Capitulo 82

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Pensamientos. Pensamientos. Pensamientos y más pensamientos.
No sabía que era lo que debería de decir, tal vez..."suéltala" "¿qué hace ella aquí?" "Eres un imbécil". Bien, no lo sabia, solamente me quede parada como una idiota detrás de la espalda de Raymond sin ser consciente de lo que hacía. Debería de hacer algo, ¿cierto?. Golpearlo, hablar o implorarle a mis padres que la suelten, que suelten a la encantadora niña rubia con mirada aterrada que me miraba fijamente.
Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas, frunció el ceño y ladeó la cabeza como si no me reconociera.
- ¿Mackenna? ... Tú.... No... - miró a Raymond - tenías razón... Tú... Ella.... - titubeó y una lagrima salió de su ojo izquierdo.
Mi padre le dió otra calada a su cigarrillo mientras nos miraba a ambas. Parecía inusualmente divertido por la escena.
- hola, Cassidy... - saludé ignorando el hecho de que mi supuesta madre le está apuntando en la cabeza con una pistola. Sus ojos mostraban una felicidad sorprendente.
Mi padre carraspeó.
- bien, hija. No te traje a esta chica rubia aquí.. Solamente para que la saludes ... - me recriminó. La bilis subió por mi garganta al oír la palabra "hija" - la traje aquí por negocio.
- ¿negocio? Lo lamento, pero yo no trabajo para nadie... - le dije sarcásticamente.
- no haremos nada de lo que usted nos diga, así que suéltela y déjenos tranquilos - amenazó Raymond.
- ¿me estas amenazando, acaso? - preguntó la frívola voz de mi madre al momento en el que reía amargamente.
- si, efectivamente. Los estoy amenazando - repitió lentamente.
Me acerque un paso antes de escuchar el sonido del seguro de la pistola.
- te acercas otro paso, y ella muere - dijo la horrenda voz femenina de mi figura materna.
Me zafé de los brazos protectores de Raymond.
- ¿por qué habría de hacerlo? Apenas la conozco - le dije sin expresión en la cara - ¿la quieren matar? - pregunté mirando a mi padre - bien, mátala - les alenté.
- ¿qué? - dijo con voz entrecortada Raymond. Miré sobre mi hombro para toparme con su mirada herida y traicionada. Tragó saliva como si no me reconociera. - ¿vas a matar a tu mejor amiga? - preguntó como si estuviera atragantado.
Me encogí de hombros.
- no la conozco... - le animé - ni a ti tampoco, así que... Me importa muy poco si te mato o no, al igual que a ella
Mi padre sonrió, satisfecho con mi respuesta.
- Daemon hizo un gran trabajo, debo de admitirlo - susurró mi madre.
¿Daemon hizo un gran trabajo? ¿Qué significa eso? Si, él me borró la memoria, pero ¿trabajo? ¿Lo contrataron? ¿Para qué? ¿Para secuestrarme?
- bien, necesitamos encontrar a ese pedazo de basura, para que no revele nada de aquí... - dijo mi padre como si el mismo fuera a buscar al hermano de Raymond. - pero primero lo primero, necesitamos deshacernos de eso, de inmediato... ¿querida? - miró a mi madre que sonrió amablemente.
- me gustan tus ojos, querida, pero ... La vida es dura - le dijo a Cassidy.
Cassidy me sonrió.
- te amo, Jack - susurró poniéndose de rodillas. Raymond corrió hacia ella y yo lo golpeé por la espalda. Cayó al suelo sin esfuerzo con un ruido sordo antes de que sus ojos se enfocaran en mí.
- ¿¡qué te pasa, Mackenna?! ¡Ellos son el enemigo! - me decía frenéticamente. Tragué saliva incapaz de hacer algo.
- ¡espera! - grité.
- ¿qué? - preguntó mi padre entrecerrando los ojos en mi dirección. - ¿te opones a esto? Ya sabes...
- yo lo haré - le interrumpí en un susurro.
- ¿la quieres matar? ¿A ella? - preguntó, incrédulo.
- he matado, no es nada difícil. Vigilen a Raymond para que no me saque los ojos - bromeé riéndome un poco.
Mi madre se quedó con la mirada fija en mí. Me dió el arma al momento en el que veía los ojos de Cassidy.
- no lo hagas, Mackenna... Tu no eres así... Tienes un futuro ¡no lo hagas! Por favor - suplicó.
Me negué a sentir sentimientos.
- ¡Mackenna! ¡NOOO! - gritó Raymond.
Miré a mi padre que me miraba con suspicacia y duda. Inspeccioné la habitación y las posiciones de cada uno. Suspiré, apunté y disparé.
La cabeza de mi padre se fué hacia atrás al momento en el que su cigarrillo caía al suelo. Mi madre gritó algo y -por suerte- Raymond reaccionó rápido y la golpeó en la cabeza dejándola inconsciente. Ayudé a Cassidy a levantarse y antes de que pudiera decir palabra, ya estaba envuelta en sus brazos.
- te quiero, Mackenna - susurró en mi oído - te extrañé mucho.. Yo... ¿Cómo?
Raymond carraspeó y nos abrazó a ambas.
- lo lamento, pero tenemos que irnos. La señora no tardará en despertar - nos alentó mirando el escritorio y sacando dos armas. Las observó y entrecerrando los ojos me dijo:
- mis suegros son malvados, pero son buenos al escoger armas - bromeó, mirándome por el rabillo del ojo
- lamento si los asusté - dije al momento en el que ponía balas en mi arma
- no hay problema, eres buena en eso de actuar, ¿eh? - susurró Raymond. Miré a mi mejor amiga que parecía estar en shock.
- ¿Cassidy? - la tomé del brazo y la jaloneé un poco - ¿estás bien? - pregunté preocupada.
- no puedo creer que estés viva - susurró con una sonrisa de oreja a oreja - ellos vinieron a la casa de Jack y me pusieron en la cajuela... No supe que eran tus padres hasta que llegué... - nos explicó.
Unos disparos nos alarmaron a los tres y regresé a la realidad.
- ¿sabes usar un arma, Cassidy? - preguntó Ray.
Torció la boca.
- un poco, mi papá era policía ... - sonrió avergonzada. - ¿Tú sabes usar un arma, Mackenna? - preguntó, confundida.
Tragué saliva.
- prosigamos, hay que salir de aquí - me limité a decir.
Raymond se adelantó y yo me quede al final, para proteger a Cassidy, que era la más indefensa, sin embargo, conforme nos adentrábamos más, y más en los escurridizos pasillos, me dí cuenta de que saldríamos de aquí con vida.
Mi suerte -por llamarlo de algún modo- ha sido excepcionalmente mala desde que recuerdo, pero ahora... Está mejorando.
Trataba de no pensar en lo que pasaría cuando salgamos; Jack aún seguía en la cárcel, Cassidy estaba asustada, nerviosa y confundida, Raymond parecía totalmente concentrado en lo que hacía y yo, bueno, hacía mi mayor esfuerzo para olvidar el hecho de que acabo de matar a mi propio padre hace menos de cinco minutos.
- ¡al suelo! - escuchamos y obedecimos.
Las balas aumentaban y Raymond y yo los matábamos.
Las puertas estaban a unos cuantos metros y cuando menos lo esperaba la sombra de una figura a nuestras espaldas nos alarmó de no seguir caminando.
- vaya, vaya, vaya... - su voz me petrificó al igual que Raymond - los tres amigos aquí... ¿Por qué no me uno a la fiesta?
Raymond pasó rápidamente por mi lado y lo miró con odio.
- ¡hermanito! ¿Qué dice la vida?
Demonios. Daemon. ¿Por qué? ¿Qué hice?
Mi suerte decayó en cinco segundos.

¿Inolvidable? |temporada 2| COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora