.

—Bri, eso ya lo sé— se llevo un nuevo bocado a sus labios— pero es mi habitación y tu sabes que no importa cuánto tiempo esté abierta la diminuta ventana, porque el aroma nunca desaparecerá por completo.

— Lamentablemente así es— corroboró May— ¿y si dejas de fumar? Nos evitaríamos este problema.

— Buen intento, pero no,— respomdio riendo por el comentario— igual gracias por haberme traído algo, tu siempre haces eso, eres demasiado amable— habló Roger, pero no recibió respuesta, pues el rizado parecía estar perdido en sus propios pensamientos— ¿Me dirás qué fue lo que sucedió?

—Literalmente caminé las 8 calles del café hasta aquí bajo un diluvio, sabes cuanto odio eso.

Era verdad a Brian May le gustaba ver la lluvia caer desde su ventana y ponerse a reflexionar sobre la vida, pero odiaba profundamente cuando la lluvia caía sobre él, pues al empaparse su esponjoso cabello se vuelve una maraña casi imposible de desenredar, además de lo desagradable que le resulta la sensación de la ropa húmeda pegandose a su cuerpo.

—Puede ser, cuando llegaste parecías un perro mojado— comentó divertido.

— Sí, lo sé — soltó un suspiro fastidiado— de ahora en adelante llevaré un paraguas cada vez que salga.

— Eso sería lo mejor— otro bocado— pero en verdad creó que sucedió algo más, estas demasiado callado, usualmente siempre estás hablándo de alguna mierda que leíste en algún lado y ahora mismo tienes casi la misma cara de gato enojado que Freddie. ¿Tuviste algún problema con él?

Roger comió el último bocado y comenzó a chuparse ruidosamente la punta de cada uno de sus dedos, para Brian aquella acción sería algo desagradable sino estuviera ya acostumbrado, pues era algo muy común en el rubio cada vez que comía algo que disfrutaba.

—¿Puedo contarte lo que sucedió y me ayudarías a entenderlo?— preguntó Brian sentándose en la cama junto a Roger y con ayuda de su pulgar le limpió un par de migajas que este tenía bajo la comisura de los labios sacándole una sonrisa al mismo tiempo que alejaba su rostro.

—Depende, puedo intentarlo, aunque usualmente mis consejos no te agradan, pero igual es tu decisión si me cuentas o no.

—Bien...Freddie me cito en el café porque quería hablarme de algo— comenzó a hablar Brian.

— ¿y sobre qué quería hablar?

— de nosotros...—respondió con algo de desconfianza.

En ese momento Roger reaccióno, lo miró con algo de sorpresa y expectante habló.

—maldición Brian, explicate.

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¿Qué creen que opine Roger?

Bueno, lo sabremos pronto, por el momento muchas gracias por leer.

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No soy yo, eres tú 💖 [Maylor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora